Inteligencia Artificial
El capitalismo se ha transformado en una “forma de feudalismo tecnológicamente avanzada”
Ahora Varoufakis sostiene que ya no vivimos en una sociedad capitalista.
Yanis Varoufakis creció durante la dictadura griega de 1967-1974. Más tarde se convirtió en profesor de economía y fue brevemente ministro de Finanzas griego en 2015.
Su padre inculcó en su hijo una apreciación crítica de cómo la tecnología impulsa el cambio social. También le inculcó la creencia de que el capitalismo y la libertad genuina eran antitéticos: una política de izquierda que convirtió a su padre en prisionero político durante varios años durante la “junta”, como la llamaban.
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En 1993, cuando tuvo acceso a internet por primera vez, su padre le planteó una pregunta seria: “ahora que las computadoras se comunican entre sí, ¿esta red hará que el capitalismo sea imposible de derrocar? ¿O podría revelar finalmente su talón de Aquiles? Varoufakis ha estado reflexionando sobre ello desde entonces.
Aunque ya es tarde para explicárselo a su padre en persona, el nuevo libro de Varoufakis Technofeudalism: What Killed Capitalism responde a la pregunta en forma de una extensa reflexión dirigida a su padre.
Ahora Varoufakis sostiene que ya no vivimos en una sociedad capitalista; El capitalismo se ha transformado en una “forma de feudalismo tecnológicamente avanzada”.
Alquiler sobre beneficio
Los capitalistas tradicionales son personas que pueden utilizar el capital –definido como “cualquier cosa que pueda usarse para producir bienes vendibles” (como fábricas, maquinaria, materias primas, dinero)– para coaccionar a los trabajadores y generar ingresos en forma de ganancias. Es evidente que esos capitalistas todavía están floreciendo, pero Varoufakis sostiene que no están impulsando la economía como antes.
“A principios del siglo XIX”, escribe, muchas relaciones feudales permanecieron intactas, pero las relaciones capitalistas habían comenzado a dominar. Hoy en día, las relaciones capitalistas permanecen intactas, pero las relaciones tecnofeudalistas han comenzado a superarlas.
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Los capitalistas tradicionales, propone, se han convertido en “capitalistas vasallos”. Están subordinadas y dependen de una nueva generación de “señores” –las grandes empresas tecnológicas– que generan enormes riquezas a través de nuevas plataformas digitales.
Ha evolucionado una nueva forma de capital algorítmico –lo que Varoufakis llama “capital en la nube”– y ha desplazado a “los dos pilares del capitalismo: los mercados y las ganancias”.
Los mercados han sido “reemplazados por plataformas de comercio digitales que parecen mercados, pero no lo son”. En el momento en que ingresas a amazon.com “sales del capitalismo” e ingresas a algo que se asemeja a un “feudo feudal”: un mundo digital que pertenece a un hombre y su algoritmo, que determina qué productos verás y qué productos no verás.
Si eres vendedor, la plataforma determinará cómo puedes vender y a qué clientes puedes acercarte. Los términos en los que usted interactúa, comparte información y comercia están dictados por un “algo” que “funciona para el resultado final [de Jeff Bezos]”.
Los capitalistas que dependen de ese modo de venta tienen acceso al patrimonio digital de sus propietarios virtuales, las grandes empresas tecnológicas. Y si los “capitalistas vasallos” no cumplen con las leyes del patrimonio, son expulsados (eliminados de la App Store de Apple o del índice de búsqueda de Google) con consecuencias desastrosas para sus negocios.
El acceso al “feudo digital” se produce a costa de alquileres exorbitantes. Varoufakis señala que muchos desarrolladores externos en la tienda de Apple, por ejemplo, pagan el 30 por ciento “de todos sus ingresos”, mientras que Amazon cobra a sus vendedores “el 35 por ciento de sus ingresos”. Esto, sostiene, es como si un señor feudal medieval enviara al sheriff a recolectar una gran parte de la producción de sus siervos porque él es dueño de la propiedad y de todo lo que hay dentro de ella.
No se trata de extraer ganancias a través de la producción o provisión de bienes y servicios, ya que estas plataformas no son un “servicio” en el sentido en que se usa el término en economía. Están obteniendo rentas en forma de enormes recortes que reciben de los capitalistas en sus plataformas.
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Siervos de la nube
Pero ha sucedido algo aún más transformador, sostiene Varoufakis: Aunque la mayoría de nosotros interactuamos regularmente con los capitalistas y ganamos salarios a través de nuestro trabajo, ahora, por primera vez en la historia, todos contribuimos a “la riqueza y el poder de la nueva clase dominante” a través de nuestro “trabajo no remunerado”.
Cada vez que utilizamos nuestros dispositivos conectados a la nube (teléfonos inteligentes, computadoras portátiles, Alexa, Google Assistant, Siri) reponemos el capital de los cloudalistas de las Big Tech.
Esto, a su vez, aumenta su capacidad de generar más riqueza. ¿Cómo? Entrenamos sus algoritmos, que nos entrenan a nosotros, para entrenarlos a ellos, etc., en un circuito de retroalimentación cuyo objetivo es moldear nuestros deseos y comportamiento. Están “vendiéndonos cosas mientras venden nuestra atención a los demás”.
Esta interacción, insiste Varoufakis, no se produce como ningún tipo de intercambio de mercado, como el pago de salarios por parte de un capitalista a un grupo de trabajadores. En esta interacción, todos somos “siervos de la nube” de alta tecnología.
Para Varoufakis, no sólo estamos viviendo una revolución tecnológica, sino una revolución económica impulsada por la tecnología. Nos desafía a aceptar lo que les ha sucedido a nuestras economías –y a nuestras sociedades– en la era de las grandes tecnologías y las grandes finanzas.
Su libro es una contribución bienvenida a esa tarea. Una era tecnofeudal, sostiene Varoufakis, no es inevitable. A pesar de las dificultades que enfrentamos, tenemos la capacidad de rechazar la “tecnodistopía” y estructurar nuestras instituciones de manera que encarnen de manera más significativa la libertad y la democracia.
Christopher Pollard* | El Sol de México
* Tutor de Sociología y Filosofía, Universidad Deakin.
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