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Baja California

Un sobreviviente del movimiento estudiantil de 1968 sobrevivió gracias a una familia

Alfredo García narra su experiencia de cómo logró esquivar las balas de los militares

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LA PAZ, Baja California Sur. En 1968, Alfredo García Guerrero era un estudiante de la UNAM y a quien el movimiento estudiantil le cambió la vida, pues dejó sus estudios de psicología y se convirtió en hippie, “por la decepción que tenía de vivir en el sistema opresor”.

Recuerda que cuando comenzaron los disparos corrió con la cabeza abajo al lado de los edificios mientras los helicópteros ametrallaron a la multitud que corría para salvar su vida y en un momento determinado comenzó a caer polvo sobre su cabeza debido a los impactos de bala que pegaban en la pared que le llenaban de polvo el cabello y solo logró escapar de las balas refugiándose en un edificio de apartamentos.

“Después de lo que me pasó en Tlatelolco dejé mis estudios de psicología y me convertí en hippie por la decepción que tenía de vivir en el sistema opresor, por eso me fuí a la sierra de Oaxaca, a Huautla de Jiménez, la tierra de María Sabina y de ahí quería ir a la playa de Zipolite, pero el presidente ordenó que nos bajaran a todos los hippies y me apresaron, me salvé gracias a que el chofer de un camión nos gritó ‘subanse pendejos’ los van a matar”.

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Alfredo García Guerrero, de 79 años, nacido en la Ciudad de México, pero con casi 60 años viviendo en la ciudad de La Paz, narra su vivencia en el movimiento estudiantil de 1968, él estaba estudiando el tercer semestre de la carrera de Psicología Industrial en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y posteriormente estudió Literatura y Arte Dramático, lo que le permitió seguir su lucha a través del teatro en los estados de Guerrero y Chiapas.

Su compañero de clase era Luis González de Alba, representante del Consejo General de Huelga del movimiento estudiantil en la Facultad de Filosofía y Letras, “estudiaba conmigo psicología y era el dirigente del Consejo de Huelga de toda la Facultad de Filosofía, nos organizó en brigadas y una de las primeras acciones que hicimos fue secuestrar los mimeógrafos de la universidad para expresar nuestras ideas”.

Elaboramos volantes y boletines informativos con las bases de nuestra lucha, las razones del movimiento estudiantil, las exigencias de los estudiantes, también teníamos la comisión de repartirlos para explicar a la población de qué se trataba todo el movimiento porque la prensa estaba totalmente bloqueada para el movimiento, la manejaba el sistema totalmente autoritario que imperaba en México en ese entonces”.

“No se permitía la disidencia política de ninguna forma, era una represión absoluta durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, quien ha sido el presidente yo creo que más nefasto que nos ha tocado vivir en en México porque a fin de cuentas fue un genocida y un asesino que mató a mucha gente a miles de estudiantes y a gente de la sociedad civil que también estuvo ese día en Tlatelolco”.

“El 2 de octubre se convocó a una reunión en Tlatelolco era un mitin en donde murieron muchos compañeros y mucha gente, mi compañero Luis González de Alba iba a ser orador en ese mitin porque era el representante del Consejo General de Huelga de la Facultad y le tocó dar el discurso, entonces me dijo ‘oye Freddy acompáñame porque me toca hablar a mí’, híjole, yo la pensé mucho porque ya estaba la represión muy fuerte”.

 “Entonces empezó a llegar la gente y en cuanto iban llegando se mencionaba los grupos para aportar un sindicato de cada contingente y se les iba mencionando hasta que llegó un momento en que pues se llenó totalmente la plaza, estaba a reventar de gente, había pues señoras, niños estudiantes, obreros, amas de casa, se llenó toda la plaza que es grandísima quién sabe no sé cuánta gente había”.

“Empezó el discurso sobre el movimiento estudiantil nuestras propuestas que eran que queríamos democratizar al Estado porque vivíamos en un totalitarismo donde no se permitía la disidencia política y donde la represión era una de las características del sistema de entonces y nosotros como jóvenes pues estábamos ya hartos de vivir en una situación de represión, no solamente política sino también educativa y familiar”.

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“Nosotros fuimos una generación que rompió con una serie de valores que venían de muy atrás de generaciones donde todavía la educación familiar era muy cerrada y muchos compañeros de mi generación decidimos buscar una transformación y un cambio en el país entonces y ya mi compañero empezó a hablar sobre todas esas cosas en el micrófono y yo estaba sentado en frente de la plaza oyendo el discurso”.

“En en un momento determinado llegó un helicóptero y se puso arriba de la plaza y soltó una luz de bengala y comenzaron a disparar desde el helicóptero entonces ya lo vi más con más calma, traía una ametralladora como las de helicópteros Apaches de Vietnam pegada al piso, y desde ahí empezaron a ametrallar a la gente que estaba en la plaza, en las orillas, y empezó a caer mucha gente al suelo con los disparos ”.

“Yo estaba a tres cuadras de la avenida Reforma y en ese momento salí corriendo pegado a los edificios, como en las películas de guerra, agachado y en cada edificio había bardas y de repente comencé a sentir que me estaba cayendo mucho polvo en la cabeza, pero seguía corriendo al lado de una barda y es que los impactos pegaban en la barda sobre mi cabeza y el polvo que caía era de los agujeros en el concreto justo a centímetros de mí”.

“No sé si la ametralladora que tenía el helicóptero no podía bajar o el soldado que estaba disparando no me quiso matar porque nunca bajó la ametralladora y yo seguí corriendo por toda la barda y me siguió cayendo la tierra y el polvo del concreto de la barda, dije ya no voy a llegar a Paseo de la Reforma entonces me metí a la parte de atrás de la barda para evitar los disparos y me subí a uno de los edificios por las escaleras”.

Abrieron la puerta de uno de los departamentos y adentro había unos veinte de mis compañeros tirados en el piso porque las balas entraban por las ventanas del departamento y ahí tuvimos que esperar a que terminara la balacera porque llegaron los soldados por la parte de atrás de la iglesia y nos disparaban también los soldados, además de los helicópteros, a las 11 de la noche comenzamos a salir de dos en dos para escapar”.

“Nosotros nos salvamos de pura suerte, pero a mi compañero que dio el discurso lo apresaron unas personas vestidas de civil con guantes blancos que estaban en la planta baja frente a elevadores y escaleras lo capturaron, me enteré que estuvo preso tres años en Lecumberri junto con otros dirigentes que estuvieron ese día en Tlatelolco estuvieron en un área destinada exclusivamente para presos políticos”.

Afortunadamente para mí, una alma piadosa me abrió la puerta de su departamento me pude salvar ahí no llegaron los soldados yo agradezco a la persona que sin conocerme ni a mi y ni a mis compañeros puso en riesgo su vida por salvarnos tal vez era simpatizante del movimiento o tal vez no pero le agradezco infinitamente que nos haya ayudado por eso puedo contarlo solo lamento no haberle presentado su nombre”.

Aarón Romero | El Sudcaliforniano

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