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Cinco mujeres reclaman en una carta las agresiones que sufrieron de una misma persona

Cinco mujeres reclamaron por medio de una carta, las agresiones que sufrieron por parte de la misma persona, quien ya enfrenta un proceso legal.

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Cinco mujeres reclaman en una carta las agresiones que sufrieron por parte de la misma persona

“Cuesta trabajo entender cómo alguien que prometió amor eterno es capaz de hacer todo lo que tú hiciste”. Así narra María Teresa Ealy Díaz la violencia que vivió por parte de Alejandro N, en una carta firmada por ella y cuatro mujeres más.

En la misiva, Ealy Díaz detalló que las agresiones empezaron en 2019, en las que hubo manipulaciones, amenazas y maltratos físicos y emocionales para ella y las otras cuatro firmantes, algunas de las cuales intentaron quitarse la vida por el daño que Alejandro “N” ejerció en su contra.

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“Jamás me hubiera imaginado que hoy, después de que me destruiste por años, tendría el valor de alzar la voz y perderte el pánico; de tener la valentía, sin saber que iba a pasar, de enfrentartodo lo que tu deshiciste, de empezar a recuperar mi autoestima, la forma de valorarme,mi tranquilidad, mi seguridad y confianza en mí misma”, detalló Ealy Díaz.

María Teresa recuerda el miedo, la ansiedad y la depresión que se vio obligada a enfrentar por los maltratos de Alejandro “N”; días y días sin poder salir de la cama por el no encontrar un motivo para vivir y el pánico de que su agresor cumpliera las amenazas de arruinarle la vida.

“Sin duda, esto es lo más difícil que he vivido –detalló Ealy Díaz–, pero para tu sorpresa encontré hermanas a las cuales también has lastimado y, por eso, hoy no podemos seguir calladas“.

Del mismo modo, aclaró que el motivo de la carta es evitar que más mujeres sufran violencia de género y para “abrir un espacio para la comunicación comprensión”.

Renata Gerdes, quien firmó la carta como otra de las víctimas de Alejandro “N”, detalló que su relaciónempezó cuando ambos eran menores de edad y mantenían una relación en la el acusado cometió entre otros actos, violencia digital en su contra al difundir rumores sobre un supuesto video sexual en el que ella esta involucrada.

“Hubo un video que se difundió y dijeron que era yo. Tú, te encargaste de comenzar a esparcir estos rumores con el fin de manipularme; me exigías formalizar nuestra relación de noviazgo teniendo relaciones sexuales, a lo que me negué todas las ocasiones y provocaba en ti reacciones de ira descontrolada, te volvías agresivo y creabas en mí una atmósfera demiedo y peligro”, detalló.

Renata recuerda la sensación de no poder escapar de su agresor y la constante intimidación física y psicológica que ejercía sobre ella.

Además del supuesto video sexual de Renata que se difundió, Alejandro “N” insistió en que le compartiera fotografías desnuda, siempre con una negativa como respuesta.

Sin embargo, el acoso, la humillación a la que fue sometida en su entorno, las amenzas y la promesa de que “todo comenzaría a mejorar” si accedía, terminaron por doblegar la voluntad de Renata, que envió las fotografías de su cuerpo con la esperanza de terminar la nube de violencia que parecía no tener escapatoria.

Un día después, las imágenes habían sido compartidas en todos los colegios aledaños como una manera de presionarla para tener relaciones sexuales con Alejandro “N”.

Y la violencia no hizo más que escalar, el agresor de Renata se encargó de publicar las fotografías en redes sociales, llevando las imágenes a varios estados de la República.

“Mi primer intento de suicidio (de 3) fue en este momento, en el que quedé expuesta, vulnerable, completamente abierta a un mundo, sin mi consentimiento, sin libertad ni decisión”, acusa Gerdes.

Asimismo, Renata resalta la impunidad de la que Alejandro “N” disfrutó hasta ahora, que enfrenta un proceso legal por las agresiones que, supone, mantuvo durante los 15 años que pasaron desde que ella las sufrió.

“Hace 15 años, nadie les dio la importancia a tus acciones, pero hoy, agradezco profundamente que exista un sistema que proteja a las víctimas de delitos como los que tú has cometido durante toda tu vida“, concluye Renata.

De las cinco mujeres que decidieron romper el silencio sobre la violencia que vivieron a lado de Alejandro “N”, dos –identificadas sólo como A.P.M. y A.R– cuentan los abusos, principalmente sexuales, a los que las sometió.

En el caso de la mujer identificada como A.P.M., recuerda haber conocido a Alejandro “N” desde la infancia, en el año 2009, según detalla.

