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Guanajuato

El templo hundido de La Purísima emerge por la falta de lluvias en Irapuato

Permanece debajo del agua desde 1980 y aún conserva varios aspectos de su arquitectura

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IRAPUATO, Guanajuato. Este año, la presa La Purísima tiene su nivel más bajo de almacenamiento de aguas desde 1980, cuando este embalse comenzó a ser utilizado para acumular aguas provenientes de la zona serrana de Guanajuato capital y que en 1973 provocaron la inundación más recordada de Irapuato y que cubrió de agua su templo.

La Comisión Nacional del Agua (Conagua) reporta que actualmente la presa tiene un almacenamiento del líquido de 39 por ciento de su capacidad, de los 110 millones de metros cúbicos que puede albergar.

Ello provoca, por un lado, preocupación en los productores de alimentos que dependen del agua de esta presa para regar sus sembradíos, pues aunque tienen agua suficiente para lograr el ciclo agrícola de este año, lo delicado vendrá el próximo año, porque si no llueve, habría muy poca agua y sólo alcanzaría para uno de los dos ciclos agrícolas que normalmente se tienen.

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Sin embargo, la escasez de agua en la presa La Purísima ha originado otro fenómeno que muchos quisieran que éste no se presentara, pues significa que no ha llovido como debería, pero para otros representa la oportunidad de admirar el templo de la Santísima Virgen de los Dolores y que estaba en el pueblo que fue sacrificado para construir esta obra hidráulica.

Y es que fue en octubre de 1977, cuando el entonces presidente José López Portillo, publicó el decreto por el cual fue creado el Distrito de Riego de la Presa La Purísima, con lo cual serian expropiadas varias propiedades particulares para crear esta obra hidráulica, para la cual se había considerado una superficie de ocho mil 200 hectáreas.

Para ello, la zona elegida para construir la presa La Purísima fue el poblado de El Zangarro, perteneciente a Guanajuato, pero en los límites con Irapuato, en la zona que en algún momento fue el viejo camino hacia la capital del estado, incluso parte del Camino Real Tierra adentro, usado para transportar la plata de las minas guanajuatenses.

“Como principio de solución al problema económico del sector rural, se impone la necesidad de impulsar la producción del campo, que se logrará con la construcción de obras de infraestructura hidráulica que permitan fomentar el desarrollo agropecuario del país, a fin de incrementar substancialmente el valor de la producción para elevar los niveles de ingresos de quienes trabajan la tierra y simultáneamente aumentar la riqueza nacional con bienes destinados a satisfacer las necesidades de consumo de los habitantes del país.

“Que con el propósito de lograr los objetivos apuntados en el considerando anterior, así como de evitar inundaciones, se está llevando a cabo, por conducto de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, en el municipio de Guanajuato, estado del mismo nombre, la construcción de la Presa La Purísima, que controlará y almacenará las aguas del río Guanajuato y sus afluentes, para su mejor aprovechamiento.

“Para lograr el aprovechamiento de las aguas que controlará y almacenará la Presa La Purísima, el gobierno federal, a través de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulico, aprobó la construcción de diversas obras para la integración del Distrito de Riego de la Presa de referencia, dentro de un área aproximada de 8,200 hectáreas, que están localizadas en los municipios de Guanajuato e Irapuato”, dicen los considerandos de otro decreto presidencial, éste del 12 de junio de 1978.

Con estos antecedentes, el poblado elegido para sobre él construir la presa La Purísima fue El Zangarro. De acuerdo con Juan Mendoza, quien tenía nueve años cuando la presa fue construida, y recordó que su familia fue de las que más se opusieron a cambiarse.

“No nos queríamos salir, pero tuvimos que hacerlo. Nos llevaron para arriba, a lo que llamaron el nuevo Zangarro, y abajo quedaron nuestras casas. Muchas eran de adobe, así que cuando empezó a llenarse la presa, se destruyeron; lo único que ha aguantado es el templo, ese sí estuvo bien macizo, bien construido”, relató.

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En el templo de Nuestra Señora de los Dolores, ese que aparece cada que bajan los niveles de la presa, fue bautizado Juan Morales.

“Cuando uno va llegando al templo, lo que ve uno es la parte de atrás de lo del templo. Sobre el agua está lo que era el atrio del templo e incluso la calle era para abajo.

Había una calle grandota que comunicaba hacia el templo y hacia la parte centro del templo”, recordó Juan Morales, quien hoy es pescador de mojarras en la presa, las cuales siembra con otros 48 habitantes de la zona y la pesca se ha convertido en una de las actividades económicas de la comunidad desde mediados de 1980.

Las enormes huertas de El Zangarro quedarían bajo el agua; sus tierras de cultivo que daban maíz, sorgo, frijol y garbanzo quedarían cubiertas con millones de litros de agua.

Sus casas, muchas de ellas de adobe aún, se desharían con el agua que sería vertida en esa presa a la que llamaron La Purísima; también, cubierto por el agua quedaría el templo de El Zangarro, construido en 1898 y que mezclaba estilos neoclásico y barroco, e incluso el panteón que estaba a espaldas del templo, así como un taller de costura que hacía camisas para hombres y que estaba detrás del templo también fueron sacrificados y debajo del agua.

La última vez que fue oficiada una misa en el templo, todo el pueblo acudió. La ofició entonces el padre Trinidad, y el motivo era para despedir a la Virgen de los Dolores, para llevarla a su nuevo templo, que apenas estaba siendo construido.

Juan Morales cuenta que pasaron como tres años para que se cubriera el templo por completo por el agua. “Ya en 1984 ya no se veía”, recuerda.

Entre las leyendas que encierran al templo, es que ocasionalmente los lancheros y pescadores que comenzaron a sembrar peces en la presa vieron que brotaban objetos que supuestamente estaban en el templo.

Un día, dicen, brotó un sagrario de oro y que alguien lo tomó y lo vendió y se fue del pueblo para comprarse una casa en León; otro encontró una copa y la vendió y pudo pagar la operación de una de sus hijas para salvarle la vida; cadenas, escapularios y hasta ropas dicen que flotaban entre las aguas y señalaban que eran del templo.

Hoy el templo se ha convertido en un atractivo turístico más. Cuando hay agua suficiente, son organizados viajes en kayak para ingresar al lugar.

En tiempos como ahora, donde no hay agua, hay muchas personas que van a admirar esta construcción, algunos para tomarse fotos y otros más, incluso, van a estudiar la arquitectura del lugar y sobre todo la composición de este inmueble, que aún sigue de pie y que aún sigue siendo un misterio el cómo ha sobrevivido tanto tiempo bajo el agua.

Oscar Reyes | El Sol de Irapuato

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