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La Opinión

Donald Trump y Vladimir Putin politizan la vacuna contra la pandemia de Covid-19

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump inicia su carrera con Vladimir Putin, quien ya presumió contar con su vacuna contra la pandemia de Covid-19

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La vacuna del coronavirus (Covid-19) y el uso o no de la mascarilla comenzaron a politizarse en todo el mundo.

Cómo un balde de agua fría le cayó al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el anuncio que hizo su homólogo ruso, Vladimir Putin, tras informar que su país era el primero en registrar una vacuna efectiva contra la pandemia de Covid-19.

Tanto fue el enojo, que la Casa Blanca anunció de inmediato que darán este martes un informe detallado de cómo va la vacuna contra Covid-19 producida por la farmacéutica Moderna, que se encuentra en la fase III y está pronosticada para fin de año.

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El anuncio del líder ruso hizo recordar, en el plano internacional, viejas glorias al poner a su nueva vacuna la Sputnik V, en referencia al satélite con el que la Unión Soviética se puso adelante en la carrera espacial en la década de 1950.

Aunque hay que hacer hincapié en que la vacuna de Covid-19 se encuentra en la fase II, de acuerdo a los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien por cierto reaccionó de inmediato cuestionando la seguridad y la viabilidad de su aplicación. En el plano político, eso no le importó al Kremlin y aseguran que su antídoto es bueno y lo comenzarán a aplicar en dos semanas.

El “logro sanitario” refuerza la campaña que trae entre manos Vladimir Putin, en el plano geopolítico de colocar a Rusia en la cúspide de los países que lideran al mundo.

Vladimir cabildea la posibilidad de regresar a las cumbres de G-7.  El ex agente de la KGB presume que, incluso, una de sus hijas fue inoculada con el nuevo inmunizador.

En el plano doméstico, el anuncio seguramente ayudará al presidente ruso a disminuir la presión de los jóvenes que no están de acuerdo con que se pueda reelegir hasta el 2036. También borrará, aunque sea de forma momentánea, la grave crisis económica por la que atraviesa un sector no pequeño de la sociedad rusa.

Para Donald Trump el asunto es más difícil. El millonario tiene cifradas las esperanzas de su reelección en una nueva vacuna que frene al “virus chino”. Pero los mismos tiempos científicos de la OMS, no le dan para que antes del 3 de noviembre de 2020 se pueda estar aplicando o al menos registrado un nuevo inmunizador.

Aunque con Trump todo es posible, quizá el martes 18 de de agosto de 2020 nos llevemos la sorpresa que Estados Unidos también ya tiene su vacuna contra Covid-19 y que se va a comenzar a aplicar de inmediato. Eso inyectaría a su campaña la credibilidad que necesita, por encima de su política antiinmigrantes o sus respuestas a las manifestaciones de los abusos policiales a las minorías en Estados Unidos, en particular negros y latinos.

En el plano internacional, Trump se colocaría como uno de los salvadores de la humanidad y si pensamos que el voto estadounidense se influencia mucho por lo que sus mandatarios operan en el exterior, pues a todas luces sería un gran triunfo.            

Seguramente quedaría en el baúl del olvido, sus primeras declaraciones de que se trataba de un gripita o de que no era necesario el uso del cubrebocas, aunque luego reculó y eso provocó que la división en la sociedad estadounidense se ahondara. 

Y usted hoy puede ver a los demócratas con mascarilla y a los republicanos sin ella. Me atrevería a decir que es la bandera política más importante en esta campaña presidencial y seguramente será uno de los elementos que inclinará la balanza el 3 de noviembre de 2020.

El millonario mexicano Carlos Slim y la empresa inglesa AstraZeneca lanzaron a los presidentes latinoamericanos un salvavidas,  tras anunciar que Argentina y México procesarán y distribuirán a todo el continente una vacuna contra el Covid-19.

El anuncio llegó en el mejor momento para América Latina, porque todos los mandatarios están bajo un tsunami de críticas por su forma de enfrentar la pandemia de Covid-19 y su estrategia de reactivación económica.

 Brasil también tendrá sus propias vacunas de Covid-19, porque ha realizado acuerdos por separado. El presidente de Brasil,  Jair Bolsonaro, nunca apostó por los confinamientos ni el uso de la mascarilla y eso tiene hoy al país sudamericano como el segundo más contagiado del mundo y también como el segundo con más muertes.

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Si alguien necesita la vacuna de Covid-19 es el mandatario brasileño, lo contrario lo pone de patitas en la calle. Lo más lamentable es que en América Latina no se ha terminado la primera ola de contagio de Covi-19 y ya se está encimando la segunda, lo que avizora más muertes y contagios, sobre todo en zonas como Centroamérica.

Ningún gobierno de Centroamérica trabaja hoy con algún proyecto de vacuna contra Covi-19  y estarán sujetos a la distribución de México y Argentina. En esa región del mundo ha imperado el debate político entre si se debe o no de levantar los confinamientos por las pérdidas económicas que ha acarreado para países como El Salvador. 

El centro de Europa está haciendo todo lo que está a su alcance para frenar la segunda ola de contagio de Covid-19 y eso incluye el uso obligatorio de cubrebocas y una vacuna, donde lidera Alemania, Francia y Reino Unido.

La verdad es que los europeos han sido más cautos con los anuncios por lo contraproducente que puede resultar,en el plano médico, el anuncio prematuro de una vacuna contra la pandemia de Covid-19.

Sí es muy palpable como para el rebrote de Covid-19, los países nórdicos decidieron dejar de lado el escepticismo al uso de la mascarilla y de manera voluntaria lo están implementado en la conveniencia pública. Como se dice: Más vale tarde que nunca.

  Desde la trinchera en que usted se encuentre, las posibles vacunas y el uso del cubrebocas son los elementos clave que volverán a dar una vuelta de tuerca en el mundo, para bien o para mal. Ya veremos.

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