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La Opinión

Donald Trump usa cubrebocas como estrategia política

Donald Trump dijo que usar el cubrebocas es patriótico y esencial para evitar la propagación del Covid-19, que azota sin piedad a Florida y Texas

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El uso del cubrebocas tiene a la sociedad estadounidense dividida.

Tan alarmante es la crisis por la pandemia del coronavirus (Covid-19) en Estados Unidos, que el presidente Donald Trump se vio obligado a rectificar y ponerse el cubrebocas para evitar contagiarse del virus.

El cubrebocas para Donald Trump y sus seguidores representa una patada en las espinillas de cara a las elecciones de noviembre de 2020, cuando se enfrente al demócrata Joe Biden.

El giro de de Donald Trump sucede en el momento menos oportuno posible, porque trabaja con todas su baterías para revertir las tendencias negativas sobre su posible reelección.

Los casos de coronavirus en Estados Unidos superaron los cuatro millones, así como suma en promedio 2 mil 600 nuevos contagios cada hora, una de las tasas más alta del mundo.

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También, Donald Trump tuvo que volver a retomar sus conferencias por Covid-19 y mandar un mensaje señalando que el uso de la mascarilla es patriótico y esencial para evitar la propagación de virus, que azota sin piedad a Florida y Texas. Esas entidades de Estados Unidos los brotes de Covid-19 han provocado un incremento de casos positivos.

La misma pandemia está generando otro fenómeno que seguramente impactará las aspiraciones presidenciales de Donald Trump. Nueva York está en medio de una tormenta inmobiliaria, debido a que miles de inquilinos se quedaron sin dinero para pagar sus rentas, porque fueron despedidos ante las cuarentenas para evitar la propagación del Covid-19.

De acuerdo con el Centro Furman de la Universidad de Nueva York, en esa ciudad más de 700 mil hogares en alquiler han perdido sus ingresos por la pandemia, no se les puede desalojar, pero se pueden enfrentar a juicios por el impago de las rentas del alquiler, y por consecuencia pierde cada vez más la capacidad para poder alquilar otra vivienda en un futuro.

Manhattan por primera vez en más diez años registró una caída en el alquiler de departamentos, según el sitio inmobiliario StreetEasy. No hay que pasar por alto, que Nueva York fue el primer epicentro de contagios en Estados Unidos y hoy su número de muertos rebasa las 23 mil personas.

Uno de los expertos epidemiológicos más experimentados en Estados Unidos, Anthony Fauci ha tenido que remar contra la corriente en la lucha contra el Covid-19. 

Fauci señaló que se considera “más realista que alarmista”, luego de que Donald  Trump lo señalara de ser “un poco alarmista”, aún cuando la pandemia de coronavirus empeora en ese país.

Es cierto que no es la primera vez que Donald Trump ataca a Fauci, cuando la epidemia daba sus primeros pasos en suelo estadounidense, el magnate inició una ofensiva contra su propio asesor. Pero no contaba con la alta credibilidad que tiene Fauci entre los estadounidenses –ya la quisiera en estos momentos el presidente–, y es que el científico ha insistido en los confinamientos y en el uso de cubrebocas.

El uso o no de la mascarilla tiene a la sociedad estadounidense dividida entre los que piensan que el uso obligatorio de ese objeto viola los derechos personales y para otros es una señal de cuidado en favor de la vida propia y de la de los demás. También se puede leer como un choque entre la política y la ciencia.

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El debate crece en la Unión Americana, pero la realidad es que un 31 por ciento de los estadounidenses cree que el número de víctimas mortales del Covid-19 es menor que el reportado y otro 30 por ciento que está a la par del conteo oficial. La mayoría está compuesta por 59 por ciento de los republicanos,  32 por ciento de los independientes y 9 por ciento de los demócratas.

Para analistas como Mike Allen, de la organización Axios, “esto muestra el duradero impacto del presidente Trump en su base”. 

A pesar de las crecientes advertencias de autoridades médicas, el magnate insiste en que el brote de coronavirus está a la baja.

El presidente de Estados Unidos rechazó ordenar el uso de la mascarilla, aunque el pasado lunes envió un mensaje de tuit en el que afirmaba que usarla era patriótico.

Difícilmente Donald Trump se atreverá a decretar el uso de la mascarilla como obligatoria. Ha dejado la medida a criterio de los estados y señalado que en su opinión, el Covid-19 está bajo control y Estados Unidos tiene la tasa de infección y muerte más bajas del mundo. Ya sabe usted que ¡No hay más ciego que el que no quiere ver! Estados Unidos reporta casi 150 mil muertos, nadie en todo el mundo ha tocado esos niveles.

Hay otros detallitos en la crisis del coronavirus en Estados Unidos. Desde que se iniciaron los desconfinamientos se han propagado las fiestas nocturnas con grandes concentraciones de gente joven, en las playas se han visto multitudes y por si fuera poco el presidente con su fija idea de reelegirse promueve los mítines, el de Oklahoma que fue un rotundo fracaso y registró varios contagiados.

El asunto es que el presidente de Estados Unidos decidió cambiar el discurso, quizá demasiado tarde, y hoy apuesta por el cubrebocas. 

También ha fijado sus esperanzas en una vacuna y para tal efecto su gobierno apoya firmemente cinco de los más de 150 proyectos que se trabajan en todo el mundo. Por lo pronto, ya tiene apalabradas 100 millones de dosis, con opción a tener acceso a otras 500 millones más de la firma Pfizer y BioNTech.

La verdad suena muy atractiva esa política de apartar las vacunas, el presidente Trump ha señalado que su prioridad es vacunar a sus compatriotas lo más rápido posible, pero la mala noticia es que las estimaciones científicas apuntan a que una vacuna terminada apunta hasta el 2021, demasiado tarde para los intereses reeleccionistas del republicano.

Puede ser que la líder demócrata Nancy Pelosi tenga voz de profeta y se concrete lo que predijo: “El virus Trump (como llama al presidente) se tiene que ir de Estados Unidos”. Al menos las encuestas y las acciones del mandatario eso alertan, pero ya veremos.

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