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Fito Páez: La música es para jugar “porque el rock no está preparado para el mausoleo”

Fito Páez lanza su nuevo disco EADDA9223.

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Fito Paez: La música es para jugar “porque el rock no está preparado para el mausoleo"

Con esa noción de la música como juego, y tras sacar tres álbumes en 2022, surgió la posibilidad de volver a El amor después del amor con la idea de “desacralizar las cosas”, porque si ese disco “formó parte de la educación sentimental de millones de personas, no importa, se podía jugar con eso también y ‘violarlo’ haciendo un material completamente libre, sin frenos de ningún tipo”, comenta.

El amor 31 años después del amor sigue generando preguntas, muchas de ellas basadas en el pasado o la perspectiva del tiempo transcurrido desde la producción de un álbum que ha sido parte de la banda sonora de la vida de un sinnúmero de personas.

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El alcance que tuvo en 1992 aquel disco en el que Fito se hizo acompañar de grandes amigos, íconos del rock argentinole llegó de golpe, como suele llegar el amor.

Entre los cuestionamientos que teníamos, basados en la idea de un disco revisado, revisitado, reversionado, o como se quiera pensar en EADDA9223, se hallaban posibles lugares comunes o asuntos de amores y amigos que, casi desde siempre, se ha sabido que germinaron las letras y melodías de un presente hoy muy lejano.

Todas eran, finalmente, preguntas referentes a esa producción de 1992, a sus posteriores celebraciones en directo, o a la “necesidad” u “oportunidad” de acudir a ella 31 años después (en realidad 30, porque se grabó el año pasado).

EADDA9223 es un nuevo disco

La situación sonora de las mismas 14 canciones y su reciente exploración es completamente distinta. 31 años después, la sutileza y ternura con la que arranca el tema que le da nombre a El amor después del amor, comparadas con esa especie de túnel creado por la batería y el sintetizador en el que nos adentraba la de 1992.

Hizo que comenzaran a descolocarse las ideas y las interrogantes basadas en cualquier tiempo pasado y en la cantidad de información que ya se ha publicado o sabido sobre ese disco.

En EADDA9223 casi todo se conjuga en presente, es “El amor después del amor, después del amor”, y la primera canción, una especie de caricia o fragancia sutil que declara, con un toque sinfónico y un coro, que “nadie puede ni debe vivir sin amor”. Fito ya lo había gritado, esta vez parece una especie de susurro.

Y así llegan “Dos días en la vida” y “La Verónica”, y es momento de plantear: ¡¿Es un nuevo disco?! Fito se sintió contento con esa pregunta que no le habían hecho en las entrevistas anteriores.

Porque para él “sí es un álbum nuevo y, por otro lado, es un álbum que funcionó como una suerte de laboratorio; un periodo muy especial adentro de lo que puede ser un intento de permanente inventiva de cosas nuevas, porque la música es para jugar”.

Sin embargo, aclara que para la producción de esa nueva perspectiva de El amor después del Amor “hubo decisiones muy específicas. Por supuesto que soltamos las guitarras de Juani (Agüero) y Michael Landó en muchos momentos con alguna pequeña indicación; soltamos la batería en algún momento, pero poco; soltamos a la cuerda, hasta que la cuerda se fue de mambo y dije: no, no, no…

Vamos a arreglar esto” y planteó todos los cambios que deseaba para la creación de EADDA9223. Él dio conceptos y libertad a la participación de sus invitados, pero cuando comenzó a parecer que cada uno estaba haciendo su disco, se puso firme y dijo: “OK, va a ser un caos, pero el que firma la violación voy a ser yo”.

Su esencia amalgamada con la de sus invitados

La sacudida que produce eso que él llama “violación” de un álbum muy trabajado en su momento se basa en la forma en que se conjugó la esencia de Fito Páez con la de los artistas que lo acompañan en EADDA9223. Lo pertinente era preguntar ¿qué fue primero: pensar en quién encajaría en cada canción o trabajarla en conjunto con un invitado para ver qué resultaba?

Según nos cuenta, él dejó planteado todo en el estudio de Diego Olivero, uno de los coproductores, y en una semana o diez días dio las direcciones y se siguieron sin fallos.

Sabían sobre qué se iba a trabajar y la base era sólida “después, lo único que hubo que hacer fue detectar las personas correctas, o sea, acá tiene que cantar Nathy Peluso, acá tiene que arreglar Ron Mounsey, en “La Verónica”.

Porque es él quién va a conocer y va a entender la manera de arreglar de Claus Ogerman, suponete, (…) aquí tiene que cantar Elvis Costello porque es el único tema lenoniano que hay y nadie puede cantar mejor a Lennon que él… ¿Y quién reemplaza a Spinetta, que es irreemplazable? Chico Buarque”.

