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Para los nostálgicos y el nuevo público, Blur estrena disco

La Balada de Darren es precisamente eso, una colección de baladas en cuarenta minutos.

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“Cada generación tiene a sus farsantes dorados”, canta con orgullo y advertencia el Cuarteto de Colchester, Blur, en el segundo sencillo de su más reciente álbum, The Ballad of Darren, título en honor a su asistente de toda la vida Darren Evans, quien los ha acompañado desde que cargaban sus racks hace 30 años.

Título honorífico y también autobiográfico, ¿a quién podrían usar como testigo de todos los caminos recorridos, sino al único que ha estado ahí aparte de los cuatro miembros de la banda?

La Balada de Darren es precisamente eso, una colección de baladas en cuarenta minutos. Himnos que poco tienen que ver con la nostalgia y mucho tienen de esa autorreflexión que viene con los años, de esas dudas que ya no son adolescentes, como en rolas de Parklife, como “Jubilee” o la misma “Popscene”.

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Ahora las dudas, los miedos y las conclusiones vienen de cuatro hombres maduros que están a nada de la senectud: “Nena no me dejes aquí porque hay algo que vive en el subsuelo y te toma por el cuello”.

Ese monstruo que conocemos gracias a “St. Charles Square”, es nada más y nada menos que el indetenible paso del tiempo. Algo que aquellos que ya pasaron la línea de la sombra, de esa que habla Joseph Conrrad, entenderán perfectamente.

El álbum es bueno, no es impresionante, es bueno. Ahí radica su debilidad. En el espectacular año del regreso de Blur, su nuevo material no cumple con las exigencias de una parte del público de una banda del calibre creativo de Blur. No es un mal álbum, pero es una colección de baladas que ratifica una de las maldiciones del grupo en toda su carrera, sus desafortunados malos timings.

En medio de una gira mundial que los ha llevado por todos los festivales importantes del mundo hasta este momento, más una gira por América Latina, Estados Unidos, Asia y Australia en la segunda mitad del año, sus fans de antaño quieren escuchar y mover las cabezas con temas que suenen a “Song 2”, quieren bailar con “Girls and Boys Vol. 2”, quieren regresar a los 90 porque el siglo XXI apesta.

Sin embargo, Blur les ha vendido algo que evidentemente alguien de la Generación X no quiere recordar, porque todos los días lo tiene presente: los “años antaños” se fueron y no volverán.

Producido por el arquitecto de AM, uno de los mejores discos de lo que llevamos del siglo XXI, y miembro de The Last Shadow Puppets, James Ford, The Ballad of Darren contiene algunas de las canciones que pasarán con letras de oro al catálogo de los clásicos de Blur.

El primer sencillo “The Narcissist” es una bellísima balada que bien pudo haber escrito Phil Spector, un tema que resume todas las características del disco, la reflexión ante el paso del tiempo, las dudas existenciales que vienen con la fama “voy a encender una luz en tus ojos y tú probablemente harás lo mismo pero esta vez no caeré, con suerte prestaré atención a las señales.”

Lo más cercano en este álbum, al Blur que los nostálgicos quieren escuchar es “St. Charles Square”, una especie de blues que seguramente en 1998 hubiera sido un hit del Top 10 en el UK Official Chart o la lista de Modern Rock de Billboard, pero que ahora suena como nada suena en el airplay global.

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Y ahí comienza la paradoja del contraste de una banda como Blur. Su bendición de ir en contra de todo a lo largo de tres décadas. Ahora Blur se enfrenta a un mundo sin rock, a una sociedad enfrascada en la nostalgia, a una industria musical aún más salvaje que en los 90, que estaría dispuesta a crear con IA cualquiera de los posibles tunes que exige esa parte de los fans recalcitrantes sobre el pasado.

Este es un disco que ve hacia el futuro, un álbum que va dirigido a un público nuevo. Uno que ha crecido por montones desde la aparición de Think Tank hace 20 años; un disco donde las pistas se encuentran en el arte gráfico que siempre ha sido fundamental en la obra de Blur: el futuro es desesperanzador, el azul del agua será para unos pocos y el resto tendremos un cielo gris.

La colección de baladas de La Balada de Darren van de lo ecléctico a lo barroco, del pop -este es el disco más pop en la historia de la banda-, al psychobilly, de la influencia de Gorillaz y Taylor Swift, a la presencia de los años 60 y la psicodelia.

El disco abre con “The Ballad” un tema que puede conmover hasta las lágrimas “hemos andado por muchos caminos”, y cierra con una suite de tres temas que rompen la aparente armonía del disco, “The Heights”, “The Rabbi” y “The Swan”. El final del álbum nos recuerda que después de todo sólo quedará el silencio.

Luego de 30 años, los fans de la música experimentan en 2023 el regreso del britpop como una esperanza para la resurrección del rock, y el trabajo de Blur este año es el estandarte de ello. Sin embargo, los de Colchester han optado por la otra vía. Ya lo han hecho varias veces antes, en Blur, en 13, en Modern Life is Rubbish.

Esta vez han cumplido su promesa no escrita de entregar un trabajo diferente con cada disco. Este es un Blur que jamás habían escuchado, definitivamente.

En los 90 vimos como los héroes de los 60 tuvieron que luchar por mantenerse vigentes en un mundo que no sabía hasta entonces que tener 50 años de edad no era impedimento para seguir activos, propositivos y lucrativos. Le ha llegado el turno a la generación del britpop, y la función de The Ballad of Darren es difundir la máxima que el abuelo Simpson nos regaló hace muchos años: “…Y te va a pasar a tí”.

Francisco Hernández Ramos / El Sol de México

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