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La Opinión

Son días difíciles para España

Pedro Sánchez, un viejo lobo de mar volvió a sacar la casta y a defenderse en las casillas de una avalancha de derecha en España

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Hace seis años, España estaba envuelta en la ingobernabilidad de la mano de la gestión de Mariano Rajoy, presidente del gobierno y militantes del conservador Partido Popular (PP), prácticamente un año duró esa crisis, que finalmente llevó al poder a Pedro Sánchez, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Un intento de secesión en Cataluña, crisis económica y políticas impopulares de austeridad, meses de bloqueo político y corrupción: en seis años y medio de Mariano Rajoy, lo llevaron a una avalancha de críticas y crisis, hasta que la última inevitablemente le costó el cargo y los colocó durante un lustro en la oposición. 

Mucho se habló de la Caja Chica en el PP que le daba sobresueldos a Rajoy y a muchos otros militantes de ese partido, lo que provocó una hecatombe política de la que no se le veía salida a España, al grado de compararla con Grecia, que también atravesó por un periodo difícil de gobernabilidad. 

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Pero cinco años después ese partido está en la antesala del poder, aunque no será nada fácil como lo predecían las encuestas.

El expresidente regional gallego, Feijóo –a secas, como es conocido en España–, de 61 años, tomó las riendas del PP hace un año con el objetivo de poner orden en una formación en la oposición desde 2018 y que acababa de atravesar una de sus peores crisis internas y de paso borrar la mala huella que dejó Rajoy.

Un hecho, sin embargo, enturbió su mandato gallego y lo sigue persiguiendo: unas fotos amistosas tomadas a mediados de los 90 junto a Marcial Dorado, conocido en la época como contrabandista de tabaco y quien luego fue condenado por tráfico de drogas.

Feijóo siempre afirmó que no fue “una amistad estrecha” y que desconocía la ocupación de Dorado, pero el tema volvió a salir durante la campaña, y eso lo colocó en la casilla de la duda, sin duda, le hizo perder votos de última hora recuperados quizá por el PSOE o en el peor de los casos se sumaron a Vox.

Además, su falta de experiencia en política internacional suele recibir críticas, y también que no sepa inglés, lo que valió burlas cuando pronunció “Brus Sprinter” para referirse a la estrella de rock estadounidense Bruce Springsteen. A la hora de competir en política cualquier error es crucial para las aspiraciones. 

Por cierto, Sánchez, un viejo lobo de mar volvió a sacar la casta y a defenderse en las casillas de una avalancha de derecha –reforzda con la ultraderecha– que le avizoraba una letal derrota y no fue así, por el contrario, pulverizó todos los pronósticos y encuestas de una amplia derrota. No ganó, pero está más vivo que nunca.

De otro lado, el principal Talón de Aquiles de Sánchez se llama, la ley del sólo sí es sí, que por sus huecos legales a provocado las continuas rebajas de pena a condenados por agresión sexual, también por los constantes roces con su aliado parlamentario Unidas Podemos, a lo que se suma la crisis económica pospandemia, pese a que el gobierno español rindió buenas cuentas en su lucha contra el Covid-19.

El caso es que, con 99.99% de las boletas contabilizadas, los dos principales partidos afianzaban su posición dominante en el Parlamento, aunque no alcanzaban los 176 escaños que otorgan la mayoría. Tanto el popular Núñez Feijóo como Sánchez presentaron de inmediato sus credenciales para liderar el nuevo gobierno, al que deberán llegar por medio de complicadas coaliciones.

Con virtualmente 100% de los votos escrutados, el PP de Núñez Feijóo consiguió 136 diputados y el PSOE 122, mientras que sus respectivos aliados potenciales, el partido de extrema derecha Vox (asesorado por Steve Bannon) y el de izquierda radical Sumar (o lo que suena como al disfraz de Juntas Podemos), consiguieron respectivamente 33 y 31. 

Vox, de Santiago Abascal, que ha tenido un ascenso vertiginoso y logró 33 curules, aunque para ello no fue una buena jornada perdieron 19 asientos respecto a la anterior elección, sin embargo, su posible alianza en el PP hace de un posible gobierno de derecha que se incline más hacia el radicalismo.

Esta opción supondría el giro a la derecha de otro socio de la Unión Europea, tras los vistos recientemente en Suecia, Finlandia, Hungría e Italia, entre otros. Países como Alemania y Francia están preocupados por lo que podría suponer ese giro en la política migratoria y ambiental de la UE. Los dos principales partidos de izquierda de España están a favor de la cooperación europea, y lo mismo ocurre con el PP, mientras que Vox está en contra.

Por el otro extremo, en julio de 2022, y sin imaginar que las elecciones generales se celebrarían justo un año después, la todavía vicepresidenta segunda del Gobierno de España y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, presentó en sociedad su nuevo proyecto político: Sumar.

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Sumar formalizó su constitución como coalición ante la Junta Electoral Central en junio. Una coalición liderada por Díaz y que está formada por 20 partidos políticos estatales y autonómicos entre los que destacan Podemos, Izquierda Unida, Más país o el propio Movimiento Sumar. Aunque, Díaz trae mucha cola que le pisen por sus declaraciones acerca de la ley de sólo sí es sí.

Hay dos fantasmas rondando España, el de Franco con la ultraderecha de Vox que preocupa a buena parte del país por lo que representó en materia de ejecuciones y abusos a los derechos humanos y el de Pablo Iglesia, de Podemos, que hace dos años dejó su liderazgo, cuál fue el motivo:

No son pocos los casos de malversación de fondos, corrupción y lavado de activos que involucran el nombre de Iglesias. El exdirigente de Podemos y segundo exvicepresidente del gobierno español se volvió cliente frecuente de las portadas de los periódicos por encontrarse cada vez más cerca la prisión y mejor se bajó del barco.

El asunto es que el nuevo Congreso de los Diputados se reunirá en un mes. El rey Felipe VI nombrará entonces a uno de los líderes para que se someta a una votación parlamentaria para formar gobierno. Los legisladores tienen un plazo máximo de tres meses para llegar a un acuerdo, o de lo contrario se convocarán nuevas elecciones.

Hoy España está otra vez en vilo y las próximas semanas y meses habrá debates y negociaciones duras, todos buscan sacar raja, pero si el PP no se pone listo le puede volver a comer el mandado Sanchez. O usted ¿qué cree?   

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