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En agosto nos vemos es la última novela de Gabriel García Márquez a una década de su muerte

El legado del escritor colombiano mantiene su vigencia entre estudiosos y lectores

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El 6 de marzo próximo estará en los anaqueles En agosto nos vemos, la novela inédita de Gabriel García Márquez, que aunque no es una historia como Cien años de soledad, se trata de una obra que tenía guardada en una gaveta que continúa con el legado del escritor fallecido hace una década.

Fue el 17 de abril de 2014, cuando el escritor colombiano murió en la Ciudad de México y su país natal declaró tres días luto, colocando a media asta todas las banderas en su territorio.

En México, media semana después, se realizó un gran homenaje que convocó a cientos de personas, de los oficios y las clases sociales más diversas, quienes vieron el vuelo de miles de mariposas amarillas de papel sobre la arquitectura ecléctica y los alrededores históricos del Palacio de Bellas Artes.

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Los medios de comunicación lamentaban un luto inconmensurable para las letras del mundo entero, al tiempo que otros aseguraban el nacimiento de una leyenda, pues ambos países despedían a una de las más grandes plumas latinoamericanas y que fue autor de la mítica novela Cien años de Soledad (1967), que algunos críticos han considerado una obra maestra.

A 10 años de aquella luminosa y al mismo tiempo torrencial despedida, especialistas en la vida y obra de Gabriel García Márquez, hablan sobre la vigencia de sus letras —a las que se le ha considerado como máximo ejemplo del realismo mágico— y profundizan en puntos clave para su entendimiento.

La obra de Gabriel García Márquez aún es muy viva y sigue extendiendo ramas alrededor del mundo, dijo Juan Camilo Rincón, periodista colombiano.

“Yo recientemente he tenido conversaciones con investigadores japoneses, así como con escritores contemporáneos, entre ellos la estadounidense Rebecca Solnit, quienes me han comentado cómo les ha fascinado lo que hizo Márquez”, afirma en entrevista telefónica desde Bogotá.

Juan Camilo Rincón asegura que la obra de García Márquez ha influenciado a personajes contemporáneos, como Alex Turner, vocalista de los Artic Monkeys.

Obra iniciativa de lectores

Nacido en Aracataca, el 6 de marzo de 1927, Gabo, como se le solía llamar cariñosamente, fue autor de 10 novelas, entre ellas La hojarasca (1955), Crónica de una muerte anunciada (1981) y Memoria de mis putas tristes (2004).

Asimismo, de cuatro libros de cuentos, como La increíble y triste historia de cándida Eréndida y de su abuela desalmada (1972) y Doce cuentos peregrinos (1992); tres de narrativa de no ficción, como los célebres Relato de un naufrago (1970) y Noticia de un secuestro (1996).

Se trata de una obra, según el escritor Geney Beltrán, director de la Casa Estudio Cien años de soledad, de la Fundación para las Letras Mexicanas, de la cual hay que considerar varios factores que la caracterizaron a lo largo del tiempo:

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Una extrema sensibilidad a la percepción de los lectores, una propuesta experimental, la impronta del escritor estadounidense William Faulkner, la cercanía a la vivencia psicológica de personajes, la tradición del campo colombiano, elementos de carácter maravilloso y legendario, además de una gran conciencia social y el uso de un prosa musical.

Pero de todas esas publicaciones, ambos especialistas ponen el acento en la que se considera la obra cumbre de Gabriel García Márquez, la cual condensa todas estas características mencionadas, Cien años de soledad, editada por primera vez en 1967, bajo el sello de la Editorial Sudamericana.

Una novela que ha sabido mantenerse en el gusto del público lector, así como de la aprobación y elogio de la crítica y la academia.

Cien años de soledad se ha considerado como la más grande obra en lengua española desde El Quijote y tiene una condición de clásico indiscutible, en el ámbito de la literatura universal.

“Pero también hay que decir que para muchos lectores es una obra que es un parteaguas para su vida emocional e intelectual. Para muchos que la leímos por primera vez en la preparatoria, significó un despertar a las posibilidades mágicas de la literatura y una declaración de amor por la imaginación que dura para toda la vida”, afirma Geney Beltrán, desde el edificio donde Gabo escribió dicha novela, en la colonia San Ángel Inn, en la Ciudad de México.

Del título de “personaje central y protagonista del realismo mágico”, ambos entrevistados coinciden en que no se trata de un hecho realmente del todo novedoso ni en la literatura de América Latina, ni en la literatura universal, pues se pueden encontrar obras con las mismas características “fantásticas, mágicas o legendarias”, en grandes obras de la historia de las letras, como Las mil y unas noches y los poemas helénicos, a los cuales se asemeja con gran maestría.

“El que haya publicado libros de no ficción, en artículos y crónicas que se han editado en varios tomos, nos habla de alguien que en su visión de la escritura tiene una lógica de la comunicación, del diálogo con el otro que no es un erudito, un especializado, ni una persona sofisticada.

Cualquier persona que se acerque a su obra puede sentir su hechizo, ese poder en su prosa es lo que explica que su representación de realidades sea tan convincente.

“Aunque tenga historias que se han tildado de realismo mágico, que parecen exóticas y producto de la imaginación, pero que tienen una conexión con el consciente colectivo y las pulsiones más básicas de los seres humanos”, apunta Geney Beltrán.

