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¿Era necesaria una nueva versión del disco Dark Side of the Moon?

En The Dark Side of the Moon Deux, Roger Waters va del extremo de subestimación de su obra anterior al extremo de exageración y sobrescritura.

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¿Era necesaria una nueva versión del disco Dark Side of the Moon?

Hay una escena en un episodio de Los Simpson donde Lisa está viendo la actuación de un violinista de jazz y un hombre la critica. “Tienes que escuchar las notas que ella no toca”, dice Lisa en defensa de la música. “Puedo hacerlo en casa”, responde secamente el hombre.

La escena pretende burlarse de la pomposidad percibida del jazz, pero en cambio me hizo pensar en las letras. Investigo letras y composiciones y creo que, a veces, lo mejor que puede hacer un letrista es decir lo menos posible.

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Lo que me lleva al recientemente lanzado Dark Side of The Moon: Redux del ex líder de Pink Floyd, Roger Waters. La intención de Waters era que el álbum original de Pink Floyd cubriera los temas de la codicia, el conflicto, la religión, la mortalidad y las enfermedades mentales.

Y son estos temas (o, al menos, su deseo de recalcarlos) los que están en la raíz de su decisión de crear esta nueva versión del álbum.

Aunque redux significa “revivido”, en manos de Waters las palabras se expanden, exageran y sobrescriben.

Resumir temas y argumentos complejos en una canción pop de tres minutos es una prueba de habilidad que posiciona a los buenos letristas (como lo expresa el galardonado compositor Jimmy Webb) como “los relojeros suizos de la música y la literatura”.

Morrissey, el cantante principal de The Smiths, logró ese efecto en la canción “Still Ill” (1984). Como señaló el autor Will Self en su libro Feeding Frenzy (2002), Morrissey “es responsable, entre otras cosas, de resumir 200 años de especulación filosófica en una sola línea: ‘¿El cuerpo gobierna la mente o la mente gobierna el cuerpo? No se.'”

Pero la sutileza, los matices y el arte de la sugerencia que conlleva la brevedad en las letras parecen haber escapado a Waters on Dark Side of The Moon: Redux.

Revisando El lado oscuro de la luna

Cuando se le preguntó en una entrevista reciente por qué había decidido rehacer el disco, Waters dijo: “Porque no había suficientes personas que reconocieran de qué se trataba, qué era lo que estaba diciendo en ese momento”. Pero es esta supuesta necesidad de aclarar y explicar la principal deficiencia de Redux: ha eliminado toda sutileza.

En “Money”, que trata de la codicia, refuerza el mensaje de que “el capitalismo es malo” de la canción original agregando líneas como: “El diablo acaricia el maletín que contiene el pacto fáustico“.

En “Brain Damage”, que habla de la enfermedad mental, quita toda ambigüedad con su introducción: “¿Por qué no volvemos a grabar Dark Side of the Moon? Se ha vuelto loco” – antes de lanzarse directamente a la primera frase: “El lunático está en el césped”.

Esto lo posiciona como dicho “lunático”, en lugar de, como lo hace el original, permitir que el oyente se pregunte quién es el sujeto (¿el excompañero de banda de Pink Floyd, Syd Barrett? ¿Los medios de comunicación? ¿La humanidad en general?).

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El problema de sobrescribir

Quizás sea en “The Great Gig In The Sky”, tema que habla de la mortalidad, donde Waters tiene más éxito en eliminar los matices y la sutileza del original, pues elige reemplazar la canción original, en gran parte sin palabras, con un monólogo sobre un amigo que murió de cáncer.

En la canción original, el portero de Abbey Road Studios, Gerry O’Driscoll, pronuncia las líneas: “Y no tengo miedo de morir, cualquier momento servirá, no me importa / ¿Por qué debería tener miedo de morir? / No hay motivo para ello, tienes que irte algún día”.

A esto le sigue una voz de tres minutos y medio, abrasadora, llena de emociones pero sin letra, de Clare Torry que logra, en palabras del periodista de Vulture Craig Jenkins, “expresar toda la gama de emociones humanas sin depender de las palabras”.

Y esas pocas palabras son todo lo que necesita la canción. Logran poner el tema de la mortalidad en la mente del oyente, luego la música les da tiempo para reflexionar sobre ello y reflexionar sobre su propio lugar en el mundo.

En su libro El mundo en seis canciones (2008), el psicólogo Daniel Levitin dice que la compresión del significado en las letras de las canciones nos invita a interpretar, a ser partícipes del desarrollo de la historia.

Pero al alimentar a la fuerza al oyente con una historia empapada de patetismo sobre “The Great Gig in The Sky” de Redux, Waters no nos permite participar, descubrir nuestros propios pensamientos, sentir. Waters nos está diciendo explícitamente el significado y, como resultado, corre el riesgo de perder nuestro compromiso por completo.

En Redux, Waters va del extremo de subestimación de su obra anterior al extremo de exageración y sobrescritura. Redux tiene sus momentos, sobre todo en cómo la voz desgastada y llena de carácter de Waters habita y agrega peso a sus letras originales, pero a veces, menos es más.

Glenn Fosbraey* | El Sol de México

* Decano Asociado de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad de Winchester.

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