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La Opinión

El izquierdista Bernardo Arévalo de sorpresa en sorpresa en Guatemala

Durante su carrera, Bernardo Arévalo ocupó cargos como cónsul en Israel, viceministro de Relaciones Exteriores en su país y embajador en España.

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El izquierdista Bernardo Arévalo se convirtió en unos meses, en unas semanas o, quizá, en sólo días en un fenómeno de masas, al grado de que el pasado domingo le arrebató la Presidencia a la exprimera dama Sandra Torres, quien mucho tiempo lució como favorita y que buscaba el cargo por tercera ocasión, en esta oportunidad contaba con el apoyo del saliente presidente Alejandro Gimmantei y del establishment.

Guatemala es el país más poblado de Centroamérica, con 17.11 millones de habitantes, de ese total 9.4 millones estaban habilitados para votar en la segunda vuelta electoral, el 60.52% decidió volcarse a las urnas para elegir una nueva opción que les de esperanza contra la corrupción, la violencia y el desempleo.

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Después de la sorpresiva primera vuelta, el Movimiento Semilla, al que pertenece el candidato ganador, vivió una ofensiva sin cuartel por parte del fiscal especial contra la impunidad de Guatemala, Rafael Curruchiche, quien trató de inhabilitar la participación de Arévalo en la segunda vuelta presidencial.

Sin duda, la avalancha de apoyo popular a Semilla estaba desbordada –de acuerdo con varias encuestas– y eso asustó a establishment, que por cierto, tiene entre sus logros la salida de Guatemala del CICIG, lo que les dio mano ancha para hacer y deshacer dentro de ese país que sufre una corrupción lacerante.

La Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) fue una comisión creada el 12 de diciembre de 2006 y disuelta el 3 de septiembre de 2019. Nació del acuerdo firmado entre la ONU y el gobierno de Guatemala, y su principal función era combatir la corrupción.

La misma naturaleza del CICIG lo convirtió en un ente incómodo, si tomamos en cuenta que en los últimos 30 años casi todos los presidentes de ese país han enfrentado acusaciones por corrupción y varios ya han pisado la prisión o se han ido a esconder al Parlacen, la verdad sea dicha, un nido de ladrones y corruptos.

La victoria de Arévalo marca un punto de inflexión en Guatemala, una de las principales fuentes de migración a Estados Unidos y una de las naciones aliadas de Washington en la región desde hace mucho tiempo.

Hasta el momento en que Arévalo logró colarse a la segunda vuelta, tras un sorprendente resultado en la primera vuelta, lo que había moldeado la convulsa campaña había sido la descalificación por parte de las autoridades judiciales de muchos otros candidatos percibidos como amenazas para las élites en el poder del país.

Sociólogo y exdiplomático de 64 años, es hijo de Juan José Arévalo, el primer presidente popularmente electo en Guatemala, tras la Revolución de 1944.

Su padre salió al exilio cuando el expresidente Jacobo Árbenz fue derrocado en 1954, tras la intervención militar de Estados Unidos, por lo que Bernardo acabó naciendo en Uruguay –algo que fue utilizado en su contra por su rival durante la campaña electoral– y regresó con su familia a Guatemala en su adolescencia.

Durante su carrera, Bernardo Arévalo ocupó cargos como cónsul en Israel, viceministro de Relaciones Exteriores en su país y embajador en España. Actualmente es diputado en el Congreso por Movimiento Semilla, un partido que surgió primero como un grupo de análisis, tras las protestas de 2015 que llevaron a la dimisión del entonces presidente, Otto Pérez Molina, salpicado por escándalos de corrupción política por los que fue finalmente condenado.

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Semilla tiene pocos cuadros para llenar los espacios que necesitará para gobernar desde el Ejecutivo. Han tenido un financiamiento mucho menor al de su competencia, el partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), y debió hacer frente a una inacabable campaña negra que intenta vincularlos con ideales comunistas de expropiación para desanimar ese respaldo ciudadano.

Sobre todo, tienen en contra al Ministerio Público (MP) que ha accionado legalmente para desacreditarnos y cancelar al partido antes de la elección de este domingo 20 de agosto y que quizá en las próximas horas o días inicie una nueva ofensiva con Semilla, con la finalidad de anular el triunfo electoral de Arévalo, porque, al menos en el discurso, luce como un mandatario incómodo.

Pese a esto, Semilla sí tiene varios factores a su favor. Como que aseguran no tener compromisos ni deberle financiamiento privado a nadie, que su propuesta política es mesurada y no es extremista. Es decir, que no continuarán con lo que algunos han denominado como la revancha política que inició en 2017, cuando se dio el contraataque en contra de los operadores de justicia que encerraron a militares, élite económica y política.

La oportunidad para Guatemala parece inmejorable, pero, sin dudarlo, le esperan días difíciles a Bernardo Arévalo, quien tendrá que lidiar con estructuras que de un modo o de otro tienen como principal meta proteger a la corrupción, como si en ello les fuera la vida, pues el asunto es tan grave que el sólo hecho de anunciar su erradicación en las estructuras de gobierno les genera escozor.

Vamos a ver hasta dónde es capaz el establishment de soportar las propuestas de gobierno de de Bernardo Arévalo y también vamos a ver cuál es su determinación para poder implementar su plan de gobierno, que, sin conocerlo del todo, no será el más cómodo para muchos.

Por lo pronto, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ya le extendió la mano a Arévalo, buen indicio si se toma en cuenta que los flujos migratorios entre ambos países son muy grandes. La violencia y la prostitución han provocado un cóctel fronterizo que urge de combate y trabajo conjunto entre los dos gobiernos. O usted ¿Qué cree?

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