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La Opinión

Nayib Bukele no camina, prefiere correr

Si Nayib Bukele hubiese ejercido la Presidencia en el periodo 2014-2019, no podría buscar la reelección para el lustro 2024-2029

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En marzo pasado todo marchaba como miel sobre hojuelas para el presidente de El Salvador, Nayib Bukele su partido Nuevas Ideas (NI) logró la mayoría en el Congreso y con ello le arrebató el último bastión de poder que le quedaba a los viejos partidos, no sólo eso, le dio manga ancha para echar andar sus proyectos políticos.

Entres sus perspectivas está la reelección de un periodo más de gobierno, la adopción del bitcoin como moneda de curso legal y tumbar al actual Tribunal Electoral, pero un sector de la sociedad decidió tomar las calles para rechazar y tratar de frenar la avalancha de propuestas y modificaciones de Bukele para mantenerse en el poder.

La Constitución salvadoreña –que Bukele busca modificar– señala que no puede ser candidato a la Presidencia quien haya ejercido el cargo “por más de seis meses, consecutivos o no, durante el período inmediato anterior”, pero no dude usted que eso pronto va a cambiar en el corto plazo.

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Si el mandatario actual llegó al poder ante el hartazgo de los salvadoreños a los viejos partidos: Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), Partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y Partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), que a decir verdad, están señalados por altos niveles de corrupción y alianzas con las pandillas para mantener cotos de poder, pues ahora las cosas no pintan mejor con Nayib Bukele.

En América Latina no hay buenas referencias de los gobiernos que pueden reelegirse, sólo por mencionar algunos casos está Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, que han hecho lo legal e ilegal para seguir al frente de sus países y ahora esos gobiernos ya están cegados y no hay vuelta atrás, van a seguir en el poder hasta que puedan.

Una de las principales características de estos gobiernos es que tomaron el poder con una alta carga de apoyo popular, pero después han caído en el abismo de la tiranía y ya no pueden salir de ahí, regresar a las fórmulas democráticas implicaría que dejaran el poder en manos de quién sabe quién y eso ya no pasa por su planes.

En el plano interno de El Salvador, los magistrados ordenaron ayer  al Tribunal Supremo Electoral (TSE) permitir “que una persona que ejerza la Presidencia de la República y no haya sido Presidente en el periodo inmediato anterior participe en la contienda electoral por una segunda ocasión”.

Es decir, si Nayib Bukele hubiese ejercido la Presidencia en el periodo 2014-2019, no podría buscar la reelección para el lustro 2024-2029. Los jueces, nombrados el 1 de mayo pasado después de que el Congreso cesará a los magistrados constitucionalistas en un proceso ampliamente criticado, revirtieron así un fallo de 2014 que prohibía la reelección presidencial en los siguientes 10 años tras dejar el cargo.

Los magistrados sostuvieron que la interpretación de 2014 es “errónea” y apuntaron que, a su juicio, la Constitución permite que un ciudadano puede ser Presidente por un máximo de 10 años.

“Es el mismo artículo 152 ordinal 1 quien permite como máximo que una persona ejerza la Presidencia por 10 años y de hecho, el Constituyente de 1983 obliga a que esos 10 años se ejerzan, si el pueblo así lo decide, de forma consecutiva”, reza la sentencia.

Agrega: “Ilegítimo sería promover la continuidad del Presidente o una reelección más allá de los 10 años, es decir, más allá de dos períodos”.

Los magistrados también señalan una salvedad en la habilitación a la reelección inmediata y señalan que “ha de requerirse al mandatario que se haya postulado como candidato presidencial para un segundo período, deba solicitar una licencia durante los seis meses previos” al inicio del siguiente período.

Es decir, si Nayib Bukele se inscribe para buscar la presidencia en 2024, debe pedir licencia en diciembre de 2023 para respetar la “prohibición de prevalerse del cargo para realizar propaganda electoral”.

El mandatario, de 40 años de edad, ganó las elecciones presidenciales de 2019 en primera vuelta y con una amplía ventaja. Además, su popularidad impulsó al partido NI, dirigido por uno de sus primos, a conseguir 56 de los 84 diputados del Congreso.

En el caso de Bukele, resulta muy interesante que siempre ha asumido un postura desafiante ante Estados Unidos y es más intrigante cómo Washington sólo ha tomado nota de los desaires, pero no ha actuado de manera determinante, hace varios meses el Presidente salvadoreño le hizo el feo al enviado estadounidense para el llamado Triángulo Norte, Ricardo Zúniga.

Aunque también es verdad que su gobierno contrató una oficina de gestión para reposicionar a El Salvador en el Congreso estadounidense con quien Nayib Bukele ya ha tenido varios roces, incluso han solicitado a la gestión de Joe Biden que corte los presupuestos asignados para esa nación centroamericana.

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El mandatario dijo el 1 de junio pasado, cuando cumplió 2 años de gobernar, que no permitirá que el país retroceda al sistema que “nos hundió en la delincuencia, en la corrupción, en la desigualdad y en la pobreza” mientras que “Dios me dé fuerzas”.

Aunque la semana pasada, miles de salvadoreños protestaron en las calles de la capital de El Salvador contra el gobierno de Bukele por las  diversas decisiones que está tomando.

Médicos, jueces, activistas de derechos humanos, veteranos de guerra, estudiantes, feministas y opositores del Ejecutivo de Bukele rechazaron también decisiones de la Asamblea Legislativa, de amplía mayoría oficialista, y la Corte Suprema de Justicia (CSJ).

Protestaron además por la decisión de duplicar el número de efectivos militares y una reforma constitucional, que según analistas, abre la puerta para la existencia de un partido único oficial. Pero también ha denunciado el maltrato a los derechos humanos de los integrantes de las pandillas presos, entre otros.

De hecho, las inquietudes sobre el gobierno de Nayib Bukele primero llamaron la atención del director para las Américas de Human Rights Watch (HRW), José Miguel Vivanco, quien tiene un pleito abierto con el mandatario salvadoreño.

Vivanco denunció el sábado pasado al gobierno de Bukele de cometer un “nuevo atropello” contra la prensa, tras una supuesta amenaza de represalia del asesor jurídico de la Presidencia contra un medio local.

“El asesor legal de Bukele @gomez_argueta (Javier Argueta) amenaza con una ‘retaliación’ judicial a @GatoEncerradoSV (GatoEncerrado) si no revela sus fuentes”, señaló Vivanco en Twitter.

El mandatario, al que las encuestas dan una alta popularidad y la revista Time colocó entre las 100 celebridades más influyentes, vio el 15 de septiembre la primera manifestación en su contra, pero eso sólo puede ser el preámbulo de algo más fuerte, que puede tambalear al joven gobierno de Nayib Bukele, porque él no apuesta por dar pasos firmes, sino por correr y se puede caer. ¿O usted qué cree?

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