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Andrés Neuman: Umbilical, el libro que nació como una simple carta de amor para su hijo

Andrés Neuman a sus 46 años se considera un padre relativamente tardío.

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Andrés Neuman: Umbilical, el libro que nació como una simple carta de amor para su hijo

“Un hombre aguarda el nacimiento de su hijo. Asiste fascinado a la gestación, imagina a ese ser que vendrá a revolucionar su casa, su lenguaje, su pareja y también su propia historia familiar… A lo largo de un año memorable, el hombre narra los primeros compases de una existencia nueva: La suya como padre junto a la madre y el hijo, tres personajes de una historia universal que encuentra palabras recién nacidas”.

Así se presenta el último libro del escritor Andrés Neuman, Umbilical (2022), un título que nació como una simple carta de amor de parte de un padre primerizo hacia su hijo desde antes de conocerlo.

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Y es que, como adelanta la sinopsis del mismo, “sus reflexiones sobre la experiencia de la paternidad sitúan a la masculinidad frente al milagro de la vida y su incesante relectura del presente, en una época de redefinición de los roles”.

El propio autor hispano-argentino comenta en exclusiva con El Sol de México que cuando decidió publicar este libro no era consciente de que en la cultura aún no existen muchas obras que partan de la figura del padre hablándole a su hijo incluso antes de su llegada al mundo.

“Desde el punto de partida (el libro) fue tan personal como el deseo de hacerle un regalo de bienvenida a nuestro hijo, porque no sé tejer y no puedo gestar, pero sí podía ir tejiendo un librito que me fuese gestando a mí como padre”, asegura.

Pero había más que eso, como comparte el autor:

“También estaba el deseo de no llegar a la paternidad tan tarde como en nuestra educación de hombres nos enseñan, porque todo conspira estructuralmente para que a los hombres nos cueste aterrizar pronto en la paternidad e involucrarnos profunda y enteramente”.

“Y eso va mucho más allá de la biología; tiene que ver con cuestiones culturales y educacionales, pero también con cómo está construido nuestro imaginario; hay tan pocas canciones, imágenes, libros, obras de arte y discursos audiovisuales que cuenten la relación entre un padre y su criatura pequeña”.

“Este libro fue tan personal como el deseo de hacerle un regalo de bienvenida a mi hijo, porque no sé tejer y no puedo gestar, pero sí podía ir tejiendo un librito que me fuese gestando a mí como padre”

Andrés Neuman ya no necesita una amplia presentación en el mundo de las letras. Desde hace más de dos décadas el narrador, poeta y columnista ha destacado con títulos como la novela El viajero del siglo (2009), que obtuvo todo tipo de elogios tanto en Iberoamérica como en distintos círculos anglosajones.

Baste recordar que desde 2010 fue seleccionado por la revista británica Granta entre los 22 mejores narradores jóvenes en español, por lo que no es raro que se le considere una voz digna de atender, tanto por sus cuentos como por relatos breves como los de la antología Las Cosas que No Hacemos, además de por su labor como columnista en diversos medios.

La importancia de no llegar (más) tarde

Neuman, quien a sus 46 años se considera un padre relativamente tardío, comenta que le asustaba la idea de llegar demasiado tarde a su hijo por otras razones:

“Quería encontrarme con él cuanto antes, porque además siempre me fascinó el hecho de que estamos destinados a no recordar muchos de los momentos más importantes de nuestra existencia: No recordamos haber vivido casi un año dentro de nuestra madre, no recordamos haber nacido, ni haber aprendido a caminar, ni haber aprendido, ni haber aprendido a hablar… Así que me fascinaba la idea de contarle a mi hijo todo eso que sé que no va a recordar”.

Asegura que al principio no pensaba publicar esas líneas que estaba escribiendo para su hijo, pero que cuando comenzó a compartir ese material con su círculo más cercano le llamó la atención la respuesta de los demás.

“Advertí con sorpresa una reacción muy emocionada y también de una cierta extrañeza por estar leyendo algo que me decían que casi nunca habían leído, es decir la historia de amor entre un hombre y un bebé, porque eso era más un territorio tradicional de las madres narradoras, ¿no?

Yo no era para nada consciente de estar haciendo algo especial, ni nada fuera de la norma, pero me fui dando cuenta de que esa misión íntima tenía una resonancias colectivas y hasta políticas de las que yo en un primer momento no había sido tan consciente.

Y entonces ya empecé a considerar la posibilidad de que a lo mejor me había salido fatalmente un libro, lo cual no era tan de extrañar porque en realidad no sé hacer otra cosa más que escribir libros”, confiesa.

Es curioso que nuestra cultura esté llena de obras relacionadas con el amor, pero que casi no haya creaciones basadas en el que se supone que es el amor más grande de todos, es decir el amor de un padre por sus hijos.

Claro, y la conclusión no puede ser que casi ningún hombre en la historia haya amado profundamente a su hijo, sino que es un hábito del imaginario en el que no sólo hemos delegado históricamente la crianza en las mujeres, sino que lo hemos hecho también artísticamente.

