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El barro bruñido es la brillante artesanía de Atlahapa (Tlaxcala)

Sólo tres familias de alfareros se dedican formalmente a la venta de figuras de este material

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TLAXCALA, Tlaxcala. La materia prima para elaborar sus artesanías la tienen en su propio suelo, los alfareros de San Sebastián Atlahapa trabajan la técnica del barro bruñido, la que cuidan y mantienen a pesar de la historia y de los avances y expansión de la mancha urbana.

En esta comunidad, sólo tres familias de Atlahapa se dedican formalmente a la venta de piezas de barro bruñido, las cuales también cambiaron su finalidad en los últimos años. Si antes era habitual comer en platos de barro y conservar el agua fresca en jarros de ese material, ahora su propósito es meramente ornamental.

En el Taller Laguna, Bertina Pérez Coyotzi y sus hijos Sebastián, Antonio y Jesús Téllez Pérez conservan este patrimonio como una forma de vida. Vajillas, ocarinas, esculturas, bisutería y piezas decorativas son elaboradas con la paciencia y creatividad heredadas de las cuatro generaciones de artesanos que los preceden. No obstante, coinciden en que entre ellos se encuentran las últimas del lugar.

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Para lograr las brillantes figuras que hacen honor a la técnica del bruñido, los artesanos salen en búsqueda de arcilla limpia y resistente, la cual se obtiene al rascar 50 centímetros en la tierra.

Hasta hace un par de décadas, los terrones secos eran colocados con agua en boquetes donde los pies de los niños protagonizaban la dolorosa jornada de zancadas para triturar los elementos y obtener una mezcla homogénea. Además, el cocido de piezas se hacía en enormes hornos a base de leña.

Ahora, es impensable esa exhaustiva actividad para las extremidades y la pérdida de tiempo haciendo fuego con madera. Para reducir tiempos y obtener mejores resultados, las familias se han adaptado a las herramientas de la actualidad.

El proceso es el mismo de nuestros antepasados; excepto el horneado que es con gas y el molido de barro que ahora es con molido eléctrico que nos ayuda a tener mayor productividad, explicó Jesús Téllez.

El barro hidratado pasa por un proceso de agriado de tres días antes de poder utilizarse para moldear. Lo peculiar de la familia Téllez Pérez es que no utilizan torno, todos sus trabajos parten de moldes y ahormado manual.

Me acomodo más con una piedra de río para extender y trabajar el barro con lama -un tipo de tierra erosionada- para que no se pegue, relató Jesús.

Una vez que queda conforme con el resultado, el alfarero señaló que dejan reposar la pieza por un día antes del paso más importante:

El bruñido es frotar la pieza con un cuarzo y agua para alisar. Una vez bruñida se deja secar una hora y se agrega el engobe -pinturas naturales a base de óxido- tradicional. Después lo pasamos a pulir nuevamente con un cuarzo sin agua para atinajar, o sea, sacarle brillo.

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Las piezas atinajadas pasan a un nuevo secado de cuatro días para culminar en un proceso decisivo: el grabado. “Con la punta de clavos de diferentes calibres se bota el color. Yo digo que es como dibujar con lapicero, si te equivocas ya no hay marcha atrás”, bromeó Téllez.

Los diversos diseños que van desde una gran sencillez hasta la más profesional complejidad se llevan al sol para precalentarlos. Más adelante se meten al horno y, como si de pan se tratara, al salir se llevan a la mesa.

En total, una semana es la inversión temporal para tener en las manos una magnífica pieza de barro bruñido tlaxcalteca.

Los patitos serán siempre la estampa que le da identidad al pueblo de Atlahapa. Estos eran utilizados por los pobladores prehispánicos para recoger agua del río y mantenerla fresca. Pero, aunque siguen siendo prolíficos, su uso ya no es el mismo. Ahora los usan como centros de mesa o decoración de la casa, argumentó doña Bertina.

Ante ese panorama, la familia de creativos llevó su marca a otros mercados. Cuencos mezcaleros, pipas, portalápices, entre otros diseños innovadores fueron inscritos a su catálogo. De esta forma, esperan que sus ingresos se mantengan estables y el sello de la familia se mantenga en mira de los locales y extranjeros quienes, lamentablemente, pagan las obras con más gusto.

El incierto futuro de esta artesanía deja mucho que desear, sin embargo, Berina concluyó que, por lo pronto, es un orgullo seguir la tradición de la artesanía más importante de Tlaxcala.

Mónica Vargas | El Sol de Tlaxcala

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