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El Puma es el buque de la UNAM que estudia el fenómeno de El Niño

La UNAM cuenta con dos buques oceanográficos: El Puma y Justo Sierra.

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Por 14 días, un grupo de investigadores y alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a bordo del buqye El Puma, navegó por las costas de Jalisco, Sinaloa, Colima y Baja California Sur para estudiar El Niño, un fenómeno climático producido por el calentamiento del Océano Pacífico.

Si la temperatura de los océanos aumenta, eso alimenta otros fenómenos como los huracanes y las intensas lluvias. Esa es una de las razones por las que la UNAM inició el viaje para conocer los efectos de El Niño, nombrado así pues su mayor intensidad se registra en diciembre.

Adela Monreal, Investigadora del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM y una de las jefas de campaña de este crucero oceanográfico, explica primero de qué se trata El Niño.

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¿Qué es El Niño?

“Es un un fenómeno recurrente que puede aparecer de entre dos a siete años. Se llama El Niño Oscilación del Sur porque en la parte sur del Océano Pacífico se encuentra una oscilación en la presión atmosférica.

Eso lo que origina es que los vientos se debiliten, las corrientes se invierten y entonces tenemos una corriente cálida en el océano que viene hacia América y por eso nosotros tenemos ahora las temperaturas tan altas”, cuenta.

Respecto a cuál es la temperatura normal que debe registrarse en el océano, Monreal agrega que depende de la época. “En invierno tenemos 23 grados, en las regiones tropicales tenemos 25 por ejemplo. En el invierno es cuando se incrementan las lluvias cuando hay “Niños”.

En enero hubo inundaciones esto significa que en el momento en que aumenta la temperatura superficial del océano, los huracanes toman energía de la temperatura de la superficie del océano y se incrementa la intensidad de un huracán”, detalla.

La UNAM cuenta con dos buques oceanográficos: El Puma y Justo Sierra. Las embarcaciones fueron diseñadas y construidas a principios de los años ochenta y hasta 2017 han realizado, entre las dos, 700 campañas de investigación.

Una de las observaciones que se han realizado en este buque fueron las anomalías de temperatura mayores a los grados de la superficie del mar y que, a mayor profundidad, la anomalía aumenta. “Ahora estamos detectando dos grados más sobre ese valor normal de la temperatura”, dice la investigadora.

La investigadora considera que este es un Niño moderado y lo compara con los registrados en periodos previos. “El niño del 82-83, que le llamaron en su momento El Niño del siglo, después lo desplazó en intensidad el del 97-98.

Este (23-24) quizá lo hemos sentido más, creo que sí está afectando negativamente porque cuando hay un Niño la lluvia de invierno que pasa en nuestro país.

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En el norte de México en el verano, se abaten las lluvias y normalmente tenemos época de sequías, pero afortunadamente se está haciendo un pronóstico que El Niño va a disminuir su intensidad a partir de abril y podría llegar hasta junio.

“Y de este siglo, hubo otro. Se llamó el Niño Godzilla, que fue en 2015-2016, y se dice que fue muy intenso. Creo que aunque este Niño (23-24) ha sido más largo, no le llega”, relata.

La expedición para conocer a El Niño

La UNAM zarpó a finales del año pasado para entender qué otras implicaciones tiene El Niño. Un grupo de investigación que ha trabajado en Estados Unidos detectó y declaró el 4 de julio del 2023 como el inicio del fenómeno. A partir de esa fecha comenzó el proyecto de El Puma.

El plan se sometió a la Coordinación de Buques Oceanográficos de la UNAM y así se organizó la salida en el que participaron distintos investigadores: en oceanografía física, para analizar la temperatura, la salinidad y cómo son las corrientes; los químicos, que ven los nutrientes en el agua.

Asimismo, los expertos en oceanografía geológica que ven cómo se distribuyen en los sedimentos, los organismos y cómo han evolucionado y la parte biológica, donde se cierra la cadena de investigación al investigar cómo es la productividad biológica, su hay mucho fitoplancton o no lo hay.

También se embarcaron estudiantes de Ciencias de la Tierra para que vayan aprendiendo cómo se hacen las técnicas de muestreo. El buque zarpó del puerto de Mazatlán hacia el sur, en busca del Ecuador. Visitó las Islas Revillagigedo y Socorro.

A bordo viajó la doctora Mariel Barjau, investigadora del Laboratorio de Genómica y Biotecnología del Instituto de Geología de la UNAM. Ella resume su experiencia de la siguiente manera: “Es un sueño de infancia hecho realidad, es vivir la aventura a través de la ciencia de una forma bastante única”.

“El océano es el gran regulador del clima planetario, regula las concentraciones de emisiones de carbono, metano y gases de efecto invernadero que finalmente hacen que la temperatura del planeta aumente o disminuya dependiendo de su concentración”, relata.

Una de las novedades de este proyecto es que midieron la producción de carbono y metano que está ocurriendo en el momento en el océano.

El recorrido es bastante amplio, se eligen ciertos puntos de muestreo con la misma distancia.

Se conectan las muestras y los datos en la estación y una vez navegando llegamos a la estación de muestreo y comenzamos a tomar datos con un instrumento que se llama CTV que nos ayuda a medir la temperatura, el oxígeno disuelto y la clorofila, que son parámetros físico químicos que nosotros usamos para distinguir las masas de agua que están ocurriendo y con ello poder ver los cambios que ocurren.

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Lo que nos hace saber es en dónde estamos, cómo están estas características y con base en ellos tomamos las muestras para la parte química, ahí es donde mostramos 12 botellas de agua de diferentes profundidades”, relata.

Barjau explica con pasión y detalle cada uno de los puntos que realizaron en esta expedición. Qué es lo que significa estar en el océano, la relación que tenemos con él y la importancia de estudiarlos y conocerlos.

Maleny Navarro / El Sol de México

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