Y en ese sentido me imagino que en algún momento empezaremos a ver alguna corriente que tenga que ver con afrontar esa laguna y con asumir que hay ahí un silencio que necesita ser roto, porque resulta sumamente extraño que hayamos escrito tan poco sobre sobre esas criaturas que tanto hemos amado.

Cuentas que has tenido muchas conversaciones ricas con lectores y colegas sobre Umbilical, lo cual me hace pensar en lo irónico que es que el destinatario principal del libro será quizá el último en leerlo.

Totalmente, porque hay aquí una parte sumamente imaginaria, porque es una carta de amor escrita para alguien que no tiene palabras y que no sabe que existe el lenguaje verbal. Es como tratar de crear un diálogo con alguien que todavía no puede dialogar verbalmente, entonces por supuesto que su destinatario va a ser el último en llegar al libro, porque en esa especie de paradoja o incluso de tragedia está basado el discurso del libro, que es como decir:

Qué enorme necesidad tengo de contarte todo esto que no puedo contarte y que ganas tengo de que dialoguemos y sé que no es el momento, pero esta escritura está inventando una manera de que ese diálogo se produzca antes de tiempo, y cuando ya pueda leerlo pues se completará el libro, y desconozco qué sentirá cuando lo lea o si yo estaré vivo cuando lo lea, así que este libro también viene a iniciar un diálogo por si no llego a tiempo para tener esta conversación de hombre a hombre, no sé si llegaré, ojalá…

Y claro, la lectura que haga mi hijo del libro también dependerá de si yo estoy vivo o muerto, porque cambiará la interpretación, además de que influirá mucho la edad que él tenga, porque puede que de adolescente lo odie o que ya de más grande le encante o puede ser que le divierta desde el principio, pero pase lo que pase, la misión del amor paterno filial ya está cumplida.

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El escritor lamenta que los hombres no sólo han delegado históricamente la crianza en las mujeres, sino también la creación artística relacionada con esa experiencia

Como dato curioso, Andrés comparte que la portada del libro fue elegida por su propio hijo, a quien se le mostraron varias opciones tentativas y eligió la que ahora conocemos e incluso la levantó como un trofeo.

“Y entonces llamé a mi editorial y les dije que el comité doméstico ya había tomado una decisión irrevocable… Y con el título pasó lo mismo, es algo que se cuenta en el libro de una manera indirecta…”

“Me gusta pensar que aunque no sé cuándo lo leerá, ya participó en su elaboración -continúa el autor- y por ello también, cuando hago firmas de libros en mi ciudad, quien los dedica es él, que básicamente lo que hace es consiste un tomar bolígrafo y destrozar la página con ese garabato contemporáneo como dedicatoria del libro… Me divierte pensar que a cualquier edad se puede tener una relación con un libro, incluso antes de poder leerlo”.

De alguna manera ya habías tocado este tema, aunque desde otro punto de vista cuando publicaste Alumbramiento (2006).

Sí, desde siempre me obsesionó esa cuestión, y ese cuento empieza narrando el parto de un hombre, quien está pariendo a un varón, es decir a otras clases de hombre o a un hombre futuro, y ahí se abren las distintas lecturas… Incluso hay por ahí un poema que tiene más de 20 años que lo publiqué, que se llama.

“Palabras a una hija que no tengo”, entonces como siempre me venían rondando estas cuestiones y para para mí el aprendizaje es que esto pasó de ser un tema que me interesaba a una realidad urgentemente física, pero sí, era algo que estaba en mi radar y por eso quizá es que desde la primera ecografía sentí que debía tomar notas como una manera de seguir leyendo mi propia vida y al mismo tiempo iniciando el libro de una vida nueva”.

Una oportunidad para reiniciar

Neuman asegura que si partimos del hecho de que un bebé es una criatura preverbal, desprejuiciada y sin filtros emocionales -y por lo tanto mucho más sabia que nosotros- esta etapa supone una gran oportunidad para empezar de nuevo o tratar de reiniciar todos nuestros preconceptos y formas de abordar la sensibilidad y la vida.

Asegura que si bien es obvio que los hombres no somos los protagonistas durante la gestación de un hijo, tampoco debemos autoexcluirnos:

“Son meses valiosísimos en los que puedes comenzar a pensar en cómo ser útil y en cómo vivir más y mejor, hay un montón de cosas que pensar, que sentir y que asimilar durante esos meses”.

“¿Pero dónde están los espacios habilitados para que hablemos de esas cosas, para que comuniquemos nuestras dudas sobre cómo cambiará esto nuestra vida o de si seremos capaces de ser buenos padres o de acompañar a nuestras compañeras durante ese proceso”.

“Y en ese terreno tan rico en el que de pronto estamos viendo que podemos habilitar conversaciones de este tipo se nos abre un campo insólito, porque esto ha sido supuestamente así desde el principio de los tiempos, pero si todo ha ido cambiando mucho y muy rápidamente en las últimas décadas, ¿cómo no iba a cambiar el planteamiento de los roles de los padres?”

“Era lógico, aunque hemos tardado mucho en darnos cuenta de las posibilidades revolucionarias de eso”, puntualiza.

* Para Leo, quien llegará a cambiarlo todo.

Alejandro Castro @djconchaytoro  | El Sol de México

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