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¿Recuerdas a El Chupacabras, el ser que provocó terror en México en 1996?

Un misterioso animal que generalizó el miedo en la Ciudad de México y al menos 10 estados de la República

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Fue una mañana de mayo de 1996 cuando los mexicanos nos quedamos asombrados, temerosos y preocupados con la noticia sobre la muerte de gallinas, guajolotes, patos y borregos y cabras en los municipios de Texcoco, San Vicente Chicoloapan y Chimalhuacán, en el Estado de México. El Chupacabras

Junto a las casas de sus dueños quedaron los animales de corral. Todos los propietarios de los animales se quedaron paralizados al descubrir que todos estos animales tenían en el cuello marcas de colmillos, por donde les succionaron la sangre.

Los borregos, cabras, gallinas y guajolotes amanecieron ahí en sus corrales sin vida. Nadie se explicaba quién o quiénes los habían matado de esa forma. Los días pasaban y en otras comunidades y rancherías seguían apareciendo los animales de corral muertos de la misma forma: todos con heridas de dos colmillos en el cuello.

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La noticia de la muerte de esos animales se empezó a extender rápidamente, hasta que las llamadas telefónicas empezaron a llegar a la redacción de La Prensa, sí, al Periódico que Dice lo que Otros Callan.

En la jefatura de información de inmediato se tomó la decisión de comisionar a un reportero para realizar la cobertura periodística de la extraña muerte de esos animales de corral.

Fue en esos domicilios donde acudimos para tomar nota de la muerte masiva de gallinas, patos, guajolotes, chivos y borregos. Para entonces, todo era una incógnita, pues nadie sabía quién, quiénes, o qué mataba y chupaba la sangre a esos animales de corral.

Desde entonces, estuvimos ahí para conocer y tener de primera mano la información sobre la muerte de esos animales. Los propietarios coincidían en lo mismo. “Durante la madrugada solo escuchábamos un aleteo” y al amanecer atónitos se quedaban al ver sus chivos, gallinas y guajolotes tirados en el piso y, todos, sí, todos con colmillos enterrados en su cuello y sin gota de sangre.

La preocupación, el miedo de la aparición de los animales muertos, llevó a los pobladores a organizarse y con armas turnarse para cuidar a sus animales de corral.

Nadie vio nada, nadie se dio cuenta de nada; nadie pudo tener a la vista al que mataba a los animales. Las autoridades municipales, socorristas, personal de Protección Civil, policías municipales, estatales; ministerios públicos y peritos de la entonces procuraduría General de Justicia del Estado de México tomaron conocimiento de la muerte de los animales de corral, sin poder dar crédito a lo que se enfrentaban.

Para entonces sólo se tenían los testimonios de los dueños de los animales muertos en el sentido de, solo haber escuchado durante las madrugadas aletear algo y al amanecer encontrar muertos sus guajolotes, cabras y gallinas.

Ya se empezó a correr el rumor de que el que atacaba y le chupaba la sangre a esos animales de corral, era El Chupacabras.

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Mientras la noticia apenas se empezaba a dar en los medios de comunicación electrónicos y televisivos, nosotros, ya habíamos publicado en portada y contraportada imágenes de los animales muertos y continuamos la investigación para conocer quién era el depredador que para entonces ya había sembrado terror entre los mexicanos, principalmente entre rancherías y comunidades donde el ser extraño había cobrado la vida de animales.

Un año antes -1995- en República Dominicana, Costa Rica, Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Panamá, Perú, Brasil y en el sur de Estados Unidos, principalmente en Texas, ya se hablaba de un ser extraño que mataba y le chupaba la sangre a los animales de corral, al que le llamaban El Chupacabras, muy parecido al que en mayo de 1996 apareció en México.

Se afirma que el primer avistamiento del El Chupacabras fue en 1995 en Puerto Rico, en una región llamada Canóvanas.

Se cuenta que hubo una testigo cuyo nombre era Madeylen Tolentino, quien afirmó haberlo visto, pues éste pasó frente a la ventana de su casa.

Después de ese primer avistamiento, también otros lugareños dijeron haber atestiguado su presencia, y aunque no lo distinguieron perfectamente, sí pudieron dar una vaga imagen de ese animal al que describieron como una criatura bípeda, de entre 1.20 y 1.50 metros, cuyos grandes ojos eran terroríficos; tenía púas sobre su espalda y garras afiladas.