Las piezas encajaron y Páez se dio cuenta de que había “situaciones que se podían pervertir en el mejor sentido”, entendiendo la perversión “como otra versión que podía ser fantástica”. Se metió en un juego con íconos de géneros y estilos completamente diferentes como Chico Buarque, Elvis Costello o Antonio Carmona.

Referentes de un gran espectro sonoro: Mon Laferte, Leiva, Estrella Morente o Marisa Monte; una nueva generación de argentinos entre los que están Nathy Peluso, Niki Nicole, CA7RIEL o WOS; también se reintegró Andrés Calamaro que ya había participado en 1992. “Todos, sin excepción, se acomodaron y lograron hervir el caldo maravilloso del álbum”.

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Con sus héroes en el estudio

Fito ya había comentado en entrevistas previas a la grabación de EADDA9223 que deseaba que Elvis Costello participara, y la transmutación de El amor después del amor tiene uno de sus puntos más enérgicos en “Tráfico por Katmandú”; desde los primeros segundos se reconoce la impronta de Costello, uno espera que aparezca su voz en cualquier momento y llega en inglés y en español.

“Ahí está el rockabilly y el rock and roll, está Zeppellin, además un tema rockero por excelencia y Elvis vino como anillo al dedo, aparte somos amigos, entonces fue bastante sencillo”.

Contó que en 1992 para él, Elvis Costello era una especie de dios y no se habría imaginado que convivirían en el estudio haciendo este disco. Por una serie de coincidencias y músicos en común se conocieron y forjaron una amistad que “se hizo muy fuerte en la pandemia; tuvimos una correspondencia, te diría que permanente casi, y cuando pasó lo de lo de ‘Tráfico’, lo entendió perfectamente”.

Y casi no sucede…. Elvis Costello, al igual que Chico Buarque, estaba en medio de gira y tenía agenda ocupada con sus asuntos, Fito comenzó a olvidarse de esas participaciones, pero “en 48 horas cayeron las dos músicas de dos de mis héroes de las artes mundiales; así que fue muy hermoso, finalmente la vida te da esos regalos”.

Visita a México

Fito y todos los involucrados transformaron cada canción de la que se conoce la letra, pero sorprende todo lo demás. Como “Tumbas de la gloria” con la soprano María Castillo de Lima que te lleva a Brodway, a algún musical, y acto seguido, en “La rueda mágica” te transporta a un rock potente de concierto en directo en el que no podía faltar Calamaro.

Y pensando en conciertos y en la oportunidad de ver EADDA9223 en vivo surgió la pregunta sobre por qué México no está entre las fechas anunciadas de la gira que ya está circulando por Sudamérica, y que en julio cerrará su paso por el verano español en las Noches del Botánico, una serie de conciertos que este año arrancarán con Bob Dylan cinco semanas antes.

México se les escapó porque lo que está sucediendo “se transformó en una cosa tan grande que no damos abasto”, en este momento Fito se encuentra entre la gira del año pasado (la celebración de los 30 años), la serie de Netflix sobre su vida y que se titula de la misma manera, la salida de sus memorias, Infancia y juventud y la de EADDA9223.

Dejó claro que la idea es hacer las cosas bien y no llegar “sin un plan de prensa o para que la gente no se entere” a ningún sitio y que para él “México es un lugar obligado aparte porque es un lugar que amo, no puedo no ir a tocar a México. Es un lugar donde viví, donde se me murieron amigos, donde tengo familia, o sea yo sí o sí paso por México porque es una parte de mi casa y ya me hubiera gustado tocar mucho más de lo que he tocado allí”.

Los planes están proyectados a partir de febrero de 2024, sin embargo, días antes de nuestra charla le dijeron que sería en noviembre o diciembre, así que aún no hay nada seguro ni confirmado.

La nueva generación

Se acababa el tiempo y quedaba otro asunto por saber antes de cerrar la plática: la relación o perspectiva musical que sus hijos, Martín y Margarita, le han aportado, incluso si escuchan géneros que no son de su agrado (asunto que dejó claro que es todo lo contrario). 

Ambos son parte de su vida también como influencia musical. Además, en EADDA9223 Fito lo acompaña parte de una nueva generación que está dinamizando la escena musical argentina y ahí se encuentran aportes de su hija y de Eugenia Kolodziej, su novia.

“Margarita tiene una doble función ahí porque, por un lado me lleva a ver a Dillom, que es una un artista de moda, o me presenta a tal o cual artista”, mientras que Eugenia fue quien le “trajo a Nathy Peluso al oído o a Niki Nicole”.

María Merioma | El Sol de México

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