El Extranjero
La cartonera Sabrina Sosa dice que se necesita fuerza y valentía para dedicarse a ese oficio
Los cartoneros, como se les conoce en Argentina, surgieron en 2001 cuando el país vivió la peor crisis económica, social y política de su historia reciente.
Junto con su amiga Sabrina Sosa, Ayelen Torres recorre las calles de La Matanza, donde ambas recogen cartones y plásticos que hábilmente apilan y aprietan en un carro, y estos desechos son el tesoro con el que dan de comer a sus hijos.
“Yo me siento como una heroína. Hay que tener fuerza y valentía para dedicarse a esto”, comenta Ayelen, de 25 años y madre de dos niñas, quien ha vivido siempre en La Matanza, uno de los más codiciados centros de votación de Argentina, con un millón de electores.
La pobreza afecta al 40 por ciento de los argentinos y es tema central de campaña de cara a las presidenciales del domingo, en uno de los países más ricos del mundo hace un siglo y que hoy padece una inflación anual de casi 140 por ciento.
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Sobre las elecciones que se disputan en primera vuelta el ultraderechista Javier Milei, el ministro de Economía peronista Sergio Massa y la conservadora Patricia Bullrich, ella no tiene expectativas.
“Gane quien gane igual tendré que levantarme a las seis de la mañana para ir a cartonear”, asegura.
En sólo dos horas, las mujeres vestidas con camiseta o chaleco azul marino que las identifica como parte de la cooperativa, han juntado 76 kilos de materiales que ahora serán clasificados en el centro de reciclado local.
En una buena jornada, pueden duplicar esa cantidad y también el pago con el que enfrentan la crisis económica.
“El cartón es el pan nuestro de cada día”, dice Sabrina, de 29 años, madre de un niño de 7 al que cría ella sola. Está embarazada de tres meses y quiere seguir trabajando en la cooperativa Construyendo desde abajo, a la que ingresó después de la pandemia.
Antes había trabajado en una pizzería, de vendedora en una feria y también de niñera, pero nunca ha tenido un contrato formal.
Trabajo digno
Un mural del ídolo del fútbol argentino Diego Maradona custodia el ingreso al local de 700 metros cuadrados en el que trabajan por turnos unas 120 personas. A unas cuadras de allí, la organización tiene también una guardería infantil.
Ayelen y Sabrina acuden a la planta cinco días a la semana en turnos de cuatro horas para clasificar y empacar. Por esa labor reciben un pago equivalente a la mitad del salario mínimo a través de un auxilio del ministerio de Desarrollo Social. La cooperativa les da equipamiento, como el carro, los costales y los guantes.
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“Este trabajo estabilizó mis ingresos. Es la primera vez que tengo un trabajo reconocido. Es un trabajo digno”, dice Ayelen, que antes era vendedora ambulante y ahora se siente feliz de ser ejemplo para sus hijas.
“Para el Día del Trabajador, mi hija mayor en la escuela me dibujó con el carro de cartones y escribió: ‘Mi mamá trabaja en el cuidado del medioambiente'”
El material de reciclaje que recoge junto con Sabrina por las calles más comerciales de La Matanza lo vende al peso a la propia cooperativa.
Desafío enorme
Los cartoneros, como se les conoce en Argentina, surgieron en 2001 cuando el país vivió la peor crisis económica, social y política de su historia reciente.
Luego, en 2020 y 2021, durante la pandemia, se sumaron muchos más, porque hubo todo un sector de la sociedad que no tenía recursos.
“Muchos que tenían un trabajo garantizado perdieron todo, perdieron derechos, un montón de cosas”, recuerda Santiago Brítez, cartonero desde principios de los 2000 y ahora al frente del centro de reciclaje de La Matanza.
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A lo largo del país son más de 150 mil, según la Federación de Cartoneros, Carreros y Recicladores.
Jackie Flores, quien es subsecretaria de Ambiente de la provincia de Buenos Aires, reconoce que en ese momento aparecieron familias enteras en los basurales a cielo abierto, niños buscando comida.
“Es un desafío enorme” dice esta mujer, que durante años fue cartonera y que promueve la instalación de plantas de reciclado para que trabajen allí quienes están en los basurales.
La labor y organización de los cartoneros ha sido elogiada por el papa Francisco, antiguo arzobispo de Buenos Aires.
“Cuando ustedes reciclan, hacen dos cosas: un trabajo ecológico necesario y por otro lado, una producción que fraterniza y da dignidad a este trabajo”, les dijo en un mensaje en 2013.
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