La gente comenzó a referirse a esa criatura como “la bestia”, y le atribuyeron la muerte del ganado, ya que le succionaba la sangre, tal cual, al modo de los vampiros, a través de dos perforaciones en el cuello.

Tras hacerse públicos los ataques y luego de que los medios de comunicación iniciaron a reportar sobre las víctimas que “aparecían desangradas”, dio inicio el mito de El Chupacabras, el cual se extendió más allá de las fronteras de ese país.

Pero no sólo el mito salió para ser noticia en otras latitudes, sino que en sí misma esa criatura se hizo presente en México y en el sur de Estados Unidos, principalmente

Las historias de la muerte de cabras eran muy similares, por eso, se corrió la voz de que las muertes de los animales de corral en los municipios del Estado de México habían sido cometidas por El Chupacabras.

El murmullo de un temor sin nombre se esparció como un rumor, éste hablaba sobre un ser que chupaba la sangre de los animales, sobre todo de las cabras, arrancándoles la vida con vehemencia.

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El nombre de este ser justificaría su inclusión en un libro de zoología fantástica, sin embargo, sugiere más la locución de un ser imaginario que de una criatura mítica engendrada por la fantasía de los hombres.

La búsqueda de El Chupacabras

En mayo de 1996, primer año del entonces presidente Ernesto Zedillo Ponce de León es cuando se dieron las primeras apariciones de animales de corral muertos.

Desde entonces nos dedicamos a seguir, buscar y tratar de encontrar el rastro por distintas latitudes de ese asesino de animales de corral, respondiendo no sólo al llamado de la verdad, que exige siempre el trabajo de un reportero, sino al deseo de agrandar el número de curiosos que gustan de misterios y que diariamente buscan conocer más sobre este caso que provocó asombro.

Sin cesar, nos dedicamos a rastrear el camino de esta bestia que nació casi de la noche a la mañana. No había registro de ella, ni siquiera había sido bautizada, pese a que algunos medios suponían que desde hacía varias décadas ya existía el rumor de El Chupacabras.

Debido a la difusión mediática del ser que chupaba la sangre del ganado, el tema se difundió rápidamente por todo el país en muy poco tiempo.

De tal modo que para La Prensa, El Diario de las Mayorías, el asunto no fue para menos, sobre todo porque este rotativo se ha preocupado por desmitificar los asuntos más triviales y dar a los lectores las noticias más importantes.

Así pues, además de tener corresponsales en los estados donde se propagó inicialmente con mayor rapidez este fenómeno, en El Periódico que Dice lo que Otros Callan, tuvimos presencia personalizada para seguir la pista de ese supuesto ser del que nadie tenía certeza de cómo era y se le atribuían características sobrenaturales.

Sobre todo, porque otros medios proyectaron una verdad ilusoria y llena de errores provenientes del propio vulgo; pues se decía que El Chupacabras era un ser fugitivo y demoníaco que nadie había tocado, pero que muchos decían haber visto en el fondo de la oscura noche.

Así pues, en mayo de 1996 comenzaron a llegar noticias como en el caso de Guadalajara, donde el corresponsal escribió: “Aparece ‘Chupacabras y ‘mujer loba’ en Jalisco!”; donde se detallaba que en el poblado de Tlajomulco de Zúñiga un campesino había denunciado la muerte de una decena de carneros por un supuesto “Chupacabras”.

Esa información contrastaba en dos contextos culturales diferentes de la sociedad mexicana y alguien tenía que constatar los hechos. Ya que, por una parte, el sector rural le confirió gran verosimilitud al rumor del El Chupacabras.

Mientras el temor crecía por la aparición de la bestia que había atacado en municipios del Estado de México, conforme fueron pasando los días, las semanas y los próximos meses, el ya denominado El Chupacabras, había aparecido en los Estados de Tamaulipas, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Durango, Querétaro, Puebla, Veracruz y Jalisco.

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Al igual que en el Estado de México, también en rancherías y comunidades apartadas de la civilización, amanecían muertos los animales de corral, todos de la misma forma con heridas de colmillos enterrados en su cuello, a los cuales les habían chupado la sangre.

