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La Opinión

De Yucatán a Chajnantor: De la precesión de los equinoccios hasta la nueva era del electromagnetismo

Aun bien entrados el siglo XX todavía guardábamos un común denominador con los observatorios de Chichen Itza en Yucatán

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La astronomía como disciplina ha sido fundamental en el desarrollo de las civilizaciones. El descubrimiento del trigo, su tratamiento y posterior necesidad de almacenaje, supuso el final de una larga cadena de sucesos de miles de años, donde la mayor parte de este tiempo éramos cazadores recolectores, fijarse en las estrellas y constelaciones fue fundamental para ubicarse en una vida nómade. Gracias a la aparición del trigo y la industria con la que llega, logramos salir de las condiciones naturales extremas, su producción y organización también requirieron de la consulta estelar. De la fogata en la cueva a la chimenea en el estudio, siempre estudiando las estrellas.

De abajo hacia arriba han cambiado los objetos dignos de admiración a lo largo de la historia. Desde el sol y la luna, los predecibles astros en el firmamento, pasando por los planetas, las estrellas errantes del cielo. El movimiento constante de un cuerpo desplazándose siempre a la misma velocidad y el movimiento acelerado de los cuerpos en caída libre. La teoría de relatividad especial y la general con aceleración. Los modelos estáticos han sido precursores de axiomas, la quietud ideal enfrentada a la presencia del contradictorio movimiento.

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Si habláramos de objetos aparentemente fijos, acá en Mesoamérica tenemos la que podríamos llamar madre de todas las observaciones. Pues más allá de todo el merchandise de la Nueva Era, sí hay algo totalmente novelesco e intrigante en los Mayas, habían actuado el rol de grandes maestros de la astronomía. Aparte de tener un almanaque planetario que los druidas ya hubiesen querido. Descubrieron un engranaje nuevo en la combinación celeste de la bóveda. Algo realmente complejo de descifrar para la época, pues, suponía de una observación milimétrica. El ejercicio sería este: 

Un observador parado justo en el eje norte rotacional del planeta, moviendo su visión 90 grados de forma perpendicular hacía el zenit. Por casualidad encontrará una estrella: Polaris, la estrella alfa de Osa Mayor. Esta estrella señala una proyección imaginaria del eje rotacional, sobre un cielo aparentemente plano y estático.  Los Mayas habían descubierto, que este eje rotacional no iba a permanecer para siempre apuntando a Polaris, sino que lento, infernalmente aburrido, iba a comenzar su marcha a otra dirección, volvería sí a ella, dentro de 26.000 años.

No iban a llamarse los primeros astrónomos semidioses asi mismos. Así también por el saber astronómico se conformarían las primeras castas y cleros. La astronomía como información privilegiada fuente de grandes riquezas. 

El resultado de la observación de las grandes luminarias en el cielo ( sol y luna), marcó la referencia para equinoccios y solsticios. La organización de estos eventos astronómicos fue la base de la primitiva sociedad agrícola. Los calendario en Mesoamérica en especial los configurados por los Mayas poseen dos fuentes, una lunar y la otra solar, una utilizada para la agricultura y otra para las fiestas religiosas. 

El universo entero está escrito en el lenguaje de las matemáticas y su libro, el cielo, al alcance de todo el mundo. Así decían los griegos y no tardó el lenguaje en darles la razón. El ideal de un espacio estático en donde se paraban todas las cosas “creadas”, había agotado su fuente de información, Newton describía el sentido común con F= Ma,  la óptica geométrica llevará la investigación a otras dimensiones de la percepción.

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La observación galileana de las lunas de Jupiter marcaron un precedente cosmológico, sobre todo al venir conectada con la observación a través del telescopio.

La Ley de la caída de los cuerpos, la derivada, la integral, todo coronado por Kepler con la primera gran unificación matemática, las ecuaciones de Newton llevadas al campo de la astronomía, fue también el triunfo de la trigonometría. 

La observación astronómica de los sucesos en el cielo sería también fundamental para Albert Einstein y su Relatividad General, pues no fue hasta que se observó un eclipse solar a través de telescopios que su teoría pudo ser prácticamente comprobada. 

Aun bien entrados el siglo XX todavía guardábamos un común denominador con los observatorios de Chichen Itza. Cuerpos visibles como objetos de estudio, la masa clásica en su propia quietud, el éter estático. La espectroscopía, el estudio de la luz, la descomposición que muestra los constituyentes químicos constantes de los cuerpos visibles.

La Nueva Era comenzó con la observación de la radiación electromagnética de los objetos en el cielo. El año 2013, siguiendo la línea del conocido Baktun13 Maya, fin de ciclo de su calendario Largo. Cuando se inauguró el Proyecto Alma, que como su nombre indicaba, prometía entregar a la humanidad la misma esencia del Universo. 

 Un viaje milenario desde las colinas bajas de Yucatán donde entre una selva llana se levantaban las maravillosas pirámides escalonadas, hasta el alto Chajnantor en el desierto de Atacama en Chile, donde a 4.500 msnm se ubican las 66 antenas del Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), encargadas de decodificar las ondas de radio, el eco siempre móvil del pasado. 

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Hoy en día ALMA permite estudiar no objetos distantes en el espacio sino en el tiempo. Nebulosas con las que entendemos mejor las leyes de la Termodinámica. Investiga moléculas orgánicas relacionadas con la vida. Entrega una visión detallada de los medios interestelares.  Reescribiendo los calendarios, con algo más que un sistema del tiempo para organizar y planificar actividades.  Esperamos que la Guía de Atracciones del Viajero Intergaláctico esté prontamente en bibliotecas. Una representación del universo desde su nacimiento,  las medidas y formas de su juventud, esculpida su adultez, con la sombra sólida de la forma de este organismo que nos contiene.

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