El cigarro electrónico se moderniza, pero los usuarios desconocen los peligros

HERMOSILLO, Sonora. Pocos saben que el vape, vapeador o cigarro electrónico fue inventado en la década de los 60 para sustituir el cigarro convencional, y aunque en esa época se desconocían los daños que provoca el tabaco, hoy, pese a la información, las empresas y los consumidores le apuestan a esta opción, sin reconocer que los químicos que utiliza también son tóxicos.

Los orígenes del vaporizador vienen desde 1963, un invento de Herber Gilbert, quien presentó la primera alternativa al cigarro. Fue así como creó un dispositivo que no contiene nicotina con la finalidad de que las personas dejaran de fumar.

Por desgracia el momento en el que se dio a conocer este producto, el consumo del tabaco era muy extendido y la sociedad no tomó mucho interés en él.

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Este motivo fue el culpable para que desde su inicio el cigarro electrónico no tuviera el éxito que esperaba Gilbert, a pesar de presentar su invento como una opción más saludable que el cigarro normal.

Hasta 2001, el farmacéutico Hon Lik, quién perdió a su padre a causa del cáncer de pulmón, comenzó a trabajar en un nuevo dispositivo que ofreciera la misma sensación de fumar, sin inhalar sustancias químicas ni cancerígenas.

Otro ajuste que realizó, fue incorporar diferentes proporciones de nicotina en los líquidos para que cada persona decidiera qué nivel consumir hasta lograr dejarlo por completo.

A diferencia del producto de Gilbert, este nuevo cigarro electrónico sí tuvo una gran aceptación dentro de China, hasta lograr extenderse por todo el mundo.

Pero, ¿qué es más dañino, el cigarro o un vape? Sin duda esta es una de las preguntas más frecuentes y la verdad es que son pocas las cosas que resultan ser más dañinas que el consumo de un cigarro tradicional.

Según las estadísticas fumar cigarro es la causa de muerte en dos de cada tres personas que lo consumen a largo plazo.

Al hacer una comparación, es más seguro que los cigarros electrónicos o vapes sean menos peligrosos por unidad, pero se debe entender que esto no significa que sean seguros ni mucho menos saludables.

Inhalar humo de cigarrillo, consiste en llevar nicotina y otras sustancias químicas a los pulmones, para después entrar al torrente sanguíneo y poder viajar con rapidez al cerebro.

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En el caso del cigarro electrónico, sigue esta misma ruta pero en lugar de quemar tabaco para obtener nicotina, los cigarrillos electrónicos de plástico usan pequeñas baterías para calentar el líquido que contiene la nicotina para convertirlo en una especie de aerosol.

Todo depende del dispositivo, pero en muchos casos, las personas pueden volverse incluso más adictas al vapeo que al tabaco.

¿Qué tan malo es fumar cigarro electrónico sin nicotina?

A pesar de que el cigarro electrónico no utiliza nicotina tradicional, el aerosol que emite no precisamente es vapor de agua inofensivo para la salud.

La mayoría de estos productos contienen metales pesados como el níquel, saborizantes y otras sustancias que resultan adictivas y que pueden irritar los pulmones.

El consumo de vapor con gran frecuencia, puede también irritar las vías respiratorias e incluso causar enfermedades.

En resumen, los cigarros electrónicos sin nicotina pueden llegar a ser igual o aún más tóxicos que los que sí contienen nicotina, pues se comprobó que es dañino para la circulación sanguínea y que además expone a las personas a un ataque al corazón o un derrame cerebral.

¿Cuántas veces al día se puede vapear?

Antes de hacerte esta pregunta, primero debes considerar que su origen tuvo como propósito principal dejar el consumo del cigarro normal, a corto o largo plazo.

Resulta ser más bien una herramienta de apoyo para dejar una adicción y no una que simplemente la sustituya.

En realidad, no hay un número definido de veces que puedes fumar el cigarro electrónico a lo largo del día, aunque se piensa que una buena opción sería no vapear más de cinco veces en un día.

Pensarás que son pocas, pero en realidad la mejor opción es no hacerlo en ninguna ocasión, de una u otra forma puede terminar en una nueva adicción como la actual sociedad lo utiliza y su función original no es precisamente esa.

Roxana Izaguirre | El Sol de Hermosillo