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La Planta de Selección San Juan de Aragón procesa la basura de la Ciudad de México

Es la entidad que más basura se genera en el país

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Al nororiente de Ciudad de México se ubica la Planta de Selección San Juan de Aragón, en cuyo interior se procesan toneladas de residuos sólidos y el entorno se impregna de una pestilencia que se extiende por kilómetros a la redonda.

Basura, sangre y cadáveres de animales son algunas de las fuentes que generan los malos olores en la Ciudad de México, una de las urbes más grandes de América Latina. Sus más de nueve millones de habitantes conviven con estos aromas que se combinan con el smog de los vehículos y algunas industrias de la capital.

“Desafortunadamente, aunque en México tengamos la regulación de la prevención de contaminación por olores, no está bien instrumentado, no está estructurada, falta mucho trabajo que realizar en la materia de contaminación por olores”, explicó Mariana Alonzo, ingeniera ambiental.

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“Son olores intensos porque, por ejemplo, cuando llueve se moja y cuando hace sol despide muchos gases y todo”, consideró Pedro Ramírez, un hombre mayor que vende dulces y periódicos desde hace 20 años en un puesto que se ubica a unos 100 metros de la planta de procesamiento.

A este centro de procesamiento de basura lo rodean el deportivo Anáhuac, donde las personas acuden a practicar béisbol; la estación Villa de Aragón del Metro; el Instituto Tecnológico Gustavo A. Madero, y otros lugares concurridos en donde las personas que transitan a diario parecen estar habituadas al olor desagradable.

“Basura, sangre y cadáveres de animales son algunas de las fuentes que generan los malos olores en la Ciudad de México, una de las urbes más grandes de América Latina”.

A cinco minutos caminando de la planta se ubica el centro comunitario Pilares Villa de Aragón. Los Pilares son espacios impulsados por el gobierno capitalino para promover la educación, la cultura, el deporte y reconstruir el tejido social. Ahí la persona que se encarga de la limpieza confesó utilizar más aromatizante de lo habitual para atenuar la pestilencia.

 “Me impacta mucho a mi salud. Lo he percibido porque desde el tiempo que llevo aquí trabajando me he enfermado mucho de las vías respiratorias”, añadió Josefina.

“Hay veces que queman la basura y el aroma afecta, tanto incomoda la respiración como que uno no puede respirar a gusto”, externó Oscar, tutor de boxeo en el mismo centro comunitario.

Afecta el acondicionamiento físico de las personas (…) luego les dices (a los estudiantes) ‘vete a correr’ y como que el aroma no te lo permite. Al correr tienes que respirar más profundo y con ese aroma pues es incómodo para ellos”.

Con más de 23 años en la práctica del boxeo, agrega que hay una gran diferencia entre practicar deportes en áreas o parques donde se respira aire más limpio comparado con lugares como Villa de Aragón, donde el hedor por la basura predomina.

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De acuerdo con el Atlas Nacional de Residuos Sólidos Urbanos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), la Ciudad de México es la entidad que más desechos produce. Se estima que en promedio cada persona genera 1.4 kilogramos de basura diariamente.

En la capital hay cerca de una docena de centros de tratamiento de residuos que procesan alrededor de 356 mil 406 toneladas por año.

Los malos olores no son una cosa nueva en la capital mexicana. En 2013, el periórico argentino El Clarín evidenció los malos olores provenientes del drenaje en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).

Hace un año, en la Terminal 2 del AICM también se reportó la presencia de aromas desagradables.

En abril de 2023, el entonces director del aeropuerto, Carlos Velásquez, precisó que el origen de los malos olores fue que el hundimiento del edificio convirtió el subsuelo en una fosa séptica. Sin embargo, esto se solucionó parcialmente con la rehabilitación de la cimentación del inmueble.

En México, la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente establece que la regulación de la prevención de la contaminación por “olores perjudiciales para el equilibrio ecológico y el ambiente” es responsabilidad de la Federación.

