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Sonora

Desplazados reciben ayuda de organización civil en Mazatlán

Ante la falta de respuesta del gobierno de Sinaloa de brindar una vivienda digna a cientos de familias desplazadas por la violencia

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MAZATLÁN, Sinaloa. Hace 10 años, la violencia que se vive en la zona serrana del sur de Sinaloa obligó a Mercedes y a toda su familia a salir huyendo de la comunidad de El Zapote de La Noria, para refugiarse en el puerto de Mazatlán, donde una organización les brinda apoyo como desplazados.

La vida en la ciudad para la madre de tres hijas y su esposo no ha sido fácil, pues se han tenido que enfrentar a muchas carencias, ya que llegaron sin nada y tuvieron que vivir en una casa que rentaban en la colonia Rincón de Urías, después se asentaron en una invasión y finalmente les dieron un terreno en el fraccionamiento Cvive, donde hace un año con miles de sacrificios levantaron una casita de madera.

Así vivieron alrededor de 10 meses, hasta que el centro internacional de misiones cristianas Juventud con una Misión Mazatlán (JUCUM) llegó al lugar para construirles de forma gratuita una vivienda prefabricada de dos cuartos.

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“Tengo ya tres meses con la casita; un día llegó un grupo de una iglesia, hicieron una junta y nos pidieron los papeles básicos, la construyeron y nos la entregaron sin condicionarnos nada ni pedirnos algo a cambio”, aseguró Mercedes.

Ante la falta de respuesta del gobierno de Sinaloa de brindar una vivienda digna a cientos de familias desplazadas por la violencia de las comunidades serranas del sur de la entidad, las llamadas casas de esperanza del JUCUM se convirtieron en un aliciente para quienes lo perdieron todo y llegaron al puerto a empezar una vida desde cero, prácticamente con las manos vacías.

Entre las casas que ya existían en el fraccionamiento CVive, en su mayoría de madera, destacan estas primeras 12 viviendas de diversos colores distribuidas en dos calles sin pavimento del asentamiento.

Mercedes ahora puede decir que vive un poco mejor, pero aunque ya tiene una década en Mazatlán y prácticamente ya se adaptó a la forma de vida del puerto, extraña su pueblo y añora regresar algún día, pues ahí tiene todos los recuerdos de su infancia.

Decenas de familias de diferentes comunidades de los municipios de Mazatlán, Concordia y El Rosario, por el asedio de grupos armados que existen en la zona desde hace más de 10 años, huyeron de sus comunidades dedicadas a las actividades agropecuarias, la minería y la explotación forestal en el sur de la sierra de Sinaloa para proteger su vida.

Actualmente se tiene el registro de que en el puerto hay alrededor de 600 familias desplazadas; en Villa Unión 300 y en Concordia 400.

Tras muchos años de lucha, en diciembre del 2020 inició la construcción del fraccionamiento Cvive, ubicado en la zona sur de Mazatlán, muy cerca de donde se encuentra el nuevo Hospital Militar Regional de Especialidades, donde se ubicó a parte de las familias desplazadas.

Ahí se encuentran aproximadamente 55 viviendas y alrededor de 200 lotes que han sido entregados en medio de muchas irregularidades y promesas incumplidas por parte de las autoridades estatales.

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El esposo de Andrea también llegó hace 10 años con toda su familia procedente de Estiadero de La Noria, una comunidad serrana situada a siete horas de Mazatlán.

Como todas las familias desplazadas por la violencia, estuvieron rentando viviendas en diversos asentamientos, hasta que él hizo su vida con la mazatleca y se independizó de sus familiares.

La madre de dos hijos comparte que durante meses han escuchado que el gobierno los apoyaría con un pie de casa, como las 55 que ya existen como parte del programa de vivienda para desplazados del Gobierno del Estado, pero ese proyecto está en pausa desde hace más de un año.

“Nosotros tenemos un año aquí en el fraccionamiento Cvive y el año pasado nos tocaron las lluvias y fue muy difícil, el agua se nos metía, el calor estuvo muy fuerte, pero ya con la casita nuestra situación ha mejorado. Dios puso la mira en nosotros, ya que a como vivíamos, ahora estamos mucho mejor”, explicó Andrea.

El equipo de construcción de JUCUM llega al asentamiento con todo lo necesario y mientras unos ponen las estructuras de metal y clavan todo, otros pintan las paredes de madera y hay un grupo de misioneros de México y de otros países que traen aportación de muebles básicos para las viviendas.

“Llegan otras personas, americanas también, y nos traen ayuda, nos regalaron la mesa, la estufa, el refrigerador, el estante lleno de despensa, a los niños les dieron juguetes y ropa, también trajeron ropa para nosotros”, señaló Andrea.

Cuando les entregaron la casa hicieron una oración y les pidieron que cuidaran su vivienda, ya que es un regalo de Dios.

JUCUM Mazatlán, Casas de esperanza, fue creado en 2006 con el objetivo de extender una mano amiga a las familias necesitadas, para ayudarlas a lograr algo que tomaría 20 años si lo hicieran por su cuenta.

Este grupo conformado por misioneros estadounidenses y de otros países, coordina la construcción de estas casas completamente gratuitas. En este momento están enfocados en tres comunidades en el puerto de Mazatlán, para ver un impacto a largo plazo, en lugar de construir en toda la ciudad.

De acuerdo a la página web de JUCUM, la visión de esta agrupación es acompañar a las personas necesitadas y trabajar en toda la comunidad para asegurar que se satisfagan sus necesidades físicas y espirituales.

“Deseamos no solo construir un hogar para estas familias, deseamos llevar familias a Cristo para transformar corazones y mentalidades mostrándoles su amor en una manera tangible”, se lee en el sitio de internet.

Marimar Toledo | El Sol de Mazatlán

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