:)

La Opinión

No crean que vengo con ideas analizadas: Andrés Manuel López Obrador

Andrés Manuel López Obrador, presidente de la República, no escucha a los médicos de todo el mundo que promueven el uso del cubrebocas, entre las ideas que no analiza

Published

on

El presidente de la República no escucha a los líderes de Morena en la Cámara de Diputados y Senadores.

“No crean que vengo con ideas analizadas. Yo vengo a hablarles de manera sincera. A decirles lo que siento, conozco y es mi experiencia”. Ésas fueron las palabras que el presidente López Obrador pronunció en su conferencia de prensa matutina del 11 de agosto.

Con ellas, AMLO intentó explicar por qué dijo que México era un “narcoestado” durante el sexenio de Felipe Calderón. Sin embargo, esa declaración es muy representativa de cómo funciona su gobierno.

El presidente de la República puso de manifiesto algo que ya habíamos notado todos los que seguimos sus actividades y el acontecer político del país. Es claro que, en sus conferencias mañaneras y en el resto de sus intervenciones públicas, Andrés Manuel López Obrador habla sin pensar.

No piensa en lo que va a decir hasta que ya lo está diciendo. No piensa en las implicaciones y las consecuencias de sus palabras. Tampoco piensa en si éstas son consistentes con sus actos de gobierno y con la realidad que atraviesa el país.

Simplemente toma el micrófono y emite declaraciones a diestra y siniestra sobre cualquier tema: desde la alimentación de los mexicanos hasta el estado de la economía nacional; desde la importancia histórica de Juárez, Madero, Zapata, Cárdenas y compañía hasta el valor de la familia mexicana y sus tradiciones.

No son opiniones valoradas, juicios balanceados o argumentos fundamentados. Ni siquiera son declaraciones claras, articuladas y estructuradas. Simplemente habla desde su experiencia y su sentir, desde ese México imaginario, mítico y grandioso en el que vive.

De por sí es problemático que “no llegue con ideas analizadas” a las mañaneras, pero es mucho más grave que esta ausencia de ideas analizadas sea una de las características principales de su gobierno, y no sólo en el campo discursivo, sino también en materia de política pública.

Lee: La distorsión de la democracia mexicana

Andrés Manuel López Obrador no analiza sus ideas al hablar, pero tampoco las analiza al decidir, al ejecutar, al gobernar. No analiza si sus proyectos son viables financieramente y en cuestión de plazos, recursos y capital político. No analiza las implicaciones internacionales de sus decisiones de política interior. No analiza si los decretos, las reformas y las leyes que promueve son constitucionales. No analiza las consecuencias ambientales de sus obras de infraestructura.

Para analizar si una idea es buena o no y para poder pulir, mejorar y potenciar un proyecto, es necesario escuchar los diferentes puntos de vista sobre esa idea o ese proyecto, pero AMLO tampoco escucha.

Lee: Morena y el viejo PRI

No escucha a los médicos de todo el mundo que promueven el uso del cubrebocas. No escucha a Mario Delgado y a Ricardo Monreal cuando le dicen que la desaparición de los fideicomisos públicos traerá consecuencias desastrosas para el país. No escucha a su secretario de Hacienda cuando le dice que el rescate financiero de Pemex es contraproducente e inviable. Tampoco escucha a las mujeres que exigen acciones concretas para combatir la violencia machista y para frenar la ola de feminicidios.

López Obrador tiene unas cuantas ideas: Pemex debe ser la palanca de desarrollo del país; el neoliberalismo es malo; todos los políticos, excepto yo y quienes me apoyan, son corruptos; México necesita una renovación moral; el pueblo mexicano tiene una grandeza histórica inherente y debemos volver a ella; entre otras pocas más.

Esas ideas son simples, estáticas y absolutas. No admiten valoraciones, matices o actualizaciones: no admiten análisis ni ponderaciones. Con base en ellas y en sus buenas intenciones, el presidente habla, decide y gobierna.

Eso se traduce en lo que vemos hoy en día: un gobierno sin pies ni cabeza que, aunque tenga todo en contra, no modifica sus posiciones ni rectifica sus políticas, y un presidente que, contra toda evidencia, dice que “vamos requetebién”, que “ya domamos la pandemia” y que “México vive feliz, feliz, feliz”.

Publicidad

Trends

Publicidad