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La camisería Fer-Sal tiene 60 años vistiendo a los poblanos y más

La historia de la camisería ubicada en la esquina de la 3 Norte con la 2 Poniente en el Centro Histórico de la ciudad, se remonta a la llegada de Joaquín a México

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PUEBLA, Puebla. La camisería Fer-Sal es un establecimiento que ha marcado la memoria de la comunidad desde 1963, cuando fue fundada por Joaquín Fernández Cañedo y María Soledad Salgado Mena, y que se ha convertido en uno de los negocios más antiguos y reconocidos del Centro Histórico de la capital poblana.

La historia de la camisería ubicada en la esquina de la 3 Norte con la 2 Poniente en el Centro Histórico de la ciudad, se remonta a la llegada de Joaquín a México, proveniente de Asturias, España, debido a los conflictos bélicos que se vivían en su país de origen.

Después de residir en diferentes lugares de la República Mexicana, finalmente se estableció en Puebla, donde trabajó en el comercio de telas por mayoreo Al Puerto de Veracruz durante algunos años.

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Su éxito en este ámbito lo llevó a fundar Almacenes de Ropa La Popular en 1936. Sin embargo, la visión emprendedora de Joaquín y su esposa los impulsó a especializarse en la venta de camisas, dando origen a Fer-Sal (iniciales de los apellidos de los fundadores) en 1963, mientras conservaba su primer emprendimiento, ya que la clientela así lo pedía.

Desde sus inicios, Fer-Sal se destacó por su compromiso con la calidad y la atención personalizada a sus clientes, relatan familiares. El señor Joaquín era una figura querida en la comunidad poblana, su carisma y dedicación se reflejaban en el trato cercano que brindaba a cada persona que ingresaba a su establecimiento.

No sólo los locales, sino también jugadores del equipo de fútbol de la ciudad y artistas, como actores, encontraban en el negocio un lugar donde adquirir vestuario para sus presentaciones.

“Siempre fue muy bien recibido, mi abuelito era muy querido aquí en la sociedad poblana, iban muchos los jugadores del Puebla a La Popular, por eso abrieron este otro, para que fuera más especializado en camisas.

En ese entonces aún existía el Mercado de la Victoria, entonces muchos de los locatarios también venían a surtirse”, menciona Marisol Fernández, quien es nieta del fundador y actual encargada del establecimiento.

Medalla, Paulo Andretti, Aristos, Mariscal, Chales Jordán, eran tan sólo algunas de las marcas que se vendían dentro de la tienda, la mayoría de estas en la actualidad ya no existen o cambiaron de giro comercial.

Una característica distintiva de Fer-Sal era su compromiso con la producción nacional. Joaquín creía firmemente en la importancia de generar empleos en México, por lo que la ropa que se vendía en el establecimiento era fabricada en el país.

Esta filosofía no solo contribuía a la economía local, sino que también garantizaba la calidad y la autenticidad de las prendas que se ofrecían a los clientes.

Él decía que, si tenía un negocio mexicano, tenía que tener bases mexicanas, es por eso que todos los productos los importaba dentro del mismo país, nada extranjero a pesar de que él era de otra nacionalidad, afirma la encargada.

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El Día del Padre se convertía en una temporada alta para Fer-Sal. Las familias acudían en masa al establecimiento en busca de la camisa perfecta para agasajar a sus seres queridos en esta ocasión especial.

Las largas filas que se formaban en la tienda eran un testimonio del reconocimiento y la confianza que la comunidad tenía en la camisería como un lugar de referencia para adquirir prendas.

“Yo si me acuerdo de esas filas, eran largas, mis papás (Celestino y Amalia) y mi abuelito no veían la hora de acabar de atender a todos, porque era mucha gente, incluso algunos clientes aún se acuerdan de estas situaciones”, expresa Marisol.

Además de las camisas, también ofrecía una amplia gama de productos complementarios, como pantalones, ropa interior y accesorios. Esto permitía a los clientes encontrar todo lo necesario para completar un atuendo elegante y sofisticado.

La diversidad de opciones y la capacidad de adaptarse a las tendencias cambiantes en el mundo de la moda fueron clave para que el negocio prosperara.

Aunque en la década de los años 80, cerraron el Mercado de La Victoria, esto no les afectó en las ventas, asegura la nieta, ya que los ambulantes y trabajadores continuaban buscando el espacio para comprar la ropa.

La última tienda de cajonería

Marisol, presume que Fer-Sal obtuvo el nombramiento como la última tienda de cajonería en existir en Puebla, es decir que toda la infraestructura interna estaba hecha a base de madera y cajones.

Esto atrajo a mucho turista, especialmente del continente europeo, ya que no era tan común ver eso en otro país. Sin embargo, desafortunadamente para ellos esto se perdió tras el terremoto que ocurrió en el 2017.

Pese a que ellos no tuvieron afectaciones en el inmueble, el negocio que se encontraba a un lado sí, por lo que las autoridades pidieron intervenir sin afectar a Fer-Sal, la camisería accedió. Pero a los meses falleció un trabajador del local dañado, las autoridades tuvieron que derribar los muros de la tienda de ropa, despidiéndose de la infraestructura clásica que mantenían.

Fue algo doloroso, mi mamá había fallecido a unos días del temblor y a los cuatro días me dicen que van a hacer un arreglo en la casa, abrieron el muro, a pesar de que todo estaba bien aquí, se les murió un trabajador y tuvieron que tirar la casa, perdimos todo el inmobiliario que era muy bonito, tratamos de guardar algunos detalles, pero prácticamente perdimos todo, dañó tanto en el local como en lo sentimental, recuerda Fernández.

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Dicho suceso, provocó que la tienda reabriera hasta el 2018. Dos años más tarde llegó la pandemia y tuvieron que volver a cerrar el establecimiento, estos dos hechos hicieron que Marisol llegara a pensar en cerrar de manera definitiva, pero por el cariño que le tenía al local decidió continuar y ya son más de seis décadas de existencia.

Actualmente, el negocio es operado por Marisol y su hijo, su fuerte siguen siendo las camisas, pero también se han sumado más prendas como chamarras, corbatas, playeras, guayaberas, suéteres, pantalones, entre otras más de diferentes marcas a las que vendían en los inicios, ya que como se comentó muchas dejaron de existir.

“Me siento orgullosa, sobre todo por mis abuelos y papás, de las nietas, soy de las que más le apasionó esto, hay momentos en que digo que esto es difícil, pero siempre me acuerdo del ejemplo de ellos y sigo, esperamos seguir por muchos años más”, finaliza Marisol Fernández.

Eduardo Romero / El Sol de Puebla

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