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Tres décadas sin el estilo andrógino y la vida desinhibida de Marlene Dietrich

La actriz y cantante fue un icono de la moda y pionera de la libertad sexual

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Foto: EPA

El legado de la actriz y cantante Marlene Dietrich no sólo fue en estas artes, sino que también fue un ícono de la moda y el estilo, además de ser una pionera de la libertad sexual.

Fue el director alemán Josef von Sternberg el artífice del gran cambio de Dietrich a una mujer seductora, elegante y misteriosa, y fue con él con quien rodó seis películas y la condujo a Hollywood.

Los críticos teatrales tenían una peculiar forma de describirla, especialmente Kenneth Tynan, quien dijo de ella que tenía sexo pero no un género definido, que su masculinidad atraía a mujeres y su sexualidad a los hombres.

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De acuerdo con la agencia EFE, actrices de la talla de Madonna, Beyoncé o Miley Cyrus han continuado con su ejemplo de romper estereotipos y llevar más allá la liberación de los roles sexuales, además de que su influencia en el mundo del espectáculo y de la moda sigue siendo un continuo referente para las generaciones.

La diva supo moldear el aspecto rudo de sus inicios hacia una imagen más sensual y fotogénica, convirtiendo su mirada fría y distante en una gran parte del recuerdo cinematográfico colectivo.

Dietrich, cuyo nombre verdadero era María Magdalena, nació en 1901, en la ciudad de Berlín. Con estudios de violín, canto y danza, a principios de sus 20 años comenzó en el cine mudo interpretando a la típica mujer robusta que era muy demandada en la Alemania de esa época.

El Berlín previo a la era de Hitler solía estar repleto de locales nocturnos y con una libertad sexual que no era nada normal en esa Europa, y ese fue un factor que determinó su carrera, su estilo andrógino en la vestimenta y una vida íntima totalmente desinhibida con hombres y con mujeres. Ese era el ambiente que vivía “la Dietrich”, cuando protagonizó el primer largometraje europeo llamado El ángel azul.

En dicho largometraje personificó a Lola Lola, siendo el personaje que la encaminó a la fama, siendo ahí donde empezó su estrellato, luego de abandonar su carrera de violinista.

Kate C. Lema, la comisaria de la exposición que en 2017 le dedicó a la artista la National Portrait Gallery, de Washington, señaló que Dietrich era una modelo de contrastes y de múltiples formas.

Los filmes que realizó con su creador artístico esculpieron su leyenda, además de que los rodajes en blanco y negro eran muy estudiados y seleccionaban pulcramente el vestuario, la peluquería, la iluminación y los encuadres para embellecer a la diva y disimular sus efectos, pero aún con su magnetismo el público americano la veía muy excéntrica por su androginia y la ambigua moral de todas sus interpretaciones.

Diego Torija / El Sol de México

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