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Gianni Versace es el italiano que trastocó las reglas de la industria de la moda

La moda le debe a Gianni Versace, el concepto de la pasarela como evento mediático, la glorificación de la front row -primera fila-

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Alguna vez el diseñador Gianni Versace habló de su tierra natal, un lugar que se caracteriza por sus fuertes raíces de la Grecia clásica que en muchas ocasiones acompañaron a sus diseños. “Reggio Pico es el reino donde comienza esta historia que es mi vida”, dijo.

Ahí, Gianni se crió junto a sus padres, su hermano mayor Santo y su hermana menor Donatella, porque su hermana mayor Tina falleció cuando tenía sólo diez años. Su madre, Francesca, tenía un pequeño negocio, que un taller de diseño de vestidos. Y el entonces pequeño Giovanni, interesado desde muy pronto por el mundo de la moda, se convirtió en su aprendiz.

Primero estudió arquitectura, pero a los 26 años decidió seguir su sueño de trabajar como diseñador, por lo que se fue a Milán para perseguirlo y abrirse un hueco en el mundo de la moda.

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Tuvo éxito, pues a mediados de los años setenta logró convertirse en el diseñador de Byblos, de la marca Genny, y también trabajó para Callaghan. Tras diseñar colecciones para ellos, presentó su primera colección propia en el Museo della Permanente en Milán.

Así, y gracias al mecenazgo de la familia Girombelli, nació en 1978 la marca Versace y Gianni abrió su primera tienda en Via della Spiga, cuna de la moda de la ciudad milanesa, que no tardó en despertar la atención debido a sus innovadoras propuestas.

La firma que nació en aquella boutique siguió creciendo y, a principios de los ochentas ya era una casa internacional. En 1982 se expandieron a la elaboración de accesorios y complementos, joyas y artículos para el hogar. En 1989 crearon su primera línea de alta costura, Atelier Versace.

Ya a mediados de los noventas, la fama internacional de la marca se catapultó todavía más cuando la actriz Elizabeth Hurley lució su famoso vestido negro acompañando a Hugh Grant al estreno de Four Weddings and a Funeral.

Conocido como el “diseñador del Rock n’ Roll” por vestir a artistas de la talla de Michael Jakcson y Elton John, Versace también fue responsable de algunos de los looks de personalidades como la Princesa Diana de Gales, Diego Armando Maradona, la Princesa Carolina de Mónaco y Liz Taylor.

En esa etapa, top models como Cindy Crawford, Christy Turlington, Linda Evangelista y Naomi Campbell fueron descubiertas y llevadas a la fama por el diseñador italiano, pionero del fenómeno de las supermodelos de los años noventa.

La marca destacó por sus atrevidas propuestas: erotismo y fetish, formas marcadas y voluptuosas, el oroton (malla metálica que imitaba el oro y la plata), los diseños gráficos de arte pop, el lujo, los detalles olímpicos y grecolatinos, y un montón de propuestas rompedoras y ostentosas.

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En su vida personal, Gianni era igual: rompió las reglas, desafiando a la sociedad al hacer pública su homosexualidad, presentando a Antonio D’Amico, modelo al que conoció en 1982, como su pareja. Lo hizo en los noventa, en una entrevista para The Advocate. Y lo reafirmó en su libro, Men without Ties (1995), en la dedicatoria: “A los tres Antonios de mi vida: mi padre, Antonio D’Amico y mi sobrino”.

Quizá a Gianni Versace le habría gustado vivir el cambio de siglo, y llegar hasta esta época donde la visibilidad e inclusividad están en boga. Desgraciadamente, lo asesinaron a las puertas de su casa de Miami el 15 de julio de 1997, cuando tenía sólo 50 años. El asesino, llamado Andrew Phillip Cunanan, se suicidó posteriormente.

A Antonio D’Amico, Versace le legó el permiso para ocupar cualquiera de las casas de la firma en Estados Unidos e Italia, y una pensión vitalicia de 26 mil dólares, aunque él renunció a gran parte de esta herencia.

El 50 por ciento de las acciones de su gran imperio las heredó su sobrina, entonces menor, Allegra Versace. Donatella se convirtió en la directora creativa de la marca, reinventándose en cada época, y Santo en el director ejecutivo.

Así, aunque sin Gianni, su familia ha mantenido vivo el linaje y la marca este cuarto de siglo. Y es que el de Versace es ya un legado sempiterno.

Diego Torija / El Sol de México

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