También añade que la prevención y control de la contaminación por “olores perjudiciales para el equilibrio ecológico y el ambiente” es una tarea que corresponde a las entidades. Mientras que a los municipios les compete aplicar las disposiciones jurídicas sobre la materia.

Además, precisa que las Normas Oficiales Mexicanas (NOM) “establecerán los procedimientos a fin de prevenir y controlar la contaminación por ruido, vibraciones, energía térmica, lumínica, radiaciones electromagnéticas y olores, y fijarán los límites de emisión respectivos”.

“Desafortunadamente, aunque en México tengamos la regulación de la prevención de contaminación por olores, no está bien instrumentado, no está estructurada, falta mucho trabajo que realizar en la materia de contaminación por olores”, explicó Mariana Alonzo, ingeniera ambiental.

La especialista de la Universidad Autónoma de Yucatán, confirmó que actualmente no hay una norma oficial para evaluar el impacto de los malos olores.

“No tenemos actualmente una norma para evaluarla y tampoco tenemos una base para evaluar los daños que se causan en la salud”, expuso.

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Precisó que las dependencias medioambientales deben trabajar en conjunto con la Secretaría de Salud. Explicó que actualmente hay quejas que interpone la ciudadanía a través de instituciones de salud o en procuradurías de medio ambiente.

“A veces sí se les da seguimiento, pero este seguimiento es absolutamente subjetivo porque no existe una norma a la que podamos ir para verificar si cumple con las determinadas características”, dijo, pero detalló que los malos olores sí se pueden controlar con métodos específicos.

“Compañeros colegas han hecho esta interesante búsqueda de nuevas tecnologías y han logrado concebir narices electrónicas que son instrumentos de medición que se podrían utilizar como base.

“En México estamos en un momento donde no tenemos suficiente conocimiento en esta materia y que nos falta mucho avanzar en conocer la regulación ambiental en materia de olores y darles seguimiento por medio de los comités técnicos ambientales de las diferentes cámaras (de los Congresos)”, concluyó.

Una de las últimas intentonas para establecer una NOM relativa al control de los malos olores ocurrió cuando la senadora Gabriela Benavides Cobos, del Partido Verde Ecologista de México, emitió un exhorto a la Semarnat para regular la contaminación por olores.

Desde la tribuna del Senado, Benavides Cobos expuso que hay diversas normas oficiales mexicanas para regular la emisión de gases pero ninguna sobre los olores. Hasta la actualidad este tema sigue sin regulación.

Esta casa editorial buscó entrevistas con la Semarnat, a nivel federal; y la Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema), a nivel local, sobre la catalogación de los malos olores, las acciones de mitigación y la forma en que se regulan, pero no hubo respuesta.

Al ser un problema común en las grandes urbes, la capital mexicana no es la única que enfrenta este conflicto. Australia, Canadá, Chile, Colombia, España, Japón y Nueva Zelanda son algunos de los países que ya cuentan con legislaciones sobre la contaminación odorífera y cómo sancionarla.

En otros lugares de la zona metropolitana como el Río de los Remedios, los malos olores por el canal de desagüe se han atenuado desde que se enbovedó el caudal, consideró una de las comerciantes del lugar. Sin embargo, algunos malos olores en la actualidad provienen de otras fuentes.

Liliana es propietaria de un puesto de dulces a las afueras del Metro Río de los Remedios desde hace 15 años. Narró que actualmente hay malos olores a causa de las personas que tiran animales, principalmente gallinas, en unas vías de tren que pasan a un costado de la estación, pero ya no por el canal.

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“Por los animales que vienen y tiran aquí la gente, por sus creencias. Ese tipo de animales son los que huelen feo (…) luego uno tiene que andar comprando la cal para que ya no huela.