“Durante varios años me invitaste a salir, pero no acepté hasta que nos invitaste a mis amigas y a mí a Acapulco. Ahí comienza mi historia contigo“.

Esa historia, cuenta, se convirtió en una intimidación incesante para que hiciera lo que su agresor le ordenara, bajo amenaza de divulgar –como ya había hecho con otra de las víctimas anteriormente– el contenido sexual de ella que tenía en su posesión.

“En dos ocasiones me amenazaste con publicar mis fotos y grabaciones si no aceptaba mandarte más y, hasta hace poco tiempo, yo vivía en un miedo constante de que lo hicieras”.

Además de la violencia digital escaló a la sexual, pues Alejandro “N”, según se narra en la carta, en más de una ocasión se negó a usar condón durante las relaciones sexuales, o incluso se lo quitaba durante el acto. Lo que actualmente se considera un delito.

La solución del agresor era utilizar la píldora del día siguiente, siempre bajo su supervisión pese a las negativas que recibía constantemente.

Una de las últimos episodios que la mujer sufrió a manos de Alejandro “N”, la llevó a consumir cocaína contra su voluntad en un club nocturno de Acapulco, luego de descubrir que su agresor inhalaba esta sustancia.

“Me quedé ahí un tiempo más por miedo atodo lo que tenías de contenido sexual íntimo mío lo fueras a usar en mi contra“.

Aunque ella nunca se atrevió a terminar la relación, Alejandro “N” decidió que no quería seguir con ella, luego de pasara meses evitándolo –amedrentada por la manipulación y el miedo– bajo el pretexto de que vivía en otro estado.

La historia de la mujer identificada como A.R. no dista mucho sobre la vivida por A.PM., salvo quizá porque ésta no se extendió más allá de una noche.

De acuerdo con la narración, Alejandro “N” y A.R. se encontraron una noche en el club República, en Polanco. No era la primera vez que interactuaban, pero nunca habían llegado más allá de una conversación.

Sin embargo, esa noche él se ofreció a llevarla hasta su casa en su vehículo. Durante el camino sugirió que fueran a un hotel, a lo que ella se negó.

“Me puse muy nerviosa porque me di cuenta de que había cometido un grande error, subiéndome en tu coche, ya que tu chofer iba a hacer lo que tú le dijeras”.

Al llegar a su casa, Alejandro “N” le pidió utilizar su baño. Una vez en el departamento, esperó en la sala a que saliera del baño, pero cuando lo hizo se abalanzó sobre ella y comenzó a besarla.

Te dije que por favor pararas, pero no parabas, no me hacías caso. Por suerte, en ese momento yo creo que, por los ruidos, mi compañera sedespertó y finalmente paraste y te fuiste”.

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La historia de A.R termina como la de muchas otras mujeres tras sufrir una agresión sexual: el llanto, el miedo de hablar con otras personas sobre lo sucedido, y la sensación de que sin importar qué, el agresor quedará impune.

“Me callé hasta el día de hoy. Espero y se haga justicia y todas las demás que hayan sufrido por tipuedan hablar“.

El último testimonio que aborda la carta para denunciar los abusos de Alejandro “N”, escrito por la mujer identificada como M.Z., refleja un tipo de violencia que suele pasar desapercibida o que ha sido normalizada en la sociedad hasta el punto de ignorarla.

“La violencia emocional es dañina, perjudicial y no debería ser justificada ni minimizada de ninguna manera. En lo personal yo lo experimenté contigo desde el insulto, menosprecio,humillación, manipulación, control excesivo e intimidación”, comienza la narración.

El primer contacto entre ella y Alejandro “N” se dio a través de redes sociales, y desde el comienzo sus actitudes demostraban que se trababa de una persona controladora y manipuladora. “La primera bandera roja se presentó mucho antes de lo que pudiera pensary no sé por qué decidí evadirla”.

De acuerdo con el testimonio, las agresiones siempre estuvieron enfocadas en menospreciar los atributos de ella, hasta el grado de convertirla en una persona insegura de sí misma, siempre enfocada en complacer las expectativas de él.

Los cambios en su forma de ser, recuerda, comenzaron a ser perceptibles para su familia. Hasta que un día terminó la relación con su agresor.

“Decidí no entrar a más detalles ya que considero esto lo más importante. Gracias a Dios, esta historia se acabó a tiempo y puedo decir que hoy en día he recuperado mi autoestima, personalidad y sé que soy una niña increíble y que valgo la pena“.

La carta donde estas cinco mujeres exponen las violencias de las que fueron víctimas a manos de Alejandro “N” culmina con un llamado para todas la mujeres que se han encontrado en su situación para que recuerden que no están solas y que cada vez son menos las que tienen miedo de alzar la voz.

Redacción | El Sol de México

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