Parkour, un estilo de vida con giros y acrobacias

Bajo la filosofía de “ser fuerte para ser útil”, la práctica del parkour nació en Francia proveniente del llamado método natural, el cual consistía en saber distintas disciplinas que iban desde la escalada, natación, atletismo y hasta primeros auxilios.

El impulso de esta práctica que, inicialmente se adaptaron a las rutinas militares y al cuerpo de bomberos en el país europeo, fue impulsada por Raymond Belle y su hijo David Belle a finales de los años 80´s.

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A treinta años de aquellos primeros intentos de parkour, la disciplina está dejando de ser emergente para consolidarse como un deporte formal que recientemente acaba de vivir su primer Campeonato Mundial bajo la dirección de la Federación Internacional de Gimnasia y en donde se consolidó como campeona la mexicana Ella Bucio.

Francisco Aguilar García, originario de Morelia y practicante de dicho deporte desde hace nueve años, ha sido testigo del crecimiento del parkour en la ciudad, pero también de su desarrollo individual como atleta de alto rendimiento, pues de ser una actividad de ocio, pasó a volverse algo más serio al grado de que obtuvo un segundo lugar a nivel nacional en la modalidad de velocidad.

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“Todo empezó porque di con videos en YouTube de deportes extremos, entonces me llamó la atención aquellos donde brincaban, giraban en el aire y no tenían miedo de exponerse”.

“Luego busqué tutoriales de cosas básicas y lo primero que me animé a hacer fue usar una mesa como herramienta, y para mi sorpresa pude realizar un movimiento que, aunque sencillo, me dio mucha satisfacción”.

Tras darse cuenta que tenía cierta facilidad para hacer los movimientos, decidió unirse a un grupo de nombre Ever Jump, donde de manera colectiva, intercambiaron conocimientos y técnicas para mejorar al momento de ejecutar los retos.

A decir de Paco Parkour, como se le conoce en el mundo de este deporte, la práctica del mismo también permite el desarrollo de la imaginación, pues al recorrer la ciudad su vista no solamente identifica un conjunto de estructuras arquitectónicas, sino que se encuentra con una amplia gama de posibilidades que se asemejan a un parque de juegos para niños grandes.

“Empiezas a imaginar cosas que antes eran imposibles y el cuerpo va sintiendo la fuerza y la capacidad, pero también el miedo que jamás se va; sin embargo, a medida que vamos practicando, también nos aseguramos de la memoria muscular, los movimientos y la confianza”.

Actualmente, el atleta ofrece cursos los domingos en todos los niveles y en este sentido, comparte que, de acuerdo a la estructura de la ciudad, la Calzada Fray Antonio de San Miguel es un sitio idóneo para practicar el parkour debido a las múltiples posibilidades que ofrece.

No obstante, destaca otros espacios como el Bosque Lázaro Cárdenas por sus estructuras tubulares que implican otro tipo de retos, así como las rampas del skatepark que se ubica en la Unidad Deportiva Bicentenario, “en general todo lo que tenga relieves, fondos, espacios vacíos y angostos, y muros grandes, nos resulta un gran atractivo”.

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Para quien quiera comenzar a adentrarse en la disciplina, recomienda empezar a trabajar cosas básicas con movimientos naturales como el caminar en cuadrúpedos; es decir, gatear sin usar rodillas y simplemente apoyando el peso corporal en las manos y pies.

Luego de que la mexicana Ella Bucio se consagrara campeona en el Mundial, Pako Parkour considera que el interés por este deporte seguirá creciendo en la ciudad, pues a través de sus clases, se ha percatado que por la novedad muchas personas acuden, aunque algunos terminan por darse cuenta de que no es lo suyo.

En su caso, por momentos se ha planteado el retiro, sobre todo cuando sufre lesiones graves como una fractura quíntuple en los metatarsos del pie derecho.

Sin embargo, reflexiona que su cuerpo está tan acostumbrado al parkour que ya lo asume como una necesidad y si bien es consciente del daño que puede llegar a ocasionarle a su cuerpo, acepta su responsabilidad y se enfoca para aprender a llevar un estilo de vida saludable que también esté lleno de giros y acrobacias.

Víctor Ruiz | El Sol de Morelia