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El Extranjero

La CIA tuvo acceso a los secretos de todo el mundo

La CIA ha estado detrás de Crypto AG, usada por gobiernos de todo el mundo para proteger sus comunicaciones

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Una investigación periodística reveló que la empresa Crypto AG, que proporcionó a más de 120 países sistemas de encriptación y cifrado de mensajes, entre ellos México, en realidad era propiedad de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) y de la agencia de inteligencia de Alemania Occidental (BND), en un hecho calificado como la mayor operación de inteligencia del siglo XX.

Se trata de una información digna de una película de 007 y que narra cómo la empresa que suministró todo tipo de medidas de seguridad y métodos de comunicación segura no era tan imparcial como parecía, y era utilizada de tapadera para beneficiar a una de las partes: la Occidental.

El diario de The Washington Post, narra que Crypto AG fue creada por ingenieros suizos y usada por Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, tras lo cual se volvió muy popular entre los servicios de inteligencia y militares del mundo.

Los clientes de la empresa eran diversos y no se limitaban sólo a países del bloque occidental, sino que también incluía Irán, India y Pakistán, hasta el Vaticano. Pero lo que no sabían sus clientes, era que Crypto AG era propiedad de la CIA y BND.

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También aparecen varios países latinoamericanos, como Argentina, Brasil, Colombia, México, Honduras e incluso Chile.

Los clientes de esta empresa ubicada en la neutral Suiza, como queda claro, no solo pertenecían al llamado bloque occidental o capitalista alineados con Estados Unidos en contra de la Unión Soviética y sus aliados durante la Guerra Fría.

Según el reportaje, las agencias propietarias de la empresa manipularon los dispositivos de la compañía para descifrar fácilmente los códigos que los países usaban para enviar mensajes cifrados.

La operación que fue bautizada primero por el nombre clave “Thesaurus” y luego “Rubicon”, se encuentra entre las más audaces en la historia de la CIA.

“Fue el golpe de inteligencia del siglo”, concluye el informe de la CIA que explica la operación, y al que tuvieron acceso The Washington Post  y la cadena alemana ZTE.


“Los gobiernos extranjeros estaban pagando un buen dinero a Estados Unidos y Alemania Occidental por el privilegio de que sus comunicaciones más secretas fueran leídas por al menos dos (y posiblemente hasta cinco o seis) países extranjeros”, agregan los documentos.

A partir de 1970, la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), controlaban casi todos los aspectos de las operaciones de Crypto, liderando junto a sus socios alemanes las decisiones de contratación, diseñando su tecnología, saboteando sus algoritmos y dirigiendo sus objetivos de ventas.

Supervisaron a los mulás de Irán durante la crisis de rehenes de 1979, enviaron información sobre el ejército argentino a Reino Unido durante la Guerra de las Malvinas, siguieron las campañas de asesinato de dictadores sudamericanos y capturaron a funcionarios libios felicitándose por el atentado de 1986 contra una discoteca de Berlín.

Desde la década de los 80 en el siglo pasado, la lista de los principales clientes de Crypto era casi un reflejo de los principales problemas geopolíticos a nivel global. En 1981, Arabia Saudita era el mayor cliente de Crypto, seguido de Irán, Italia, Indonesia, Irak, Libia, Jordania y Corea del Sur.

En 1982, el gobierno de Ronald Reagan aprovechó la dependencia de Argentina del equipo Crypto, ayudando a Reino Unido en la Guerra de las Malvinas, según la historia de la CIA, que no proporciona ningún detalle sobre qué tipo de información se pasó a Londres.

Cómo adquirieron la fuente de espionaje

Crypto AG fue fundada por el sueco Boris Hangelin, originario de Rusia pero que huyó de ese país tras la revolución en 1918 y se radicó en Suecia, desde donde escapó tras la ocupación Nazi de Noruega en 1940, quedándose definitivamente en Estados Unidos.

Llegó a Estados Unidos con una máquina de encriptado, que aunque de menor tecnología que El Enigma de los Nazis, tenían la facilidad de ser portátiles, por lo que fueron bastante útiles para los soldados estadounidenses y tras la finalización de la Segunda Guerra consiguieron la atención del ambiente militar.

Tras la guerra, Hangelin volvió a Suecia pero siguió colaborando con Estados Unidos y dos de sus agencias de inteligencia, CIA y NSA, que definían sus clientes y qué productos debía vender. Si eran cercanos a Washington recibían máquinas más modernas, en comparación a los países con políticas más distantes.

Hasta que en 1970, cuando ya tenía casi 80 años, Washington y la BND acordaron comprar la empresa a Hangelin, con el servicio de inteligencia alemán encargándose de que la operación económica no pudiese ser rastreada. Todo fue encargado a una oficina de abogados de Liechtenstein.

La empresa entró en declive en los 90′ tras el fin de la Guerra Fría y sobrevivió hasta 2004 gracias a rescates financieros de la CIA, pero tras la salida de la agencia alemana, el proyecto llegó a su fin.

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Después de la partida del BND, la CIA amplió su colección clandestina de compañías en el sector de cifrado, según ex funcionarios de inteligencia occidentales. Utilizando efectivo acumulado de la operación Crypto, la agencia adquirió en secreto una segunda empresa y apoyó una tercera. Los documentos no revelan ningún detalle sobre estas entidades.

La liquidación de la compañía se realizó en 2018 y fue manejada por el mismo bufete de abogados de Liechtenstein que cubrió la venta de Hagelin a la CIA y al BND 48 años antes. Los términos de las transacciones no se han revelado, pero los funcionarios actuales y anteriores estimaron su valor agregado entre 50 millones y 70 millones de dólares.

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