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La Opinión

Una guerra que apenas inicia en Guatemala   

El nuevo gobierno de Guatemala no se va a quedar de brazos cruzados y es seguro que esta semana Bernardo Arévalo le pida la renuncia a la fiscal general Consuelo Porras,

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La tan recurrente frase “la mafia del poder” hoy aplica en Guatemala, hizo el domingo todo lo posible e imposible, lo legal e ilegal para evitar que Bernardo Arévalo asumira como nuevo Presidente, pero lo único que logró al final de la jornada fue robarle media hora de su mandato de cuatro años y, por el contrario, provocó que el mundo se volcara a favor del nuevo mandatario. 

El Congreso montó un teatro de farsa de unas 15 horas para buscar que Arévalo no pudiera tomar  el poder, y es que durante su campaña dijo que la bandera de su gobierno es erradicar la corrupción que impera en las altas esferas del poder en esa nación, por lo menos en los últimos 20 años casi todos los antecesores del nuevo presidente han tenido señalamientos de corrupción. 

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Con toda alevosía y ventaja el Congreso saliente dejó a Guatemala en un vacío de poder que comenzó a partir de las cuatro de la tarde del domingo, en ese momento dejó de ser presidente Alejandro Giammatei, pero eso no les importó, el asunto era hacer sentir a Arevalo que las cosas van estar difíciles durante su mandato. 

Por su puesto, que el nuevo gobierno no se va a quedar de brazos cruzados y es seguro que esta semana Bernardo Arévalo le pida la renuncia a la fiscal general Consuelo Porras, a la cabeza de la ofensiva judicial en contra de él y de su partido el Movimiento Semilla, pero analistas no descartan que la Fiscalía continúe la persecución y solicite al Congreso retirarle la inmunidad de Presidente. 

Con 23 escaños de Semilla, Arévalo lidiará con un Congreso donde más de un centenar de los 160 diputados son de partidos tradicionales que podrían hacer mucho más que sólo frenar su agenda de “cambio”, el asunto es que a batalla contra la corrupción apenas el pasado domingo fue declarada entre ambos bandos. 

La Guatemala que Arévalo toma ocupa el puesto 30 de 180 países en el ranking de corrupción de Transparencia Internacional y con 60% de sus 17.8 millones de habitantes en la pobreza, uno de los índices más altos de América Latina. 

Decenas de miles de guatemaltecos viajan cada año a Estados Unidos en busca de trabajo y huyendo de la violencia de pandillas, narcos y por supuesto de la corrupción que ha enriquecido a manos llenas a la clase política. Que le importa muy poco si la sociedad les dio la espalda, no lo dude, van a luchar con todas sus fuerzas, lo contrario representa ir a prisión. 

Un caso reciente, para ilustrar esta tendencia, es el del expresidente Otto Pérez Molina, quien fue condenado a 16 años de prisión por corrupción. Su compañera de fórmula, la exvicepresidenta Roxana Baldetti, recibió la misma condena. 

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Pérez Molina y Baldetti fueron hallados culpables de los delitos de asociación ilícita y defraudación aduanera. El binomio presidencial fue investigado por un tercer cargo, de enriquecimiento ilícito, que no pudo ser probado por lo que fueron absueltos de ese delito.  Pero ya sabe que cuando el río suena agua lleva. 

Además de su lucha contra la prioritaria contra la corrupción, Arévalo –doctor en Filosofía y licenciado en sociología–, prometió impulsar acciones para generar desarrollo para las grandes mayorías en Guatemala en la salud, educación, infraestructura, entre otros.  

Sin embargo, frenar la corrupción es urgente porque, de lo contrario, las instituciones no harán un buen trabajo, como ha sucedido durante décadas. Esta oleada de políticos corruptos siempre ha tenido como válvula de escape, el PARLACEN, donde consiguen inmunidad y como si no pasara nada. 

El Parlamento Centroamericano (PARLACEN) dará posesión de los cargos a los 20 diputados electos por Guatemala, más el escaño que le corresponde al todavía vicepresidente Guillermo Castillo; sin embargo, quedará pendiente la juramentación del expresidente  Alejandro Giammattei.  

El PARLACEN ha involucionado hacia un “elefante blanco”, un refugio de los personajes cuestionados que buscan inmunidad y en una guarida donde confluyen líderes políticos que llegan a esas curules en pago por favores especiales, en mérito de “amistades” o por negociaciones ilegítimas. 

En una entrevista con exaspirante presidencial por el partido CABAL, Edmond Mulet, dijo que una de sus principales propuestas era eliminar la presencia de Guatemala en el PARLACEN, porque se ha convertido en un refugio para los corruptos, claro que su propuesta no tuvo eco, aunque dicho sea de paso era muy buena. 

Arévalo sabe que el reto no es fácil, pero cree que junto a su equipo ha diseñado una estrategia para implementar su plan de trabajo y así cumplir con las principales promesas de la campaña. 

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En ese turbulento ambiente, los principales aliados de Arévalo son las comunidades indígenas –encabezadas por la organización 48 Cantones de Totonicapán– que han respaldado el triunfo del Movimiento Semilla con marchas, bloqueos de carreteras y concentraciones frente al Ministerio Público. Pero desde el 15 de enero Arévalo también cuenta con el respaldo del mundo. 

Al menos los primeros meses tendrá ese bono, que puede expandir en caso de comenzar a dar buenos resultados, Estados Unidos, México, la Unión Europea, la OEA y varios países sudamericanos en buena medida presionaron el domingo para que la derecha opositora no se saliera con la suya y evitar la llegada de Arévalo. Ahí está la oportunidad. O usted ¿qué cree?  

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