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Las clandestinas pero muy visitadas casas de placer en Acapulco

Fue en la década de los años 30’s surgen establecimientos donde se practicaba el oficio más antiguo del mundo.

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Las clandestinas pero muy visitadas casas de placer en Acapulco

La estructura urbana del puerto de Acapulco, estuvo siempre determinada para la actividad turística, por lo que no podían faltar los congales de venta de placer, que eran censurados por la gente decente, prohibidos para los pubertos, pero siempre abiertos para los “calenturientos” y turistas.

Fue en la década de los años 30’s, cuando empiezan las obras que cambiarían la fisonomía de este balneario del Pacífico y surgen también establecimientos donde se practicaba el oficio más antiguo del mundo.

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Sin embargó, las estrictas leyes de ese entonces para castigar la prostitución, obliga a que esta actividad se dé de manera clandestina y en lugares apartados de la mancha urbana, diafrazándolos de cantinas.

Cuando las autoridades ordenan que a punta de dinamita se parta el cerro de la Pinzona, antes conocido como Dragos, que permitiría abrir un camino que comunicaría con la Playa Manzanillo, se convierte en un sitio muy transitado a pesar de su topografía.

Eran los tiempos cuando gobernaba el país, el presidente de la República, general Plutarco Elías Calles, quien por aquellas fechas dio la orden al general Rodolfo Sánchez Tapia, construir el primer paseo costero que comunicaría con Caleta.

Al topar con este camino que iba a la Pinzona, fue visto por la propietaria del congal “La Gloria”, que no era el primero, pero si el mas conocido, como una oportunidad de salir de pobre y se instala en un sitio discreto, para ofrecer la venta de todo tipo de bebidas alcohólicas a los locales y los turistas.

Sólo que su mercancía principal será la venta de las caricias de tres jovencitas, que eran conocidas como “La Niña Verde”, “Las Patas de Oso” y “Las Manos de Oro”, que gozaban de gran prestigio y que hizo que ese difícil camino empinado y accidentado, no fuera para nada cansado, quien sabe porqué.

Pero no duraría mucho tiempo, pues la infraestructura urbana iba creciendo a partir del antiguo casco urbano, expandiéndose sobre el litoral costero, principalmente, a partir de 1940, cuando llegó el tren a la ciudad de Iguala.

En 1959, el entonces presidente de México, Adolfo López Mateos, presentó el proyecto de la construcción de la vía ferroviaria Balsas – Puerto Marqués, pero aunque se hizo el trazó por el zócalo de la ciudad, en donde estaría la terminal y que seguiría por lo que hoy es la Calzada a Pie de la Cuesta con rumbo a la Costa Grande, nunca se realizó.

Sin embargo, al abrirse el camino por el Pasito, surgieron los Barrios El Hueso, Los Naranjitos y el Comino, estos sitios prohibidos y del pecado, mal vistos por la gente decente, se asientan también a la vera de la calle que hoy lleva el nombre de Vicente Guerrero del Barrio Las Crucitas, pero antes era el camino que cortaba distancia entre la carretera a Costa Grande o carretera Pie de la Cuesta con el puerto de Acapulco.

Ahí surgen más de dos congales, que poco a poco van incrementándose, solo que para que los despistados pudieran identificarlos y no equivocarse con otro establecimiento decente, ajeno a los sitios en los que se ejercía el oficio mas antiguo del mundo, se empezaron a colocar focos rojos en las entradas y así no había pierde de ir a lo seguro.

La ciudad en su expansión alcanzan los caseríos construidos en los márgenes del arroyo de Aguas Blancas, que ante las presiones de la gente decente, las autoridades reubican a todos los congales en esa área, cuyos focos de color rojo inunda la fisonomía del lugar y se crea la zona de tolerancia.

Cabe señalar, que es por ese detalle que alguien de los asiduos clientes a estos lugares del pecado, se le ocurrió ponerle la zona roja, que fue como se le quedó finalmente, era el lugar donde podían encontrarse mujeres hermosas vistiendo diminutas prendas, que llegaron a competir con las que “trabajaban” en la Huerta, pero esa es otra historia.

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