La intención era seguir dando la información más precisa y de primera mano a los lectores de La Prensa, por lo que recorrimos los lugares donde se reportó la muerte de cabras, gallinas, guajolotes y patos.

Estuvimos ahí en las rancherías, donde la gente humilde, con casas de madera y otros materiales sensibles, estaban aterrados por la presencia de ese ser que había dado muerte a sus animales de corral y los había dejado sin nada.

La situación en comunidades de Jalisco era preocupante para los pobladores, pues temían que también fueran atacados por la bestia o El Chupacabras.

El caso no solamente fue investigado por las policías y las autoridades de investigación de los delitos de Jalisco, sino que un grupo de investigadores de la Universidad de Guadalajara, acudió a estos pequeños poblados en busca de evidencias.

Fue en el patio de una casa de una ranchería donde los investigadores de aquella escuela, hallaron una pezuña enterrada entre la tierra fresca de un cultivo.

Se trataba de una pezuña más chica que la del ganado vacuno y más grande que la de corderos. Los especialistas universitarios tomaron muestras y rescataron la pezuña con material flácido que se hace duro con el tiempo.

Esta evidencia ahí se quedó. También tomaron muestras de los animales de corral que fueron atacados y muertos por El Chupacabras.

¿Realidad o mito?

Pobladores que fueron testigos de los ataques de la extraña criatura lo calificaron como un ser demoníaco, que, bajo las sombras de la noche, atacaba a los animales de corral; sin embargo, nadie había tocado, pero que muchos afirmaron haberlo visto escabullirse en la profundidad de la oscuridad.

Los testigos y dueños de los animales muertos, lo describían como un “raro animal” que “atacaba” a sus víctimas y que “nadie podía atrapar”; prácticamente un ser “intocable”, pero que “causaba pánico” o “terror” y además era “escurridizo”.

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Como representantes de uno de los medios de comunicación con mayor penetración en la sociedad, fuimos testigos de cómo quedaron muertos los animales de corral, pero no solo eso, sino que también los revisamos y vimos las heridas de los colmillos que les habían enterrado en el cuello.

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Pocos fuimos los que nos tomamos el tiempo para dirigirnos a los escenarios donde atacaba El Chupacabras, para tomar nota de esos hechos y darlos a conocer a la sociedad mexicana, así como brindar un panorama más cercano a la realidad tangible.

Fue a partir de las imágenes y las notas transmitidas que El Chupacabras adquirió verdadera forma y cuerpo, aunque no fuera visible; tenía características físicas específicas, aunque nadie lo había visto ni atrapado. Lo curioso del caso es que había unas representaciones tan extraordinarias, que por su propia naturaleza dejaba muchas dudas.

Entre ellas se decía que era un ser extraterrestre, o bien, un ser demoníaco; que era un murciélago gigante o vampiro agresivo que siempre estaba listo para atacar o al acecho, todo, con base en los testimonios de los testigos oculares que habían “creado” al ser.

Lo cierto es que no hubo ninguna evidencia real, verídica u oficial. En los reportes forenses nunca se logró comprobar con base en algún procedimiento científico, que algún animal hubiera drenado la sangre de sus víctimas.

La realidad tiende a evadirse y pareciera más lógico aceptar la presencia de lo desconocido para explicar que la naturaleza tiene un modo peculiar de despistar al espectador ingenuo.

La explicación más sencilla, versa un dicho, casi siempre es la correcta. De tal modo, era más sencillo creer que unos perros salvajes o coyotes, quizá algún animal mal hecho genéticamente, fueron los responsables de devorar animales de granja.

El 8 de mayo, La Prensa informó sobre la captura de un supuesto Chupacabras en Nayarit. Tres hombres de la comunidad de Acaponeta, atraparon en el patio del domicilio de uno de ellos, a un extraño animal que tenía un hocico largo, grandes colmillos, patas engarrotadas como de rapiña, unas alas largas y era de un tamaño del doble de grande que una gallina.

En entrevista con el subcomandante de la Policía de Nayarit, Gerardo Montiel, señaló que el extraño ser se parecía a un murciélago gigante y llevaba varios días atacando el ganado y que lo habían visto rondar cerca de la costa.

