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Política

Enfermedades y muerte rondan a padres de normalistas de Ayotzinapa

Al menos 53.2 por ciento de los padres y madres de los normalistas de Ayotzinapa padecen enfermedades crónicas

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Minerva Bello Guerrero falleció sin conocer el paradero de su hijo, Everardo Rodríguez Bello. Él es uno de los 43 estudiantes que desaparecieron en Iguala, Guerrero, el 26 de septiembre de 2014. La madre murió víctima de una de las enfermedades más difíciles de curar, como el cáncer, su último respiro fue el 4 de febrero del 2018. Agobiada por la impunidad, sus ojos nunca pudieron ver la justicia en el caso Ayotzinapa.

Tras cinco años de exigir verdad y justicia, los padres de los normalistas de Ayotzinapa no solo han padecido la ausencia de sus hijos, a la par se ha deteriorado su salud física y emocional.

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“Hay más de 17 mamás y papás que se encuentran enfermos”, denunció Vidulfo Rosales Sierra, abogado del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, tras la muerte de Minerva. La misma suerte alcanzó a Tomás Ramírez, padre de Julio César Ramírez Nava, uno de los tres estudiantes asesinados el 26 de septiembre de 2014. Tomás murió el primero de diciembre del 2018.

El informe Yo sólo quería que amaneciera, impactos psicosociales del caso Ayotzinapa, realizado por la organización civil Fundar, tiene un apartado que habla del impacto psicológico y en la salud de los padres de los normalistas desaparecidos.

El texto detalla que en la mayoría de los padres y madres persisten enfermedades como los trastornos del sueño y la alimentación derivados de los impactos traumáticos de la desaparición de sus hijos y de la movilización permanente.

Las investigación revela que 53.2 por ciento de los padres presenta enfermedades crónicas acompañadas de otra condición; 25.5 por ciento, alguna de tipo infeccioso y 8.6 por ciento, trastornos psicosomáticos o depresión severa.

Mario César González, padre de César Manuel González, uno de los desaparecidos originario de Tlaxcala, señala en entrevista con Las Noticias que los padres relacionan el deterioro en su salud con la espera y la angustia de no conocer el paradero de los muchachos. La diabetes y la hipertensión son las enfermedades más comunes entre los padres y madres de los 43.

Las consecuencias y las víctimas por caso Ayotzinapa

En 2018 a Bernardo Campos —padre del normalista José Ángel Campos Cantor— le amputaron dos dedos de su pie derecho a causa de la diabetes que se agravó. Tenía 61 años cuando le empezaron a salir ampollas en su pie y al no sanar, los doctores procedieron quirúrgicamente.

De acuerdo con el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, el brutal saldo de la noche de Iguala asciende a 43 estudiantes desaparecidos y seis personas ejecutadas, tres de ellas normalistas y uno —Julio César Mondragón Fontes— con visibles muestras de tortura. Al menos 40 personas fueron lesionadas, entre ellas, dos normalistas que resultaron con lesiones permanentes a su salud.

En total, fueron más de 180 víctimas directas de violaciones a sus derechos humanos la noche del 26 de septiembre y madrugada del 27. Y de manera indirecta, se contabilizan 700 víctimas considerando los núcleos familiares agraviados.

Con sus enfermedades a cuestas, los padres de los normalistas siguen en pie de lucha. Este jueves 26 de septiembre marcharán una vez más del Ángel de la Independencia al Zócalo para exigir justicia y verdad por el crimen cometido contra sus hijos. Otros no lo harán porque la muerte los alcanzó.

Por Natalia Escobar de Las Noticias

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