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Enfrentar mal tiempo y hasta rescatar náufragos: así viven los atuneros de Mazatlán

Algunos atuneros cuentan las historias que marcaron sus vidas.

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Mal tiempo y hasta rescatar náufragos: así se vive los atuneros de Mazatlán

 A José y Adán los unió la misma pasión, el mar. Ellos trabajaron juntos ocho años en un barco atunero de la empresa Pesca Azteca Mazatlán. Ambos ya dejaron el oficio hace tres años, sin embargo, la amistad se ha mantenido.

La vida a bordo de un atunero no es nada fácil. El día empieza a las 6 de la mañana con jornadas de hasta 15 horas de mucho esfuerzo físico y una permanencia en altamar de por lo menos 70 días.

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Adán cuenta sus historias de mar con mucha pasión, a él le tocó vivir junto a la tripulación muchas cosas que marcaron su vida. Desde mal tiempo, accidentes, rescates y capturas exitosas, pues llegaron a llenar las bodegas que almacenan hasta mil toneladas en sólo una semana, un tiempo récord para cualquier embarcación de este tipo.

El marinero comparte que este oficio es de mucho sacrificio, además de peligroso, pero también de grandes satisfacciones. Él dejó los atuneros, pero no el mar, pues continúa en los barcos camaroneros.

En mayo de 2019 les tocó rescatar con vida a tres veleristas de Nueva Zelanda que fueron encontrados al este de Hawai, después de navegar por varias horas en una lancha salvavidas.

Esa vez fue algo impresionante, no lo creíamos, al rescatarlos les brindamos los primeros auxilios y dimos aviso a las autoridades, es algo de lo más emocionante que he vivido en el mar. El pescador deja a su familia y se arriesga en una aventura que tiene lugar en mares bastante lejos de la costa. Es una actividad riesgosa y cansada, además de que siempre tienes que estar alerta por todo lo que puede pasar”, comenta.

José, de 42 años de edad, comparte que su día comienza a las 5 ó 6 de la mañana, dependiendo del horario de cada zona, ya que en el trópico el día es más largo. La tripulación se reúne en el comedor para desayunar muy temprano, cuando el cielo todavía está oscuro. Cuando el sol sale por el horizonte cada tripulante debe estar en su posición de trabajo.

El promedio de viaje de cada barco que sale a la pesca es de 70 días, mientras que la capacidad de almacenamiento de la embarcación es de mil toneladas. Además, este tipo de embarcaciones no tocan tierra durante el trayecto y permanecen siempre muy alejados de la costa, lo que hace que los días parezcan interminables, ya que sólo ven mar.

“Recuerdo que hubo viajes donde llegamos a capturar atunes de gran tamaño, de 60 a 180 kilos, unos animales muy grandes que apenas podíamos sacar del mar. Fue muy bonita mi vida en los atuneros, pero también tengo recuerdos tristes, como cuando un tío mío, que era buzo, perdió la vida, se descompresionó y a pesar de que se le brindaron los primeros auxilios no logró sobrevivir”. 

Eso me dejó marcado para toda mi vida porque todo fue en altamar, fue algo muy impactante”, comenta.

Aunque a José le gustaba mucho la pesca de atún, tuvo que dejar el trabajo debido a que sus hijos empezaron a crecer y lo necesitaban cerca, ya que él prácticamente todo el año estaba fuera de Mazatlán, pues la temporada es de enero a noviembre.

“Cuando hay mal tiempo parece que el mundo se va a acabar. A nosotros nos tocaron muchas tormentas en altamar y lo que teníamos que hacer es refugiarnos en el barco, pero sin dejar de estar al pendiente de nuestras obligaciones, además de ver en qué podemos ayudar, porque es una situación de emergencia para todos”.

“Afortunadamente son embarcaciones muy fuertes, pero de todas manera seguimos todos los protocolos”, explica.

Cuando hay mal tiempo la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos envía los reportes meteorológicos a todos los barcos que están en travesía, además de que cada embarcación tiene un programa donde se puede visualizar la formación y la ruta de cualquier fenómeno meteorológico en el océano, para poder tomar precauciones.

En caso de la presencia de un evento ciclónico en el océano, de acuerdo a la ubicación y el movimiento del fenómeno meteorológico, el barco puede acudir a buscar refugio a la costa más cercana o navegar lejos de la zona de influencia del mal tiempo.

Barcos atuneros en Mazatlán

Pesca Azteca, una de las empresas atuneras más importantes del país, con más de 35 años de historia, tiene una flota de 22 barcos atuneros activos con una capacidad de acarreo que va desde 500 a mil 200 toneladas por viaje, con una producción anual de 75 mil toneladas de atún aleta amarilla. Además, cada nave cuenta con helicópteros y lanchas rápidas.

El proceso de pesca comienza cuando zarpa la embarcación tripulada por aproximadamente 25 personas, todos con una función muy específica que cumplir en la travesía en mar abierto.

El barco atunero tiene de largo una longitud de 69 metros, de ancho mide 13 metros y un calado (parte que va bajo el agua) de cerca de siete metros. En cuanto a la movilidad, puede desarrollar una velocidad de 31.4 kilómetros por hora, pero en términos de ahorro de combustible, normalmente se opera a una velocidad de 24 kilómetros por hora.

Cada embarcación puede realizar un viaje de entre 55 y hasta 70 días sin tener que recargar sus provisiones (agua, combustible, energía eléctrica, alimentos). Cuenta con el equipo necesario para encontrar los cardúmenes y capturar el atún tan lejos como se encuentre, pero también provee de comodidades para sus tripulantes.

La tripulación está conformada por un técnico de pesca, el capitán, el jefe de máquinas, piloto, mecánico, contramaestre, jefe de cubierta, buscador, pangueros, lancheros y aprendices.

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El proceso de pesca

José relata que cuando el barco encuentra el banco de atunes, libera el pangón tripulado por dos marineros ubicados en la popa, quienes sostienen un extremo de la red.

Simultáneamente, seis lanchas salen al agua por estribor y realizan el cerco del bancoellos son los encargados de que los peces no salgan de ahí, mientras arrían el pescado que intenta huir antes y durante la maniobra.

“Al concluir, se realiza la liberación de los delfines que pudieron quedar dentro de la red; algunos de ellos son ayudados por los buzos; ya cuando los delfines son liberados, comienza la maniobra de sacar la red del mar”, señala José.

El atún vivo de la red es embarcado y depositado en la cubierta de trabajo y lanzado a una canaleta que lo traslada a tanques que contienen agua de mar fría, luego es conducido a los tanques de congelación, que son entre 16 y 20 bodegas por embarcación.

Esta actividad tarda como un minuto aproximadamente, por cada 3 o 4 toneladas; es un proceso muy rápido. Una vez llenado el tanque, se cambia el agua de mar por salmuera, es decir, agua con más sal, para lograr una temperatura de 12 o 13 grados centígrados bajo cero”, relata.

En las alturas

El helicóptero juega un papel muy importante en la pesca del atún, pues desde las alturas se ubica el cardumen, además por medio de la observación se determina qué tipo de atún es. El que se trae al puerto es el aleta amarilla, que muestra un color verdoso cuando brilla a través del agua de mar, por eso el piloto y su ayudante lo identifican.

En cuanto a comunicación, la nave cuenta con diversos aparatos de radiocomunicación, ya sea para corta, mediana y larga distancia, dependiendo de las necesidades; además de que algunos dispositivos de comunicación o localización, funcionan por medio de satélite.

Marimar Toledo  | El Sol de Mazatlán

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