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Negocios

Las artesanas dan vida a la tela en punto fino con los textiles de Zipiajo (Michoacán)

Una marca colectiva permite comercializar sus piezas en todo México y el extranjero, los bordados de Zipiajo han ganado un espacio en el comercio de textiles.

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MORELIA, Michoacán. – Con una marca colectiva que les permite comercializar sus piezas en todo México y el extranjero, los bordados de Zipiajo han ganado un espacio en el comercio de textiles.

Las bellas piezas artesanales tardan en ser elaboradas hasta dos meses debido a la minuciosidad de las figuras que bordan a punto de cruz.

Incluso, los mandiles tradicionales del vestuario purépecha pueden llevar hasta 6 meses, por lo que la producción anual por artesana es de entre 2 y 6 piezas máximo, siendo su costo de mil 500 pesos promedio.

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El arte del bordado

El arte del bordado y la enseñanza de este oficio se realiza en Zipiajo, comunidad perteneciente al municipio de Coeneo, y es en el taller Lucero de la Mañana o en purépecha Kúanari xarinku anapu, donde semana a semana, un grupo de mujeres acuden para realizar esta artesanía y lograr comercializarla para llevar un sustento a sus hogares.

Con el apoyo de la maestra artesana María Elvia Silva Bartolo, oriunda de Zipiajo, y galardonada con el Premio Estatal de las Artes Eréndira 2022, estos saberes son transmitidos específicamente a las mujeres de la comunidad.

Considerada como uno de los grandes maestros del arte popular mexicano, Silva Bartolo trabaja para el apoyo e impulso de sus compañeras artesanas de la comunidad, y lograr un mejor desarrollo para todos.

Hombres, fuera

Aunque cada vez más hombres se involucran en el bordado logrando crear piezas únicas, en Zipiajo esta actividad permanece en las manos de las mujeres.

“Son 32 mujeres las que acuden al taller de textil todas las semanas, yo les apoyo en buscar dónde vender sus piezas y las paguen a lo que debe ser. Anteriormente eran 50 las asistentes, pero algunas de ellas han salido incluso de la comunidad para buscar trabajo por otro lado”, comentó Silva Bartolo en entrevista para El Sol de Morelia.

Desde los 30 hasta los 80 años, es el rango de edades de las personas que acuden a esta formación artesanal en este taller al que no acuden hombres por el hecho de que en la comunidad se tiene arraigado el pensamiento de que es una actividad para mujeres, comentó Silva Bartolo

“Aquí no tenemos ningún varón pues la gente se ha encargado de criticar fuertemente cuando un hombre se pone a bordar. Para mí no tiene nada de malo ni por qué fijarnos, pero la comunidad así se acomodó a ver este tema y pues yo lo respeto”.

Transmisión de saberes

Cristina Silva Custodio, de 26 años, es una de las mujeres que acuden a este taller, y en entrevista con El Sol de Morelia, comentó que ella comenzó en el mundo del arte a la edad de los 12, y fue involucrada por una de sus tías.

“Ella se llama María Guadalupe, me animó al textil, y mi primer acercamiento fue una bolsa para una laptop, la vendí enseguida y me gustó comenzar a ganar mi dinero, por eso seguí”.

Con el paso del tiempo, dijo, buscó quien le enseñara cómo realizar más artículos y fue así como llegó al taller Lucero de la Mañana, “he aprendido a realizar bolsas, mochilas, pañaleras, mandiles, de todo. Aunque ahorita lo que más está saliendo es el huanengo”.

Respecto a si son resistentes las pañaleras y las mochilas, aseguró que el material es lo suficientemente resistente, aunque también la persona debe saber cuidar el artículo.

Cristina Silva Custodio explicó que actualmente se encuentra elaborando un huanengo de punto de cruz fino, “con eso quiero decir que me tardo como un mes y medio en tenerlo listo. En él le invierto como unas ocho horas diarias, para posteriormente regresar a atender mis actividades de ama de casa”.

Presencia en concursos

Ana Laura Castellón Ambríz, de 32 años, es otra de las asistentes que acuden con María Elvia Silva Bartolo, “yo empecé a los 12 años a hacer mandiles, me enseñó mi hermana la mayor para ver cómo se agarraban las puntadas y cuántos hilos necsitaba, después mi mamá María Ambríz ya no podía bordar, entonces vine a capacitarme con Elvia”.

A lo anterior agregó: “Me gusta mucho porque todas nuestras piezas se venden y también porque ganamos concursos tanto en Ciudad de México, Uruapan, Pátzcuaro, y otros lugares. Si no es una es otra y nos sentimos orgullosas entre nosotras por llevarnos premios”.

Tras el fallecimiento hace cuatro años de su mamá, Ana Laura expresó que esta es la herencia que le dejó en vida, y con la cual logra generar un ingreso que ayude a la economía de su casa.

“Lo que vendemos más son los huanengos, depende del bordado el costo, por ejemplo en Pátzcuaro vendí uno en 2 mil 500 pesos porque estaba grande, los de punto grande son de mil 600, va variando. El huanengo lo vendemos en un 100%, los porta celulares en un 90%”.

Venta en Zipiajo

Respecto a los principales puntos de venta donde se pueden adquirir sus piezas, explicaron, es en Zipiajo donde con frecuencia el comprador acude.

“Llegan aquí de diferentes lugares, como CDMX, Morelia, Pátzcuaro, ya terminado el huanengo lo tenemos en distintos precios que oscilan de los mil 600 a los mil 800, si es más grande el dibujo, el costo aumenta”.

En el taller Lucero de la Mañana o en purépecha Kúanari xarinku anapu, existen diversos muestrarios con lo que las artesanas han realizado para que la ciudadanía pueda escoger qué diseño les gusta más.

Además, también se encuentran los datos de contacto de cada una de ellas, como el de María Guadalupe Castellón López, María Rosario y Floriberta Silva Bartolo, Blanca Luisa Silva López, Elva Tzintzun Silva, Verónica Cruz López, entre otras.

La batalla contra el regateo

En el tema del regateo, María Elvia Silva Bartolo expresó que aún se enfrentan a esta práctica, sobre todo por los compradores nacionales.

“Los clientes que ya tenemos fijos ya no nos regatean, pero sí otras personas que se acercan con nosotras por primera vez, y es que no ven cómo trabajamos las piezas”.

El motivo, explicó la maestra artesana, es por el hecho de desconocer toda la labor que hay detrás de cada creación, “son varias personas las que quieren regatear las obras pero por ejemplo, gente de la CDMX ya no lo hace tanto porque hemos colocado letreros de no regatear y ya hemos estado en distintos espacios de la capital del país, hemos expuesto en el Congreso de la Unión”.

Felipe Bárcenas | El Sol de Morelia

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