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Puebla La Churrería tiene más de seis décadas de historia y sigue muy vigente

Puebla La Churrería sobrevivió a la pandemia por Covid-19

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PUEBLA, Puebla. En pleno corazón de la capital poblana hay un establecimiento con más de seis décadas de historia: Puebla La Churrería, donde siempre hay largas filas de compradores que quieren probar de este dulce postre.

Fundada en 1960 por el emprendedor oaxaqueño Vicente Pascual, esta pequeña churrería ha dejado una marca en la memoria y en los paladares de los poblanos y visitantes.

Comenzó su trayectoria como un modesto local detrás de la Catedral de Puebla, en la calle 2 Sur, esquina con 5 Oriente, del Centro Histórico. Vicente Pascual, en busca de mejores oportunidades de vida, decidió radicarse en Puebla en la década de los 40.

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Inicialmente intentó vender tortas compuestas, pero las ventas no fueron lo suficientemente prósperas para cubrir los gastos de renta y solventar el negocio.

Fue entonces cuando decidió incursionar en la oferta de churros de harina y sal (sin dejar las tortas), que ya se comercializaban en la ciudad. El éxito del negocio no se hizo esperar, gracias a la ubicación estratégica del establecimiento.

“Antes de que emprendiera, él se paraba en la esquina, veía donde hoy día están los churros y decía: ´Ese local algún día tendrá que ser mío´; lo cumplió, aunque sus ‘Súper Tortas Ángeles’ no pegaron, lo hicieron sus churros.

Él buscaba mejores oportunidades de vida, ya que había sido complicado su pasado”, explica Oscar Vicente Calderón, hijo del fundador y uno de los actuales encargados del establecimiento, junto con sus hermanos.

Dos años después de su apertura, unos visitantes españoles, conocedores de los auténticos churros de su país, hicieron una visita a lo que antes se llamaba “La Súper Churrería” y expresaron su opinión sobre el sabor de los churros que se vendían ahí.

Aunque sus comentarios fueron un tanto negativos, pero no malintencionados, este visitante amablemente compartió con Vicente Pascual la receta tradicional de los churros españoles, preparados con azúcar y canela. Esta nueva receta, llena de sabor y dulzura, contribuyó a la popularidad creciente de la churrería.

“Vinieron de Valencia, y le dijeron ‘con todo respeto que usted nos merece, el churro que usted prepara no tiene nada de sabor’, entonces mi papá, molesto, les dijo que así se preparaban en México, los españoles le contestaron ‘no se moleste, nosotros somos de Valencia y le vamos a mandar la foto de la receta de lo que es el verdadero churro, España es la cuna del churro’.

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Y en efecto, a los tres meses vinieron y se la entregaron, receta que hasta la fecha guardamos y ayudó al crecimiento del negocio”, revela Oscar.

El hijo del fundador comenta que desde que él tiene memoria se han hecho largas filas en el establecimiento por los churros, sobre todo en fines de semana, vacaciones o cuando las temperaturas son bajas, ya que a sus clientes les gusta comer el churro acompañado con un chocolate caliente.

Expresa también que su papá al principio preparaba tres kilos de harina diaria, pero por la alta demanda del producto tuvo que ir incrementando, hasta llegar a los 20 kilos, cantidad que hasta la fecha venden.

Hay todo tipo de clientes, tanto poblanos como turistas, de todas las clases sociales, muchos saliendo de misa se venían por sus churros o simplemente por gusto venían y hasta la fecha vienen”, añade Vicente.

Incluso alguna vez llegó un cliente de Francia, quien le mencionó a Pascual, que eran los mejores churros que había probado, superando a los de España.

“Mi papá le dijo que muchas gracias, luego le preguntó que cómo había llegado ahí, y el francés le dijo que su negocio estaba dentro de un libro de los 100 lugares que debían visitar de Puebla; eso le sacó lagrimas a mi papá, porque se dio cuenta que había valido la pena tanto esfuerzo”, afirma el hijo.

El prestigio de este establecimiento trascendió las fronteras de la ciudad y ha atraído a diversas personalidades, incluyendo gobernadores del estado y artistas como Salma Hayek, Héctor Suárez, Galilea Montijo y Joaquín Sabina, incluso el exembajador de Estados Unidos, Chritopher Landau.

“Era la pandemia y se sentó, había una seguridad impresionante en cada esquina, y un amigo nos dijo que estaba el embajador dentro del negocio, yo no sabía, y después el mismo embajador publicó un tweet que nos expuso a nivel mundial”, recuerda Oscar.

“Disfrutando nuestro fin de semana familiar en Puebla. Recorriendo el centro esta noche, vimos una fila en esta churrería y ahí nos quedamos ¡Excelente decisión! 13 churros/$50. Se come demasiado bien en Puebla”, se lee en la publicación de lo que hoy día es la red social X.

Oscar Vicente destaca que la churrería había permanecido abierta más de 60 años sin detenerse los 365 días del año, sin importar las festividades, hasta estaban buscando ganar un Récord Guinness, sin embargo, en 2020 se vieron forzados a cerrar por la pandemia de la Covid.19:

“Mi hermano ya estaba buscando la manera de que lo ganáramos, estábamos investigando, pero pues llegó la pandemia que nos afectó a todos, cerramos tres meses, algo que sorprendió a todos los poblanos, ya que estaban acostumbrados a vernos abiertos; mucha gente creía que ya era un adiós para siempre, pero aquí seguimos, rentando, pero seguimos, como diría mi papá”.

Lo que era el pequeño local se expandió por la alta demanda del producto estrella, abriéndose una cortina más y el área de arriba. Así como se abrieron más sucursales en Puebla, sin embargo, hoy sólo queda la del Portal Morelos, del Zócalo.

En la ciudad de México tienen tres sucursales debido a que firmaron un convenio con El Palacio de Hierro, en Polanco, Perisur, Santa Fe, y una más en Veracruz, en Plaza Andamar.

Hoy en día Puebla la Churrería es un ícono de la Angelópolis, tan es así que forma parte del recorrido guiado del servicio de autobús turístico (Turibús), y cada vez que pasa por esta esquina, desde el interior del local se oye el repicar de una campana que da la bienvenida a los visitantes.

Aunque el negocio es operado actualmente por los hijos del fundador, quienes tienen carreras profesionales, dedican parte de su tiempo a mantener vivo el legado de su padre. Continúan deleitando a los comensales con los churros, ahora agregando sabores como chocolate, lechera, cajeta, entre otros más. Hasta las tortas siguen a la venta con las rajas peculiares que preparan.

Comúnmente cuando el pilar de un negocio llega a fallecer el negocio se acaba, pero mi papá nos enseñó a amarlo, somos cuatro hermanos hombres, gracias a este negocio tenemos nuestra profesión y nos rolamos 2 días a la semana para atenderlo y darle continuidad. Estamos todos los días desde las 7 de la mañana hasta 1 o 2 de la madrugada.

Eduardo Romero | El Sol de Puebla

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