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Tres cantantes de rock cuentan sus anécdotas con Ricardo Rocha

Ricardo Rocha sencillamente nos defendió contra cualquier acción punitiva.

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Memo Franco, Francisco Hernández y Raymundo Gabriel coinciden en que el periodista recién fallecido, Ricardo Rocha, siempre estuvo interesado en apoyar a los artistas que no tenían todos los reflectores.

El periodista de larga trayectoria fue en algún momento vicepresidente de Radiópolis, y Guillermo Franco-Guevara, cuando yo fui subdirector de WFM, en la segunda vuelta.

En su memoria recuerdo el concierto de la gira POP MART de U2 en el Autódromo Hermanos Rodriguez y la gran bronca que se suscitó porque fuimos los únicos en el mundo que intentamos transmitir el evento en directo.

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Sabíamos desde julio de ese 1997 que U2 llegaría a México después de una larga gira por Sudamérica, incluyendo Argentina, por lo que para el día del concierto, preparé un bootleg (pirata) del concierto en Buenos Aires que traía casi todo el playlist íntegro de lo que escucharíamos aquí.

La logística era un Monstertruck gigantesco y cuatro locutores que transmitirían en vivo desde el Autódromo reportando al director de la estación Martín Hernández en la cabina, con quien yo ya había planeado programar el bootleg en cuanto hubiera algún problema.

Estábamos coordinando las transmisiones desde el lado del escenario, debajo del gran limón de escenografía, cuando de pronto el encargado de OCESA llegó a pararse frente a mí con escolta de policía montada y gritando que teníamos que desalojar el Autódromo porque estábamos transmitiendo el concierto.

Si algo he tenido profesionalmente, siempre es una seguridad bárbara en todo lo que emprendo, así que me paré frente a la escaramuza y negué absolutamente tal calumnia, indignado y desaforado.

Pero nada importó, ellos bajaron el Monstertruck, les quitaron los rudimentarios celulares a todo el equipo de locutores de WFM y los invitaron amablemente a fuerza a dejar el Autódromo.

A mí me llevaron a la sala de mezcla del concierto donde de pronto, imponente por su alta estatura y su complexión de gigante irlandés, apareció Paul McGuiness, el manager de U2, y quien algunos mencionan como el quinto miembro de la banda.

Paul estaba rojo y articulaba un discurso de enojo ante mí porque le era imposible pensar que el último concierto de la gira estaba siendo transmitido sin permiso

Como parte del plan, les pedí que fuéramos a cualquier automóvil para escuchar y comprobar que no estábamos cometiendo tal infracción. O bueno, a intentar entrar a un coche, porque McGuiness es tan corpulento que sólo podía meter su cabeza y comprobar, que aunque era la misma rola en ese momento en el escenario, WFM estaba transmitiendo un disco pirata del concierto anterior en Argentina.

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De todas maneras, seguros de que nosotros estábamos haciendo algo mal, insistieron en corrernos del Autódromo, así que acompañé a todo mi equipo a la salida sin ningún chance de discutir.

Al día siguiente, la disquera había recibido la queja y convocaba a una junta urgente en Radiópolis. Ricardo Rocha sencillamente nos defendió contra cualquier acción punitiva.

Una vez en la sala de la Vicepresidencia y bajo amenaza de una demanda contra todo el Grupo, Ricardo Rocha sencillamente nos defendió contra cualquier acción punitiva e incluso anticipó que si hubiera alguna demanda se retirarían de programación todos los artistas de la disquera, hasta que se resolviera sin ningún efecto legal.

Ante tal escenario, la entonces poderosa pero sabía Polygram retiró sus intentos belicosos, no sin antes mencionar que U2 estaba profundamente consternado por lo que había sucedido en el último concierto de su gira mundial.

Pero el evento había sido tan exitoso, incluyendo la gran reacción del público mexicano, algo antes nunca visto por la banda, que editaron meses después en DVD el concierto bajo el título Pop Mart: Live From Mexico City.

Aunque tengo el DVD, nunca lo he visto porque he preferido guardar en mi memoria, hasta hoy, tal aventura que funcionó gracias a la protección de Ricardo Rocha para su equipo y la obsesión que teníamos por presentar siempre algo exclusivo e increíble al público de la radio que amábamos sin reserva.

Descanse en paz Ricardo Rocha.

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Para Francisco Hernández Ramos, Ricardo Rocha fue una irrefutable figura del periodismo mexicano del Siglo XX, que encontró el sentido social de la nota, en ocasiones fungiendo como una figura anti sistema -paradójicamente dentro del sistema-, retando al stablishment, como en su cobertura sobre Aguas Blancas previa a la terrible matanza de campesinos.

¿Qué más transgresor para la televisión mexicana de los ochenta y parte de los noventa, que emitir una revista en la madrugada, mientras das espacio a quienes no lo tienen?

La disrupción al estilo de Ricardo Rocha continúa con sus programas nocturnos, que encontraron el horario perfecto para el análisis, lo distinto y la bohemia. ¿Qué más transgresor para la televisión mexicana de los ochenta y parte de los noventa, que emitir una revista en la madrugada, mientras das espacio a quienes no lo tienen?

Melómano de espíritu y alma, la relación de Ricardo con la música es ejemplar, una relación rarísima de hallar en un periodista mexicano de su calibre.