“Sí hay basura, pero por la gente que viene de su casa y avienta la basura ahí, pero no por el río. Lo que han hecho es que queman las llantas, hay llantas tiradas y luego las prenden y se hace el ahumadero, pero nada más”, agregó.

Aunque en México tengamos la regulación de la prevención de contaminación por olores, no está bien instrumentada… falta mucho trabajo que realizar en la materia de contaminación por olores

Además de los centros de procesamiento de residuos y lugares donde la gente arroja desechos y animales muertos, hay otros sitios de la Ciudad de México cuyas industrias generan hedores intensos en el ambiente. Una de estas actividades económicas es la producción y venta de carne.

Las colonias Popular Rastro, Felipe Ángeles y 20 de noviembre, ubicadas en la alcaldía Venustiano Carranza, son ejemplo de esta situación, en donde las calles donde se comercian cotidianamente productos cárnicos y sus derivados están tapizadas de grasa, cebo, vísceras y hasta en las grietas y baches se acumulan charcos de sangre de los animales.

Malinali García, quien desde hace un año y medio trabaja como instructora en el Pilares Felipe Ángeles, relató a este diario que ha sido difícil habituarse a la pestilencia que genera la carne, particularmente en horarios vespertinos y cuando el calor es intenso.

“Al final tus gustos nasales se van acostumbrando, pero sí llega un momento del día como a las 2 de la tarde o las 3 (…) y es cuando es muchísimo más intenso”.

Considera que quienes acuden a los talleres de estos centros comunitarios, al ser en su mayoría personas de la zona, ya estarán más acostumbrados al olor. No obstante, el hedor también se extiende a otras colonias aledañas, como la colonia vecina Morelos, de donde es originaria Malinali.

En su colonia, agregó, no sólo es constante el olor fétido de la carne, sino que este se suma al del basurero que se ubicaba en avenida Ferrocarril de Cintura, esquina con avenida Circunvalación.

Además, compartió que también llegan los olores “como de campo quemado” que adjudica a los incendios forestales que se mantienen activos cerca de la ciudad y el smog que emiten los camiones.

Tal como ocurre en el Pilares de Villa de Aragón, en el que está en la colonia Felipe Ángeles los productos de limpieza también se acaban muy rápido. “La señora de limpieza pues limpia y luego luego le vuelve a echar (más aromatizante)”, explicó la instructora.

“Mis alergias se han incrementado más todavía porque ya todo alrededor es contaminación (…) A lo mejor y va a sonar trillado, pero es complicado (adaptarse a los olores)”, lamentó.

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Esta es una realidad para muchas personas de la comunidad que realizan sus actividades cotidianas en un ambiente donde predomina el tufo de la carne. Los trabajadores que se dedican al negocio utilizan botas para la lluvia y batas percudidas por la grasa, pero no se ven en la necesidad de utilizar cubrebocas.

Las decenas de personas comerciantes y residentes en las colonias no muestran desagrado al olor entorno con ningún gesto, pero de vez en cuando, alguno los que acuden a comprar delatan en su rostro muecas de incomodidad en la nariz.

Ejemplo de esto es que en la misma zona se encuentra la Escuela Primaria Batallón de San Blas, y el Centro de Atención Múltiple Número 81 enfocado en personas con discapacidad.

Los aromas emanados por los parques ahí ubicados, el Parque Recreativo Gral. Felipe Ángeles, el Parque Popular Colonia Rastro y el Deportivo Gral. Plutarco Elías Calles, no encapsulan los malos olores.

En medio de toda esta problemática, las mujeres que acuden a consulta o seguimiento médico al Hospital Materno Infantil Inguarán, también lamentan el hedor; “imagínate, vienes embarazada y luego hueles eso… no, no, no. Es complicado”.

Con 27 años y dos hijos, Cali es una joven que acudió al centro de salud para implantarse un método anticonceptivo. Al salir de su consulta en una colonia con mal olor concluyó: “no es tan agradable, pero es necesario”.

Atzayácatl Cabrera / El Sol de México

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