Por su parte, Juan Camilo Rincón menciona que la obra de García Márquez, en especial tras la publicación de Cien años de soledad, obtuvo una gran cantidad de seguidores que replicaron más o menos sus formas narrativas a lo largo de América Latina.

Sin embargo, también apunta que durante las décadas de los 80 y 90, jóvenes escritores quisieron plantear una especie de “parricidio”, que no cumplió su cometido, pues asegura que la obra de García Márquez aún puede verse referenciada en obras de algunos autores.

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Aún así, el periodista considera que la gran popularidad de la literatura de Gabriel García Márquez alrededor del mundo, sí ha contribuido a cristalizar una cierta idea que se tiene de los países latinoamericanos:

“Yo si pienso que hay un estereotipo, tanto en Estados Unidos como en Europa, de lo que somos nosotros, en el que, literariamente, aún hacen referencia a ciertos espacios del realismo mágico y la obra de García Márquez, como las mariposas amarillas.

Pero cuando comienzan a acercarse a la literatura de nuestro continente, se dan cuenta de que no todo es Macondo y que tenemos una gran diversidad. Creo que la obra de García Márquez es una gran influencia y un gran referente, pero no pienso que sigamos bajo su sombra como tal vez lo pudo llegar a ser”, asegura.

Tanto Rincón, quien actualmente se encuentra en la escritura de un libro sobre la relación de Gabriel García Márquez con México, como Geney Beltrán, hacen hincapié en la importancia histórica que tiene este autor para el país y viceversa.

Hecho que consideran, es resultado de la larga tradición del Estado mexicano, que ha recibido a refugiados y extranjeros desde los conflictos de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, así como de los distintos procesos dictatoriales en América Latina.

De esa relación con nuestro país, ambos mencionan que lo más importante para su carrera fue la oportunidad de entrar a un círculo literario e intelectual único, al que fue introducido por el novelista Álvaro Mutis, quien le presentó a Carlos Fuentes y éste con los integrantes de lo que se llamaría el Boom Latinoamericano.

Gabriel García Márquez habría escrito cualquier otro libro, pero no el Cien años de soledad que conocemos sino hubiera vivido en México. Algo que le fue esencial fue rodearse de esos intelectuales que México tenía en ese momento, con los que tuvo grandes charlas y gran retroalimentación”, afirma Rincón.

El autor del libro Colombia y México: entre la sangre y la palabra, asegura que García Márquez cristaliza una relación entre ambas naciones que se han visto hermanadas desde que fueron virreinatos españoles hasta la fecha.

Tanto en Bogotá como en Ciudad de México, vuelven a coincidir en que la impronta de Gabo para las nuevas generaciones de escritores fue su gran dedicación y entrega al trabajo literario, al que dedicó una vida entera.

“Él era una persona que trabaja muchísimo su obra, que hacía escritura y reescritura. Era un trabajador que hacía que la literatura fuera una filigrana, aparte de que era un genio que se puede ver en su gran obra, en la gran cantidad de borradores que hizo, así como en las conversaciones en sus cartas, donde uno puede hacer un recorrido de su progreso y desarrollo”, afirma Juan Camilo Rincón.

Mientras que Geney Beltrán reflexiona: “La más grande lección de Gabriel García Márquez fue su ambición literaria. Su gran talento, aunado por la crítica social, no habría germinado si no hubiera respondido a una visión de crear obras extraordinarias.

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No son obras que se pudieran escribir en un mes, sino que implicaban años, de un trabajo físico de todos los días, así como una gran autocrítica, implacable para conseguir formas perfectas”, finaliza.

Del archivo de Gabo, que actualmente está en la Universidad de Texas, Geney Beltrán considera que aunque hay un gran número de material, éste en general resulta de mayor interés para investigadores y académicos, que para el público lector en general, ya que el escritor colombiano fue muy meticuloso a la hora de decidir qué publicar o no y a su consideración publicó obras a las que les dedicó mucho tiempo.

Sobre el lanzamiento el próximo 6 de marzo de la novela inédita En agosto nos vemos, Rincón comenta qué podemos esperar: “Obviamente no vamos a esperar que salga una historia como Cien años de soledad que tenía guardada en una gaveta.

Pero sé que, desde el título, que es bellísimo, vamos a encontrar varios de los elementos que definieron su obra y cosas muy interesantes, pero no una obra de ese tamaño. Tal vez sea algo como del estilo de Memorias de mis putas tristes, pero habrá que esperar a que esté en nuestras manos”.

También está en producción una serie basada en su obra cumbre, titulada Macondo. El cine, mientras Gabo estuvo vivo, nunca estuvo listo para retratar y demostrar lo que es su obra. Siempre, en cierta forma lo decepcionó.

“Ha habido intentos tanto nacionales (de Colombia), como internacionales, por llevar la obra de Gabriel García Márquez a la pantalla, pero siempre ha sido una gran discusión el modo en que se puede llevar a la pantalla a este escritor.

Tal vez una serie como esta tenga más posibilidades que una película, más todo hay que verlo de una forma objetiva, pues el cine, en casos como este, junta al menos a tres creadores: el que concibe la obra, el que la adapta y el que la filma, lo que hace que los visones cambien”, concluye el periodista colombiano.

Kevin Aragón / El Sol de México

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