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La artista francesa Coline Raposa transforma la crudeza y la belleza de la realidad en un viaje estético y reflexivo

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Con el propósito de hacer reconsiderar al observador lo que verdaderamente enriquece cada día de la vida, y de invitar a aferrarse a la belleza en medio del caos, la artista visual francesa Coline Rapose presenta su exposición El Ojo del Huracán, a la que define como un lugar de quietud en medio de una tormenta.

La muestra se inaugura en la Alianza Francesa en sus centros Del Valle e Interlomas el jueves 19 y sábado 21 de octubre, respectivamente.

La artista dedicada al dibujo en gran formato con marcadores y pintura acrílica destaca que a pesar de los torbellinos del mundo actual, la mirada artística persiste como un faro y proporciona un respiro oportuno para analizar las complejidades de la existencia.

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Las obras nos hacen reconsiderar lo que verdaderamente enriquece nuestro día a día, y nos invitan a aferrarnos a la belleza en medio del caos”, indica.

Nacida en 1995 en Francia, la también docente escogió las artes visuales para plasmar sus inquietudes y reflexiones, con obras que han sido expuestas en Ciudad de México, Santo Domingo, Madrid y Bogotá.

Coline documenta de manera casi etnográfica la sociedad consumista, desenmascarando las rutinas tóxicas que alejan del ritmo de la naturaleza para allanar el camino hacia una existencia más equilibrada.

Considera que crear le parece ser, de por sí, una forma de no ser una simple consumidora del contexto en el que vive, sino que lo transforma para imaginar un mejor vivir, una nueva ética para la vida, más plena, para no quedar aplastados por la realidad.

La artista plástica fusiona su asombro por hallazgos de la naturaleza o de las culturas latinoamericanas con su descontento sobre el estado actual del mundo, con lo que los marcadores y la pintura acrílica dan vida a un mundo colorido tangible y onírico a la vez.

Coline forja un puente entre diversas cosmovisiones, voces excluidas y la naturaleza, en su obra lo crudo y lo bello coexisten en armonía, resaltando realidades de las que cada uno puede extraer sus propias interpretaciones.

Sostiene que todas las piezas hacen brotar la belleza del caos en una sociedad donde la necesidad de ser útil y productivo es lo que impulsa a las personas a levantarse cada día.

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Invita a reconsiderar la belleza, no marcada por cánones, sino entendida como actitud ante la vida para construir un mundo donde se valoren, respeten y celebren las diversas formas de existencia, enriquecidas e interconectadas por el reconocimiento de su vulnerabilidad compartida, como brújula para habitar el mundo en la forma de relacionarnos con nosotros mismos y los demás seres vivos.

Explica que la exposición El Ojo del Huracán busca un respiro oportuno para analizar las complejidades de la existencia y forjar decisiones colectivas para el futuro.

La artista explora la forma en que el ser humano se relaciona con la tierra y los demás seres vivos, sean humanos, plantas o animales, “siempre buscando volver a encontrar los derechos fundamentales que son vulnerados en estas relaciones.

Los huracanes pueden ser desastrosos para la especie humana, pero en realidad son una invitación a abstraerse de la condición humana el tiempo de la exposición para ver el mundo con otro ojo, “para tomarnos el tiempo de analizar las decisiones futuras, no sólo para el ser humano sino a favor de la vida en su sentido amplio. Y a la vez nos recuerda la fragilidad de la vida frente a las intemperies, agregó.

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