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En Ocozocoautla (Chiapas) se celebran bodas de tres fines de semana de fiesta

Uno de los pocos lugares en donde aún se preservan las “bodas tradicionales”

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TAPACHULA, Chiapas. Es uno de los recién nombrados Pueblos Mágicos, Ocozocoautla, donde a pesar de que la modernidad poco a poco “sepulta” las tradiciones y costumbres, en esta comunidad aún se mantienen vivas las viejas usanzas y las bodas no son la excepción.

En la capital chiapaneca, Tuxtla Gutiérrez, debido a que poco a poco es una ciudad cada vez más moderna, las tradiciones prácticamente no existen; de hecho, aunque cuenta con bonitas iglesias y una hermosa catedral, el tema de las bodas se ha convertido en un producto para turistas pues en algunas agencias de viajes se oferta esta ciudad como destino turístico y para bodas.

Si bien en Tuxtla Gutiérrez por las calles se pueden encontrar tiendas de atuendos y ropa típica, son los turistas quienes tienden a comprar prendas de vestir tradicionales o los foráneos los que las adquieren, no así los originarios, quienes en contraste corren a las tiendas a comprar la ropa que está de moda.

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Es así que los rituales de las bodas a la usanza tradicional chiapaneca se resumen en sus comunidades, la mayoría de ellas remotas, en las zonas altas y lejos de la modernidad.

Sin embargo, uno de los pocos lugares en donde aún se preservan las “bodas tradicionales” es en el recién nombrado Pueblo Mágico Ocozocoautla de Espinosa, ubicado a tan solo 42 minutos de la capital chiapaneca. En este lugar las bodas son en familia.

En Ocozocoautla desde el noviazgo hasta la boda son “a la antigua”; para hacerse novios, la pareja tiene que concertar cita con la familia de la mujer, reunión en la que el varón pide permiso para cortejar a la futura novia.

La cabeza de la familia que es en este caso el padre, escucha con atención al futuro yerno y luego como coloquialmente se dice “Le lee la cartilla”; de esta forma y llegado a un acuerdo, se otorga el permiso para el noviazgo y al joven se le trata como un miembro más de la familia.

Si al pasar el tiempo la relación dura, llega el momento de la pedida de mano y en esta ocasión ambas familias se reúnen para presenciar la llamada “pedida de mano” acto con el cual se sella el compromiso y se establece fecha para la unión en sagrado matrimonio ante las autoridades eclesiásticas en un pueblo donde la mayoría profesa el catolicismo a pesar de ser de cultura Zoque.

Llegada la fecha en que se concretará la unión en sagrado matrimonio, comienzan los preparativos y la fiesta se divide en tres fines de semana; en el primero se realiza el llamado “Paseo del burrito”, en el cual se adorna a un burro lo más pintoresco posible y se pasea por todo el barrio (según la procedencia del futuro esposo) al novio al cual se le viste de mujer; en tanto, la novia va ataviada de forma normal.

Durante el recorrido se va regalando a la gente copas de alcohol y al novio se le hace beber hasta que caiga del burro, momento en que todo mundo se burla de él y luego conviven.

En el segundo fin de semana a casa de la novia llegan familiares del novio (papás y padrinos- para felicitarla, le llevan el vestido que se pondrá en la boda y algunos regalos; en ocasiones utilizan vestidos modernos, pero en su mayoría recurren a comprar vestidos tradicionales.

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Los más baratos pueden costar aproximadamente cinco mil pesos, pero algunos por lo costoso de su elaboración -son completamente artesanales- pueden llegar a tener un precio de 25 a 30 mil pesos, dependiendo la calidad y los tipos de materiales utilizados en su elaboración.

El número de padrinos y madrinas está determinado por la cantidad que tanto el novio como la novia tuvieron durante todo su proceso de preparación religiosa desde su infancia.

Si tuvo dos padrinos de bautizo, dos de comunión, dos de confirmación y dos en la boda, esa cantidad de padrinos hacen filas para que con dos botellas en mano cada uno (una negra que simboliza al novio y otra blanca que simboliza a la novia), reparten dos copitas de curado (una mezcla de bebida alcohólica con sabor a té) a todos los que pasarán entre las filas hasta llegar a otra parte del ritual, el “baño de Zapoyol”.

La borrachera es de pronóstico reservado pues si el novio tuvo en toda su vida 12 padrinos, en total deberá beber 24 copas.

El “baño de Zapoyol”, un preparado a base de agua mezclada con el polvo resultante de raspar una semilla de la fruta conocida como zapote rojo; a manera de bautizo todos los asistentes se bañan con el preparado, asimismo con agua de flor de naranja y luego se abrazan en señal de unión y alegría.

La novia es bañada por las madrinas en señal de purificación, es decir, llega pura al matrimonio. Tras el baño, una de las madrinas se encarga de echarle confeti en la cabeza a todos los asistentes y finalmente a las mujeres se les coloca en la cabeza una peineta con flores.

En tanto, a los hombres se les amarra un pañuelo rojo en el cuello; ya estando todos listos se procede a realizar un convivio en que se reparten platillos, dulces y bebidas típicas de la zona.

Ese mismo día se conocen entre sí tanto los padrinos como las madrinas del hombre y la mujer que contraerán nupcias y es ahí donde se convierten en compadres.

Ahí mismo se hace el tradicional “baile del Borrego”, en el cual se hace un borrego de dulce que se coloca en una olla de barro a la que se amarran listones de papel.

La olla se la coloca en la cabeza de un participante, quien en su turno se va hacia el centro de la pista y comienza a bailar, en tanto a su alrededor y a su ritmo bailan el resto; los listones se van rompiendo y el último participante que quede con el listón completo en su mano, deberá seguir pagando la música contratada hasta que concluya la fiesta.

Por supuesto, todos los invitados también están ataviados con la ropa tradicional chiapaneca; las mujeres con blusas blancas con acabados de colores en cuello y brazos, así como faldas lisas o multicolor y en sus cabezas porta tiaras con flores de papel o naturales; por su parte, los hombres visten camisas tipo guayabera y pantalón, portando en sus cuellos pañuelos rojos.

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Y llegó el día de la boda

Y por fin, luego de dos fines de semana de intensa pachanga llega el tercer fin de semana donde se celebra la boda religiosa, la cual se realiza en alguna de las iglesias de Ocozocoautla, según el barrio al que pertenezcan los contrayentes o en su caso la que sea de su predilección.

Durante la celebración religiosa se reparten dulces entre los asistentes y concluida la boda, al salir al atrio de la iglesia, se felicita a la ahora nueva pareja, que junto con los invitados, parten al hogar destinado para realizar la fiesta en la que se realizan bailes populares donde todos participan.

Al llegar la hora de la comilona el plato tradicional es una deliciosa barbacoa, acompañada de bebidas como el “curado” y dulces típicos como los gaznates, dulces de coco rallado con canela, mientras se entregan los regalos a los nuevos esposos, obsequios que regularmente suelen ser artículos que podrán ser de utilidad en su nuevo hogar.

La fiesta termina muy entrada la noche y culmina dejando a los novios solos para que disfruten de su “luna de miel”.

Tiaréh García | El Heraldo de Chiapas

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