Amigo de Joaquín Sabina, el mismo Rocha habló en alguna entrevista ya distante, cómo llegó en pecero a las afueras del Auditorio Nacional con el mismo Sabina a quién le dijo, whiskey en mano: “Algún día tú tocarás aquí”.

En sus revistas nocturnas Para Gente Grande, En Vivo y Animal Nocturno, Rocha le dio espacio a escritores, pintores y actores pero sobre todo a músicos que no encontraban la apertura para sus propuestas.

Desde Kenny y los Eléctricos hasta El Haragán y Cia., de Joan Manuel Serrat a Javier Batiz, de Tex Tex a Aleks Syntek, de Chavela Vargas a Los Gatos, Gerardo Enciso y los Rebel Cats, de Astrid Haddad a Paco Gruexxxo, y la lista podría seguir y seguir.

La figura de Ricardo Rocha para la apertura del rock en los medios de comunicación masiva es histórica, de antología, y podemos decir con certeza que en la actualidad no hay una similar.

Esa capacidad de apertura la aterrizó en otras facetas de su carrera, y en paralelo esta disrupción lo hizo entrevistar y dar espacio a figuras como el Subcomandante Marcos o Andrés Manuel López Obrador.

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En una entrevista concedida a Bibiana Belssaso, Rocha reconoció sus dos canciones favoritas, “The Long and Winding Road”, de The Beatles y “Cuando sale la luna”, de José Alfredo Jiménez.

Ahí encontramos esa dualidad disruptiva en la personalidad de Ricardo, su capacidad de fluctuar entre lo popular y la alta cultura. “Podría leerlo 47 veces…” así habla de su novela favorita, Cien años de soledad.

Esa dualidad es la característica que lo hizo un periodista de todo terreno: “uno no deja de ser reportero nunca, aunque te sientes para dar las noticias no puedes dejar de salir a la calle”, así recuerda Juan Francisco Rocha a su padre y su labor periodística.

Dice la historia que después de un desamor, conoce a Guadalupe Pineda quien será su esposa. Otro de los poderosos vínculos de Ricardo con la música. La misma historia cuenta que a mediados de los noventa es él quien rescata de la indigencia etílica a José José, quien vivía en las calles del Distrito Federal debido a sus fuertes problemas de alcoholismo. Es Ricardo Rocha quien lo ayuda a su rehabilitación.

Nacido en Tepito, fue Administrador de Empresas convertido en periodista. Sobreviviente del movimiento estudiantil de Tlatelolco, que por azares del destino no estuvo presente en la Plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre de 1968. Amigo de Serrat. Locutor y alguna vez director de una poderosa corporación radiofónica (ver crónica de Guillermo Franco).

Corresponsal de guerra. Sobrevivió también a un infarto en sus primeros sesentas. Su salud estuvo comprometida en sus últimos años de vida por problemas gástricos y una falla renal.

Sus médicos le daban pronósticos optimistas, pero de alguna forma Ricardo Rocha urgía a su familia a realizar un viaje a Acapulco, quizá como si supiera que podría ser el último. El domingo 4 de junio por la tarde, el disruptivo Ricardo Rocha falleció.

Desde el lado de los melómanos, de los músicos en busca de espacios, desde el lado de la baja y alta cultura, desde la difusión de las mismas, y desde la inteligencia discursiva que tanta falta le hace a este país en estos momentos. Desde la libre expresión, la apertura y sí, la disrupción, la muerte de Ricardo Rocha es una pérdida que deja un poco más en silencio a nuestros oídos.

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A su vez, Raymundo Gabriel reconoció que Ricardo Rocha “trataba de apostarle a lo que al público pudiera gustarle, no a lo que mandara la disquera”. Desde el principio fue un promotor de música rara o alternativa que no tenía espacios en la televisión, apuntó.

“Cuando yo estaba en CBS, Ricardo Rocha nos apoyó mucho para lanzar artistas de rock argentinos y españoles como Hombres G, Soda Stereo y Enanitos Verdes… Ya después en los 90, en EMI, con Azul Violeta nos apoyó mucho. Prácticamente fue de él la idea de darle un slogan a Azul Violeta: “Los colores del rock”, y después con Radio Kaos nos apoyó muy bien.

Siempre fue un precursor en apoyar lo que le gustaba, ya fuera blues o rock… Desde el principio fue un promotor de música rara o alternativa que no tenía espacios en la televisión.

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Tenía muchos amigos dentro del rock, sobre todo del rock and roll del pasado. A todos los grupos de la euforia del rock en tu idioma como Caifanes y a los previos, como Guillermo Briseño y la camada rupestre, le abrió espacios…

Mucha gente lo respetó en lo personal, como Gustavo Cerati, que se sorprendió de su inteligencia. Para la primera visita que Soda Stereo hizo en México, Cerati se sorprendió de que los periodistas mexicanos contemplaran a Piero como rock argentino, pero Rocha también le mencionó a Charly García, Spinetta y otros artistas.

Así como se hizo amigo de músicos, lo hizo de todo el mundo. Era amigo de políticos, escritores, intelectuales y de toda esa parte cercana al medio creativo. Aprendió a indagar y era fantástico en las entrevistas.

Animal Nocturno se convirtió en el programa que apoyó al rock mexicano de artistas que todo el mundo tenía olvidados, lo cual fue un mérito muy grande porque se trataba de apostarle a lo que al público le pudiera gustar, no a lo que mandara la disquera. Él trabajaba para la gente y eso se le agradece.

El Sol de México

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