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La Opinión

La nueva ola rosa está agitada en América

La nueva ola rosa confía y espera con ansia la llegada de su nuevo líder, Luiz Inácio Lula da Silva, quien asumirá el cargo el 1 de enero de de 2023,

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Mundo fracturado

Resulta que la nueva ola rosa en el continente Americano no sale de una y ya está en otra, dos asuntos golpearon la semana pasada a la izquierda latinoamericana, primero Cristina Fernández de Kirchenr fue sentenciada e inhabilitada para cargos públicos y al siguiente día el presidente de Perú, Pedro Castillo, fue destituido del cargo por el Congreso.

Haciendo honor a la verdad ambos casos estaban más que cocinados, el poder judicial en Argentina nunca se amedrentó ante el poder popular de Crisitina Fernandez, actual vicepresidenta del gobierno de Alberto Fernández, ni siquiera por aquel “supuesto” intento de asesinato perpetrado contra ella.

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Un tribunal penal en Argentina condenó a la vicepresidenta a 6 años de prisión por el delito de administración fraudulenta durante los 12 años que gobernaron ella y su difunto marido, el expresidente Néstor Kirchner (2003-2015). También está vetada para ocupar cargos públicos de por vida, aunque por su fuero político la pena carcelaria se anula.

Por su puesto, la vicepresidenta kirchnerista niega todo, sin embargo, sus problemas judiciales no han terminado, a ello habrá que sumar que no tiene la mejor relación con el Presidente, que más bien fue impulsado por ella y ahora vive algo similar a o que padeció en su momento Rafael Correa en Ecuador con Lenín Moreno; o Evo Morales con Luis Arce, que los hicieron sus delfines políticos y luego se revelaron.

Desde luego que la situación política, social y económica, todos los días empeora en el país sudamericano, sobre todo, con una inflación desbordada y una disputa por los acuerdos en la renegociación de la deuda que mantiene Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI) de unos 45 mil millones de dólares.

Aunque el problema económico y las cosas no han mejorado para Cristina, ahora la pelota caliente está en Perú, sólo un año y cuatro meses duró en el poder Pedro Castillo, quien le ganó con un margen ajustado a Keiko Fujimori, quien representa a la derecha en ese país sudamericano, la situación en esa nación no es nueva desde 2016, seis mandatarios han tenido la oportunidad de usar la bandera presidencial y no han podido.

Los escasos dos años de Pedro Pablo Kuczynski en el poder son el reto a romper, este político llegó como una gran promesa para dar estabilidad política a ese país, pero no pudo tampoco con un Congreso extremadamente fraccionado y sin un grupo político mayoritario, sólo basta que se unan dos o tres fracciones para tumbar a quien les parezca un adversario.

Kuczynski está implicado en el escándalo de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht, que ha más de un mandatario en Perú le ha costado el cargo, después de él lo ha intendo Martín Vizcarra, Manuel Merino, Francisco Sagasti y hoy es el turno de Dina Boluarte, esta última no tiene ni una semana en el poder y en las calles ya se exige su renuncia al cargo, ante esta solicitud popular la mandataria interina anunció elecciones anticipadas, pero para 2024.

El anunció no bajó la tensión en las calles y en las zonas rurales de Perú donde están los bastiones de apoyo para Castillo, quien por cierto argumenta que se le están violentado sus derechos, el asunto con el ahora exmandatario es que desde México se negocia su posible asilo político.

Según las autoridades mexicanas, hay una larga historia de asilo en México, el más reciente fue al hoy expresidente Evo Morales, quien por cierto utilizó todos los recursos legales, pero también varios absurdos para mantenerse en el poder al final tuvo que instalarse en nuestro país, para luego mudarse a Argentina desde donde preparó su regreso.

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Habrá que añadir que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador tomó el traspaso de la presidencia pro témpore de la Alianza del Pacífico para intervenir de manera directa en ese conflicto político, dejando de lado la llamada no injerencia que reza la Doctrina Estrada. O al menos en esta ocasión se aplicó de diferente manera.

Precisamente la clase política peruana no supo entender lo que que desde aquí se quiso decir en favor de Pedro Castillo –que no es injerencia, pero quien sabe como se llama– y ahora le exigen a las autoridades mexicanas que no se metan. Por ahí hay un hueco o una mala interpretación de lo que significa el no intervencionismo. 

La nueva ola rosa confía y espera con ansia la llegada de su nuevo líder, me refiero a Luiz Inácio Lula da Silva, quien asumirá el cargo el 1 de enero de de 2023, por lo menos el mandatario de Argentina ya le dio el liderazgo al igual que Estados Unidos, atrás quedaron las intentonas de otros líderes de la región que buscaban ese cargo, sólo que Lula no tiene una varita mágica para revertir la situación en Argentina y Perú.

Por el contrario regresa al poder sin un respaldo total del Congreso y primero tendrá que escombrar la casa para luego atender los problemas de los vecinos, por lo pronto Castillo y Fernández tendrán que nadar de a muertito para tratar de llegar a buen puerto. Y así marcha la nueva ola rosa en América Latina. O usted ¿qué cree? 

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