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CDMX

El Greñas consume drogas para aliviar el dolor, tristeza y hambre provocada por vivir desde hace 20 años en las calles de la CDMX

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A sus 45 años de edad, “El Greñas” parece una persona mayor, deambula por el Centro de la Ciudad de México todos los días, vive en la calle, donde consume drogas para aliviar el dolor, la tristeza y el hambre.

Dice que si bien la calle es muy difícil, seguirá viviendo en ella, donde encuentra gente muy mala, pero también muy buena, como los integrantes de organizaciones de la sociedad civil que los apoya, o pastores de iglesias cristianas que les llevan la palabra de Dios.

Víctor Sánchez nació el 2 de junio de 1978 en la Ciudad de México y hace dos décadas no ha visto a su familia, la que, dice, vive en el Estado de México. Trató de buscarla en la colonia que recordaba cuando abandonó el hogar, pero ya no la encontró.

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Tiene dos hijos. Un niño llamado Kanay, a quien, relata, a su chava se lo quitaron injustamente en el Metro Pino Suárez, y una niña que lleva por nombre Leslie, ahora de nueve años; a su hija también se la quitaron cuando era una bebé. Ambos viven en una Casa Hogar.

Por ello, El Caracol AC, organización que atiende a poblaciones callejeras de la Ciudad de México, le ha arreglado a El Greñas algunas visitas, “como es del gobierno de la ciudad, nos ponen muchas trabas. Y mi chava se porta bien, vende mazapanes”, describió.

“Me gusta la calle, he vivido en diferentes barrios como La Merced, La Raza, Mixcoac, el Centro, aunque también es muy complicada, hay peleas frecuentes, humillaciones, levantones… No es fácil dormir en cualquier rincón, pasar hambre, frío y consumir drogas para no sentir dolor”, comenta con nostalgia.

¿Qué drogas consumes, Greñas?, se le pregunta. “He consumido de todo. Le he entrado a la marihuana y al activo. En la calle es raro el que no se droga, pues, ¿de qué manera se puede soportar todo lo que se vive aquí, refugiarte en una coladera o en un hoyo?”.

A veces por unas horas estoy en mi juicio, después me entran la ansiedad, desesperación, tristeza… y con los toques (droga) se me quitan los dolores de pies”, reconoce El Greñas, cuyo sobrenombre le debe a su pelo largo y rizado.

A muchos compañeros de la calle, la Secretaría de Desarrollo Social de la Ciudad de México, acusó, “se los han llevado al Torito. Lugar en el que se quedan hasta cumplir la sanción; la banda no tiene para pagar la multa”.

No se vale que la gente nos trate mal… “somos seres humanos, no animales. No porque vivimos en la calle, no merecemos respeto; sin embargo, para la sociedad somos personas diferentes. Hay gente que está a favor de nosotros, otros no”.

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A Víctor le gustaría que sus amigos en situación de calle tuvieran un lugar para dormir, si hay lugares que tiene el gobierno local, “pero no nos gusta. Por un lado, nos dan un taco, un techo, pero también se cometen muchas injusticias con nosotros”, comentó.

A la fecha, duerme con su pareja en una casa de huéspedes en la colonia Guerrero, donde paga más de 100 pesos diarios, ahí cuenta con varios servicios como lavadero, baño, techo y cocina, para no quedarse en la calle por las noches, sobre todo por las lluvias, “y si te quedas en una esquina, te mojas todo”, refirió.

“Yo no te voy a decir que me salí de mi casa porque me trataban mal. A mí me gusta la calle, la banda y, pese a que estoy rentando un cuarto, sigo de callejero. Es complicado no estar con la familia, haber llevado una mala vida, pero esta vida la decidí yo”.

Aunque, después se sinceró:

Sí, me gustaría componerme, dejar el activo y la mota, la piedra y el cigarro, bueno a estos dos últimos los dejé hace varios años, de voluntad

“No puedo decir cuánto cuesta el activo o la mota… eso no se dice. Los consigo por ahí, de manera fácil, o me voy a lugares lejanos a conseguir mi droga, trabajo de ayudante, de mandadero, limpio parabrisas, para mi hospedaje y mi activo.

Ando más tiempo sólo para ponerme a trabajar, es que, si no hago algo, me enconcho y me drogo más. Pero sí, aquí hacemos amigos y hermanos de calle, son muchos mis conocidos que tienen años viviendo sin techo”, narra.

Duele que, al paso de los años, narró, “he visto a muchos amigos fallecer, por las drogas, especialmente, otros se han suicidado, algunos que se los han llevado, de repente desaparecen y nunca regresan”.

“En ocasiones nos corren de algunos lugares, porque según, dicen, afeas, o porque supuestamente les espantas a la clientela”. Pero se alegró que en el mes de diciembre “se pone bien chido”, mucha gente nos da de comer y regala ropa.

A El Caracol lo conozco desde hace muchos años… ellos se han portado muy bien con la banda. Conmigo son chidos y también lo fueron con mi ex pareja, Hermelinda, quien falleció”, apunta.

Tiene otra compañera a la que llama la güera Sandy, a los dos los llevan al médico, “podemos ir a bañarnos, nos arreglan papeles y también nos vacunaron del Covid 19”.

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En la Alameda, platicó El Greñas, viene el jueves el pastor Ignacio, junto con su hijo y sus hermanos de fe, a darnos la palabra de Dios, y también nos traen comida.

Un suceso que lo pone triste es la muerte de su chava, quien se llamaba Hermelinda, “fue mi pareja y se la llevaron, disque para alivianarle, pero falleció en un anexo, estaba en una silla de ruedas… no se vale”, expuso.

Nos ofrecen ir a los albergues, hace años iba, pero después de lo que le hicieron a Hermelinda, ya no me quedaron ganas de ir

Víctor es un pobre entre los más pobres, sólo cuenta con dos pantalones y una camisa, los tenis que usa le aprietan, son del 6, y el calza del número 7.

Al gobierno de la Ciudad de México, El Greñas pide trabajo para la banda que vive en la calle, herramientas para algún oficio, trato justo para las personas que andamos en situación de calle; un comedor comunitario, servicios para bañarnos, es decir, “un trato chido”

-¿Describe a la Ciudad de México?

“Es muy bonita, es padre. Lo difícil es cuando hay tráfico, marchas o bloqueos, que la gente está más enojada y nos maltrata más”.

-¿Qué es lo más impactante que te ha tocado vivir?

“Que me hayan metido en la cárcel por varios años, por cosas que no hice, y quizás otras que sí hice, me gustaron todo”.

-¿Qué tienen de bueno las y los capitalinos?

“Alguna gente que nos da un taco nos conoce, nos regala ropa, zapatos, suéteres. Otros nos hacen bromas y se ríen de nosotros, nos insultan, dicen que somos de la calle, otros cuando limpio el parabrisas, suben los vidrios, pero por qué, si no soy ratero”, inquirió.

-¿La gente es naturalmente buena o mala?

“La gente no es tan buena ni tan mala, hay de todo. Hay buenas personas, como El Caracol (sic), son muy humanos los chavos, hay talleres, servicios. Me gusta la campaña de Chiras Pelas. Yo lo que pido es que me ayuden a renovar mi INE”.

Patricia Carrasco | La Prensa

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