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Al día siguiente, en la presa Abelardo Rodríguez, a dos kilómetros del centro de Hermosillo Sonora, habitantes del lugar encontraron a otro misterioso ser, quienes, según ellos, se trataba del El Chupacabras, el cual también afirmaron que tenía un aspecto bastante raro, con hocico largo como el de un ratón, ojos de sapo y unas alas largas y emplumadas, como si fuera un murciélago bastante grande.

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Fue así como durante mayo de 1996, se reportaron varios casos sobre ataques de El Chupacabras; desde Sonora, pasando por Guerrero, Guadalajara, San Luis Potosí, Querétaro y el entonces Distrito Federal, fueron el centro de atención, porque fue donde aparecieron muertos los animales de corral.

Asimismo, decenas de personas y animales muertos fueron los protagonistas de una histeria colectiva, que hizo pensar que una extraña y macabra especie, venida de quién sabe dónde, no sólo atacaba el ganado, sino también a seres humanos.

El Chupacabras ataca en Texas

En 2007, científicos estadounidenses analizaron a un supuesto Chupacabras y concluyeron que se trataba de un coyote; sin embargo, hubo muchos escépticos, quienes sólo creyeron que el monstruo era una nueva encarnación del mal.

Ese mismo año en la comunidad de Cuero, Texas, un extraño depredador mató a varias gallinas en el rancho de una mujer de nombre Phylis Canion, quien una tarde tuvo la oportunidad de ver al extraño animal y la dejó estupefacta.

Al ver los tremendos colmillos de la bestia, no dudó en pensar que éste era sin duda, el que estaba matando a su ganado. Pero lo que más llamó la atención de ella y de sus vecinos, fue que la alimaña no se comiera a sus presas o se las llevara, sino que sólo les extraía la sangre.

Días después, Phylis tuvo la oportunidad de encontrar en la carretera al extraño animal muerto, recogió su cuerpo y lo entregó a un equipo de tres investigadores para que le realizaran varias pruebas.

La apariencia de El Chupacabras encontrado por Canion era muy peculiar; su piel era gruesa como la de un elefante, sus patas delanteras eran mucho más cortas que las traseras, su pelo era escaso y tenía unos colmillos muy largos.

Así que el equipo de investigadores hizo tres pruebas distintas para conocer con más certeza la especie a la que pertenecía este extraño ser.

El genetista Irving Kornfield se encargó de analizar el pelo, la veterinaria Joanne Mansell la piel para precisar si el animal contaba con alguna enfermedad epidérmica y Tod Disotell, científico de la Universidad de Nueva York, estudiaría un pedazo de tejido para realizar una prueba de ADN.

Los resultados de la investigación de Irving Kornfield determinaron que el pelo de la extraña criatura no pertenecía a ninguna especie de mono, tampoco de murciélago, sino a un cánido, entre los cuales se encuentran: lobos, chacales, coyotes, zorros e incluso, perros domésticos.

La investigadora Joanne Mansell llegó a la conclusión de que se trataba de un animal carnívoro muy semejante a un lobo o a un chacal, pero no pudo comprobar que padeciera de una severa infección en la piel, como lo es la sarna.

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Mientras tanto, los estudios de ADN realizados por Tod Disotell determinaron que era un coyote, animal muy común en el sur de Texas. De modo que por conclusión, los tres científicos coincidieron en sus estudios que al ser que llamaban El Chupacabras no era más que un cánido, muy probablemente, un lobo, un coyote, o la cruza de ambos.

Sin embargo, los testigos que vieron o que fueron atacados por esta misteriosa bestia, desde Puerto Rico hasta Texas, incluyendo los de México, se mantuvieron escépticos ante la idea de que se tratara de un perro, lobo o coyote.

La extraña criatura no se parecía a nada de lo que habían visto en sus vidas. Para ellos, El Chupacabras era la nueva encarnación del mal.

El Chupacabras, mito o realidad… La única realidad que sí vimos y que de la que fuimos testigos, fue la muerte de animales de corral, borregos, gallinas, patos y cabras.

Esta es solo parte de la información que logramos obtener de primera mano con la entrevista a los dueños de los animales muertos y de los habitantes que durante varios meses vivieron momentos terror, pues el temor era porque ellos no querían ser atacados por esa bestia que nadie vio, pero que solo dejó muertos cientos de animales de corral en municipios de varios estados de la República Mexicana.

Noel F. Alvarado | La Prensa

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