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Seguridad

Los incendios en La Primavera quemaron en 30 años el equivalente a su superficie total

La falta de cuerpos de agua, arroyos que se secan a lo largo del periodo de estiaje no permiten mantener la humedad del suelo

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GUADALAJARA, Jalisco. Los incendios ocurridos en los últimos 30 años en el bosque de la Primavera han acabado con 30 mil hectáreas, las mismas de las que consta en su área natural protegida, considerada el principal pulmón de la zona metropolitana de Guadalajara.

La prohibición por 20 años para que ahí no se construya ni se modifique el uso de suelo no ha evitado esos siniestros, y las autoridades han detectado el inicio de edificaciones y siembra de agave, pero los autores de esto no han podido avanzar.

El bosque de la Primavera abarca los municipios de Zapopan, Tala, Tlajomulco de Zúñiga y El Arenal; con una extensión de 30 mil 500 hectáreas y un perímetro de 102 kilómetros. Por decreto, desde hace 42 años fue declarado Área Natural Protegida (ANP).

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Expertos de la Universidad de Guadalajara calculan que el bosque tiene 140 mil años, pero de pronto “pasamos a ser la generación que le arrebata la sustentabilidad a este bosque, en contra de los ideales de los tapatíos del siglo pasado que la identificaban como patrimonio.

Estamos perdiendo ese valor por la forma de cómo estamos tratando este ecosistema”, afirma el investigador del Centro Universitario de Ciencias Biológico Agropecuarias (CUCBA), doctor Arturo Curiel Ballesteros.

Ya lo ha reiterado el especialista que esta generación cargará la responsabilidad histórica de haber destruido uno de los patrimonios ambientales más importantes del país.

Piden fortalecer acciones para prevenir y combatir incendios forestales 
Foto: Pexels.

A decir de investigadores universitarios, mientras la población no recupere el aprecio colectivo hacia estas áreas naturales, cualquier otra política pública será inútil.

En los últimos 30 años, el bosque de la Primavera ha sufrido más agresiones que en toda su existencia, con un promedio de 50 siniestros por año, unos dentro del área natural protegida y otros en zonas cercanas a éste, incluso sobre la zona de amortiguamiento.

Lo rodean y estresan nuevos fraccionamientos, mientras que hay quienes insisten en sembrar dentro del mismo agave en vez de árboles de pino y encino, que prevalecen dentro de esas 30 mil 500 hectáreas.

De acuerdo a esa misma estadística, desde 1998 son ocho años los más complicados para el principal pulmón de la Zona Metropolitana de Guadalajara.

En 1998 se quemaron más de 2 mil hectáreas dentro de la zona natural protegida y siete años después vino el peor capítulo en la historia, más de una semana de llamas y casi 12 mil hectáreas quemadas, una tercera parte del bosque.

En 2012, otra vez siete años después, se quemaron ocho mil 200 hectáreas. El humo invadió la Zona Metropolitana y se decretó la alerta atmosférica.

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En 2019 se reportaron dos mil 509 hectáreas afectadas por el fuego resultado de 18 frentes de incendios que se reportaron entonces; en 2020 -año de pandemia- fueron 59 hectáreas las afectadas por las llamas; no obstante, se suponía que las personas estaban confinadas en sus casas y estaba prohibido ingresar al bosque.

En 2021, cuando poco a poco regresábamos a la actividad normal, se reportaron incendios que dejaron seis mil 500 hectáreas afectadas por la acción del fuego y en 2022, pese a que se extremaron las acciones de vigilancia con drones y desde grandes torres, se reportaron 280 hectáreas afectadas.

Hoy en 2023 se han reportado dos grandes incendios, uno de ellos que afectó a los municipios de Tala, Zapopan y Tlajomulco, otro que se concentró sobre el predio de los Coyotes -el mismo de siempre-, y entre ambos se consumieron más de mil hectáreas.

Los mapas generados indicaron que las localidades que con mayor frecuencia se incendian fueron Los Chorros de Tala, La Lobera, Agua Dulce, La Primavera, Las Tinajas, los Volcanes, los Coyotes y El Tecuán.

Se ha confirmado en muchos de estos casos la participación activa del hombre. Desde 2012, días después de un incendio, se detectó a personas que comenzaban a delimitar terrenos con alambre de púas.

Luego se han dado intentos de cambio de uso de suelo incluso para construcción de desarrollos campestres.

En 2018 se emitió la veda que establece que nadie pueda construir en un predio afectado por el fuego durante los siguientes 20 años, suficientes como para que empiece a recuperarse.

Pese a la determinación, se han detectado incendios intencionales en los mismos predios, una y otra vez, tratando aparentemente de generar su deterioro irreversible.

Los estudiosos del bosque además han considerado que la vigilancia no es la adecuada puesto que ellos han detectado al menos siete ingresos al bosque, cuando solo se cuidan y reconocen cuatro.

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Algunas organizaciones defensoras del bosque han detectado incluso la presencia en su interior de vehículos todo terreno o de motocicletas enduro y hasta de repartidores de comida, vehículos que con una chispa pueden generar un incendio en el área natural protegida.

Las propuestas de ONG’s como Anillo Primavera y de los investigadores ha sido desde la aplicación de una veda a visitantes, sobre todo en el estiaje, hasta la expropiación de los predios privados o ejidales.

Hay que recordar que el bosque pertenece al gobierno de Jalisco (15 por ciento del bosque), 421 propietarios privados (50 por ciento) y cerca de 400 ejidatarios (35 por ciento).

Todavía quedan algunos días complicados, las lluvias comienzan a finales del mes de junio y es el cuarto año que Jalisco enfrenta una sequía severa como resultado de la presencia del fenómeno de la Niña.

Valentina Davydova Belitskaya, profesora del Departamento de Ciencias Ambientales del CUCBA, advierte que se podría esperar un retraso en la temporada de lluvias.

Davydova Belitskaya, quien ha señalado que los incendios forestales como los ocurridos en el Bosque de La Primavera podrían prevenirse a través de mapas de riesgos y anticipar los daños potenciales a las áreas verdes de la ciudad, ha resaltado que es necesario que los bosques recuperen su humedad después de estos incendios.

Un proceso que se agiliza gracias al desarrollo de la temporada de lluvias y que, por el contrario, durante las sequías es más difícil proteger estos espacios.

La falta de cuerpos de agua, arroyos, etcétera, que se secan a lo largo del periodo de estiaje no permiten mantener la humedad del suelo y, por consiguiente, el incendio se propaga rápidamente, sobre todo con presencia de vientos de moderados a intensos”.

Todavía, entonces, queda el mes de mayo y altas temperaturas, antes de que caigan las primeras gotas de lluvia.

Víctor Chávez | El Occidental

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