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La Opinión

Nayib Bukele sobrevive al embate de la oposición, de las ONG´s y los maras

La forma de gobernar de Nayib Bukele no le gusta a la oposición y a las ONG´s, pero pararon la violencia y frenaron los contagios de Covid-19 en El Salvador

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El Poder Legislativo y Judicial de El Salvador ha abierto un frente en contra de Nayib Bukele.

Juan Pablo Álvarez, alcalde de Soyapango, en El Salvador, dio a conocer que la Unidad de Salud de la localidad hay un olor a muerte, un olor fétido de los cadáveres provocado por el coronavirus (Covid-19), los cuales llevan varios días ahí, la declaración por sí sola es contundente y es el resultado de la lucha política entre el presidente Nayib Bukele, el Congreso y la Corte Suprema.

¿Por qué le digo esto? Desde marzo el poder legislativo, el poder judicial y el poder ejecutivo de El Salvador protagonizan una lucha sin cuartel por las cuarentenas y los subsecuentes desconfinamientos. La verdad parece que en las disputas se anteponen los intereses políticos de todos y no la prevención sanitaria de los salvadoreños.

Hoy El Salvador, con una población de 6 millones 421 mil ciudadanos, está rebasado en sus servicios sanitarios, en la falta de personal médico y los contagios siguen aumentando, el mandatario Bukele alertó el 14 de julio de 2020 que el país tocaba los 10 mil contagios.

A pesar del escándalo nacional e internacional que supuso la entrada del Ejército al Congreso y de las controvertidas medidas estrictas del presidente para mantener el control sobre la pandemia, Nayib Bukele goza de una aprobación popular de 87 por ciento, según un sondeo de realizado por la Universidad Francisco Gavidia en medio de la epidemia.

Lee: Nayib Bukele reduce 51.3 los homicidios entre las pandillas en El Salvador

El rechazo de la población a los escándalos de corrupción y la inoperancia de los dos partidos mayoritarios llevaron el primero de junio de 2019, al empresario y exalcalde de San Salvador, a convertirse en el presidente número 46 del país centroamericano. El golpe más fuerte es que quedaron 30 años de bipartidismo entre la izquierda y la derecha.

El Salvador no pudo mantener una cuarentena domiciliaria obligatoria, pues sólo estuvo vigente del 21 de marzo al 13 de junio de 2020 en buena medida por la presión del Congreso (oposición) para iniciar una reapertura económica. La decisión puso al borde del colapso sanitario a ese país y no ha mercado la popularidad de Nayib Bukele, quien frenó en repetidas ocasiones a la reactivación económica.

El presidente de El Salvador, a quien se le acusa de autoritario, apostó desde un principio por obligar a seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para tratar de contener la propagación. Sin embargo el poder legislativo (oposición) no pensó igual y obligó a través de la Corte a las reaperturas precipitadas y políticas.

La más reciente batalla se registró en junio de 2020, cuando el gobierno de Nayib Bukele presentó a la Asamblea Legislativa una nueva propuesta para cumplir una cuarentena de 15 días y decretar estado de excepción para tratar de frenar la curva de contagio del Covid-19. Pero los diputados dijeron que no, con la justificación de que el daño económico es más grave.

La Corte Suprema de Justicia declaró inconstitucional un decreto del Ministerio de Salud, que obliga a cumplir la nueva propuesta de cuarentena domiciliaria, que restringía la movilidad de los salvadoreños.

El gobierno de El Salvador aplazó por dos semanas el inicio de la reapertura gradual de la actividad económica y comercial del país. El plan, que inició el 16 de junio, planteaba que el martes 7 de julio comenzarán operaciones de la industria de calzados, bolsas, cajas y papel, la totalidad de manufacturas, servicios empresariales y la circulación del transporte público.

Ahora se retomará el 21 de julio, en tanto la reapertura del aeropuerto para vuelos comerciales será el 18 de agosto, según el calendario oficial. Todo esto está en veremos. Las autoridades han calculado que desde que se implementó la primera fase de la reactivación, los contagios crecieron más de 50 por ciento, mientras que los decesos aumentaron en un 80 por ciento.

Como pintan las cosas es posible que ahora sea más cara económicamente la reapertura obligada por los legisladores, quienes en realidad no buscan paliar la crisis económica, sino más bien apalear a Bukele, quien hasta junio tenía bajo control la propagación del virus.

Hoy no se le puede responsabilizar del contagio que está experimentado El Salvador, pero tenga usted por seguro que así va a suceder.

Lee: Nayib Bukele veta la reactivación económica de los empresarios y el Congreso de El Salvador

El asunto ha trascendido las fronteras centroamericanas, en una audiencia ante el comité de asuntos del Hemisferio Occidental, Seguridad Ciudadana y Comercio de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, Michael Kozak, afirmó que el presidente Nayib Bukele no puede usar su alta popularidad “como una excusa o razón para violar la separación constitucional de poderes”.

Kozak representa a la administración de Donald Trump como el subsecretario interino de Estado para el Hemisferio Occidental. Su gobierno no ha condenado con mayor vehemencia los abusos de poder que múltiples voces reportan en El Salvador.


El subsecretario de Estado cuyo énfasis es el Hemisferio Occidental reaccionó a la pregunta del legislador demócrata Dean Phillips, que representa al estado de Minnesota. Phillips le recordó a Kozak que en una conferencia el pasado 24 de abril de 2020, al ser cuestionado sobre las actitudes no democráticas de Bukele, este simplemente dijo que el presidente salvadoreño tenía un alto nivel de popularidad.

Antes la pandemia, Bukele ya era objeto de fuertes críticas también de Organismos de etiqueta mundial, como Amnistía Internacional, que a través de su director para las Américas, José Miguel Vivanco, se lanzó en mayo contra el mandatario salvadoreño señalando sus formas de gobierno de crueles e inhumanas.

La reacción fue debido a que basado en informaciones de inteligencia, el gobierno de El Salvador aisló a los miembros de pandillas o maras presos y selló sus celdas para evitar que se comunicaran con otros reclusos y cortar así órdenes de asesinatos hacia el exterior.

Pero hay que hacer hincapié en que las maras en El Salvador son una epidemia social que tiene carcomida las diferentes estructuras sociales del país centroamericano, y que difícilmente como se sugiere aquí en México, ellos iban recular con abrazos y apapachos. La verdad, se impone la mano dura, pero justa, para gente que actúa precisamente sin la menor contemplación de los derechos
humanos del otro.

La cifra de los homicidios en El Salvador, considerado uno de los países más violentos del mundo, se redujo 62.8 por ciento con la llegada de Bukele en el primer semestre del 2020, frente al mismo lapso del año pasado, según estadísticas oficiales consultadas en la Dirección de Información y Análisis (DIA) del Ministerio de Seguridad.

Es inevitable que Bukele seguirá bajo el fuego de los tradicionales políticos de El Salvador, pues les arrebató la gallina de los huevos de oro. También es cierto que el presidente tiene una dura forma de gobernar, pero si le da resultados y la gente lo aprueba, las rémoras políticas seguirán buscando como desacreditarlo. La verdad es que el mandatario parece un hueso duro de roer.

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