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Sonora

La escuela Leona Vicario en Hermosillo tiene cien años de historias y fantasmas

El proyecto educativo incluía aritmética y bordado para las niñas de principios del siglo XX

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HERMOSILLO, Sonora. Quizá por ser el único que está en el centro de la ciudad o porque tiene más de un siglo de existencia, la escuela Leona Vicario es uno de los planteles educativos más identificados por los hermosillenses.

Varias generaciones de alumnos salieron de esta institución que está fuera de operación debido al riesgo que puede presentar la infraestructura por su antigüedad, para la que se espera que llegue el momento en que la rehabiliten.

Sobre este lugar, que es considerado patrimonio histórico de Hermosillo, el coordinador ejecutivo del Instituto Sonorense de Infraestructura Educativa (ISIE), David Guillermo Pintor, señaló que se trabaja en el proyecto que corresponde a la rehabilitación.

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El funcionario dijo que “la Leona Vicario” tiene problemas estructurales que requieren una inversión superior a los 20 millones de pesos.

La escuela primaria Leona Vicario se inauguró el 5 de febrero de 1910; de inicio fue una institución educativa sólo para niñas. Ahí, aprendieron operaciones básicas como sumar, restar, multiplicar y dividir.

Debido a las actividades que socialmente desarrollaban las mujeres, su formación también comprendía de clases de bordado, de arte y otras asignaturas que fueran funcionales para la época.

La institución se inauguró como un proyecto educativo del gobierno de Porfirio Díaz, como parte del centenario de la Independencia de México, y fue desarrollado por el ingeniero Felipe Salido.

La escuela está en la calle José María Yáñez, entre Monterrey y Elía Calles, en lo que se conoció como el barrio “La Chicharra”, que comprendía desde la calle Vildósola hasta la calle Oaxaca.

Con el tiempo, la demanda de la educación básica y por su ubicación, el plantel se hizo mixto y atendía sobre todo la necesidad de los comerciantes y vecinos del Centro de la ciudad.

Para 1945, la escuela Leona Vicario ya tenía 600 alumnas, 200 más que en 1910 y, al tener en la manzana de enfrente un parque del mismo nombre, se contempló la necesidad de un pasaje subterráneo para que las niñas y jovencitas estuvieran seguras.

35 años después, Hermosillo tenía más movilidad de carros y las niñas fueron prioridad en el sector, cruzarían al parque de juegos sin peligro alguno.

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El entonces presidente municipal Francisco L. Carreón, anunció el 8 de octubre de 1945 esta construcción subterránea, a diferencia de otros puentes peatonales que hay actualmente en Hermosillo como el de la colonia Fovissste, el que está entre la Unison y el viejo hospital general, el que hay en el Bulevar Luis Encinas y Américas y el de la colonia San Luis.

En la ventana, en el túnel, en el baño…

Al tratarse de una construcción tan antigua, las anécdotas y las leyendas urbanas en torno a la Escuela Leona Vicario no dejan de surgir.

Entre estas se encuentra “el avistamiento” de una niña vestida de blanco que observa desde el interior de la escuela a través de una ventana; también hay quienes aseguran que se ha visto a una monja en el túnel subterráneo, ¡o en los salones!

Hay otras historias de una niña que ha molestado a las alumnas, como “Myrtle La Llorona”, la niña que se aparece en el baño de Hogwarts, el colegio al que va Harry Potter… Jalándoles el cabello.

¿Quién fue Leona Vicario?

El personaje al que homenajearon con su nombre a esta escuela fue una activa participante en la lucha por la independencia de México.

La historia señala que Leona Vicario obtenía información sobre los movimientos políticos y militares que ocurrían en el centro del país, y los transmitía a “los rebeldes”, a quienes también dotaba de ropa, comida, medicinas y armas. También se le recuerda como la primera periodista de México.

En la actualidad, los alumnos de este plantel fueron distribuidos a otros en Hermosillo, en lo que se decide por parte del Ayuntamiento y de autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH, cómo van a “entrarle” a la rehabilitación, sin alterar -en la medida de lo posible- sus características de origen.

Judith Teresita León | El Sol de Hermosillo

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