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El Extranjero

La pandemia del Covid-19 deja sin fentanilo a los narcotraficantes mexicanos

El fentanilo es un opiáceo sintético que actúa en áreas del cerebro que controlan el dolor y las emociones y es altamente adictivo

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Las sobredosis de fentanilo han dejado más de 30 mil fallecidos en Estados Unidos.

Wuhan, China, se convirtió a finales de 2019 en el epicentro de la pandemia, porque ahí se registró el primer brote de coronavirus (Covid-19) que paró la producción de fentanilo, un opioide vendido como pan caliente en Estados Unidos.

La Administración para el Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos comenzó a notar desde febrero –en plena pandemia de Covid-19– el precio del fentanilo disparado en las calles de Los Angeles, California, debido a que Wuhan quedó prácticamente sellado por la cuarentena sanitaria para evitar mayores contagios.

En Wuhan se encuentran las empresas legales chinas que preparan los ingredientes principales del fentanilo, que es 50 veces más potente que la heroína y 100 más que la morfina, así como mata por sobredosis a alrededor de 30 mil estadounidenses cada año.

Aunque, de acuerdo con una investigación del diario The New York Times, existen entre 160 mil y 400 mil compañías químicas que operan legalmente, ilegalmente o en algún punto intermedio en China.

El fentanilo al unirse a los receptores opioides, que se encuentran en áreas del cerebro, controlan el dolor y las emociones, después de ser consumido algunas veces hace que el cerebro se adapte a él. De modo que si la persona prueba otros opioides su sensibilidad disminuye, provocando que resulte difícil sentir placer con otra cosa que no sea esa sustancia, para finalmente volverla adicta.

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Una dosis indefinida de fentanilo puede provocar una sobredosis mortal, como ocurre cada vez con más frecuencia en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania y Australia.

Salió al mercado en 1963 como un anestésico intravenoso, pero debieron pasar generaciones para que su consumo se extendiera.

Aunque la ruta no es directa a Estados Unidos. Los principales compradores de los químicos para cocinar este narcótico son los cárteles mexicanos, que en los últimos años han abrazado el fentanilo como uno de sus productos estrella porque es más barato y fácil de producir que otras sustancias orgánicas como la cocaína o la heroína, de acuerdo con un reportaje del periódico español El Mundo.

Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, elaborar un kilo de este opioide cuesta alrededor de 32 mil dólares. Con esta cantidad pueden producir un millón de dosis que en la calle se vende a 20 dólares cada una.

Informes de la DEA, antes de 2017, señalaban que el opioide se enviaba directamente desde China a Estados Unidos. Pero ambos gobiernos cerraron la llave y de esto se aprovecharon los capos mexicanos, importando del país asiático los precursores químicos y elaborando el fentanilo en sus propios laboratorios.

En los últimos años, lo que sale de Wuhan acaba en laboratorios clandestinos de las ciudades de Jalisco y Sinaloa, entre otros. Cuando el producto final –fentanilo en pastillas, píldoras o en polvo– ya esta listo, los narcos mexicanos lo introducen por los puntos de una frontera de más de tres mil kilómetros con Estados Unidos.

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Pero desde que comenzó la pandemia el negocio comenzó a tener alteraciones debido a la escasez de los ingredientes. La cadena de suministro de tanto el fentanilo –clínicamente usado como analgésico y anestésico en forma de parches para personas con cáncer– se interrumpió por los bloqueos y cierres de fronteras.

Durante meses, los precursores químicos que los narcos importaban desde China no han estado disponibles. Lo que ha reducido la cantidad de producto que manejan los cárteles mexicanos y encareció los precios en los patios traseros de Estados Unidos.

En entrevista con Breitbart News, Terry Cole, ex agente de la DEA, los cárteles “están empezando a fabricar los ingredientes de estas drogas, eliminando su dependencia en los proveedores chinos”. Para ello contratan u obligan a profesores de Química de las universidades de todo México para que supervisen la producción.

En abril, Louise Shelley, directora del Centro de Terrorismo, Delincuencia Transnacional y Corrupción de la Universidad George Mason (Virginia, EU), que lleva años monitorizando los sitios web chinos que venden los ingredientes para fabricar fentanilo, explicó que grandes cantidades de estos componentes se pueden rastrear a una sola empresa subsidiada por el estado en la ciudad Wuhan, que cerró después del brote de coronavirus a principios de año.

En septiembre de 2019, el escritor y periodista Ben Westhoff, publicó un libro, ‘Fentanilo, Inc’, en el que detalla cómo los químicos que salen de China –concretamente de Wuhan– están creando la ola más mortal de la epidemia de opioides. Su investigación comenzó en una empresa de precursores químicos llamada Yuancheng.

La empresa china Yuncheng se fundó en 2001, tiene sucursales en varias ciudades de China y dos fábricas, una en Shenzhen y otra en Wuhan. En la segunda, su sede se encuentra en el distrito de Wuchang, en un edificio en el que comparte espacio con un hotel.

La empresa ofrece más de 10 mil compuestos diferentes, desde aditivos alimentarios, productos farmacéuticos, colágeno, pesticidas, productos veterinarios, esteroides anabólicos y precursores químicos utilizados para sintetizar drogas.

Aunque la compañía afirma que dejó de vender NPP y 4-ANPP, los precursores más comunes para fabricar el fentanilo, porque “son ilegales en China”. En 2018, en el gigante asiático entró en vigor una ley que prohibía la venta de estos dos productos, aunque aún se pueden encontrar en muchos puntos de venta en línea.

Recientemente, Estados Unidos anunció sanciones contra cuatro personas y una empresa con sede en China por su presunta participación en “operaciones internacionales de tráfico de drogas”, concretamente de fentanilo.

Entre los nombres aparece el de Fujing Zheng, quien fue declarado en agosto de 2019 como un “traficante internacional de drogas” por el Departamento del Tesoro estadounidense.

Fujing es el jefe de Qinsheng Pharmaceutical Co, una empresa aparentemente legal radicada en Shanghai, que ha sido acusada de exportar fentanilo de manera irregular por todo el mundo.

El Departamento de Estado de EU afirmó que “esta acción es parte de un esfuerzo gubernamental continuado para acabar con el fentanilo y otros opiáceos sintéticos con los que se trafica desde China y que han causado la muerte a cientos de miles de estadounidenses”.

El gobierno estadounidense acusa a China de ser el principal punto de origen del fentanilo y de no cumplir sus promesas de actuar para detener este tráfico, lo que ha sido rechazado desde Beijing, en lo que representa otro capítulo en la guerra comercial, tecnológica, espacial y de salud entre ambas potencias.

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