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El Extranjero

Así es la compleja (y peligrosa) misión de defender los límites de las fronteras líquidas del mar

Pensamos que hay cinco grandes océanos y decenas de mares, pero en realidad lo que hay es una gran masa de agua interconectada en circulación.

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Así es la compleja (y peligrosa) misión de defender los límites de las fronteras líquidas del mar

Las fronteras en el mar son conocidas por ser zonas especialmente peligrosas, en ningún lugar más que en los mares del sur de China, las aguas más disputadas de la Tierra.

Una patrulla indonesia de lucha contra la pesca furtiva me invitó a subir a bordo en la frontera más infestada de crímenes de las aguas jurisdiccionales de Indonesia.

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Esta misión policial, supuestamente rutinaria, puso a prueba enseguida las ideas que yo tenía sobre la protección de fronteras en el mar.

Le han hecho murales cómics, y en Twitter tiene millones de seguidores. La ministra de Pesca de Indonesia, Susi Pudjiastuti, trajo nuevas fuerzas a la lucha en la frontera marítima de Indonesia.

Bajo su vigilancia, se destruyeron barcos ilegales, cientos de tripulantes fueron arrestados y se recuperaron millones en ingresos pesqueros para Indonesia. Una nueva sheriff había llegado al océano sin ley.

Antes de unirme a una de las patrullas de la frontera marítima indonesia, viajé a la isla de Pontianak para pasar el día en uno de los cinco centros de detención del país que albergan a cientos de tripulantes atrapados en barcos ilegales de pesca.

La mayoría de estos hombres son marineros indocumentados. No podían decidir en qué caladeros pescaban sus barcos.

Esta instalación tiene el doble de prisioneros de los que puede albergar. Ninguno ha visto un abogado ni ha sido acusado formalmente. Todos están en el limbo.

Prácticamente todos los detenidos son de Vietman. Algunos sólo tienen 14 años. Sus permisos han caducado, sus barcos están pudriéndose en un desguace y sus ingresos han desaparecido.

Estos maridospadres hijos no tienen ni idea de cuándo los liberarán. Representan un sombrío efecto no deseado del esfuerzo de Indonesia, por lo demás encomiable, de vigilar mejor sus aguas.

La visita al centro fue una parada importante antes de lo que estábamos a punto de presenciar en el océano sin ley.

La aventura en el mar

El capitán Samson es un agente veterano contra la pesca furtiva y una leyenda entre sus hombres. Un viejo delincuente convertido en guardián que ha rastreado y confiscado cientos de barcos extranjeros.

Durante el desayuno, me cuenta por qué Indonesia necesita proteger sus aguas y su suministro pesquero.

La ministra Pudjiastuti ha otorgado a estas patrullas nuevos poderes para combatir la pesca ilegal.

Llevábamos seis horas en el mar cuando encontramos nuestro primer objetivo: un pesquero vietnamita que se había adentrado 60 millas en aguas indonesias.

Empezamos a perseguirlos. Después de los disparos de advertencia, los hombres de Samson abordan el barco y arrestan al capitán y a los marineros.

En las siguientes cinco horas, la patrullera de Samson capturó otros cuatro barcos de Vietnam, y subió a bordo a 55 vietnamitas detenidos.

En todas las ocasiones Samson dejó a bordo de los barcos capturados a uno de sus agentes y nuestro convoy comenzó el regreso a la costa.

Llevábamos días patrullando en aguas indonesias. Había sido una misión muy exitosa con muchos arrestos, y los agentes estaban orgullosos de sus logros, pero todo se descontroló de repente.

En el puente recibimos la llamada desesperada de uno de los agentes de Samson, el que conducía el último de los barcos vietnamitas incautados del convoy.

Una gran patrullera de los guardacostas vietnamitas lo había interceptado y separado del convoy. Estaban embistiéndolo y el agente temía por su vida.

Inmediatamente nos dimos la vuelta y aceleramos a todo gas para regresar a la ubicación de Mas Gun, pero nos superaban.

El guardacostas vietnamita era el doble de grande que nuestro barco. Ya no había manera de contactar con el agente indonesio Mas Gun y el barco incautado que traía al puerto se estaba hundiendo.

-“Tiene un plan para recuperar a sus hombres? ¿Se ha comunicado con ellos?”

Me convertí, a mi pesar, en traductor entre indonesios y vietnamitas, mientras regateaban sobre la liberación de sus respectivos cautivos.

Nosotros teníamos cautivos a los 55 pescadores vietnamitas detenidos que habíamos capturado en aguas de Indonesia.

El cautivo de los vietnamitas era el agente de pesca indonesio, Mas Gun, al que habían sacado del mar tras embestir y hundir el barco que trataba de traer de vuelta a la costa.

Los vietnamitas exigían la liberación de todos sus hombres y los barcos, argumentando que los hombres estaban pescando en aguas vietnamitas, a pesar de que los mapas mostraban claramente que eran aguas indonesias.

-“Chicos, coged los prismáticos… Vemos al agente. Esta es nuestra propuesta: Suben al agente a una barca. Lo mandan aquí. Nosotros subiremos a los vietnamitas en el barco y los enviamos de vuelta. Cambio”.

De repente, hay un revuelo en la parte trasera del barco. Los 55 pescadores vietnamitas detenidos habían comenzado a saltar al mar y nadaban hacia el barco guardacostas vietnamita, con la esperanza de ser rescatados.

Era un caos total.

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Algunos no sabían nadar y no tenían forma de subir a bordo del barco guardacostas.

Desesperados, se aferraban al casco del barco pesquero que se hundía. Algunos de los que nadaban peor regresaron a nuestro barco.

“¿Ha pedido refuerzos? Esa es una nave mucho más grande. ¿Están en camino?

Durante horas de negociaciones infructuosas, Samson pidió refuerzos navales, pero no llegaba nadie. Estábamos demasiado lejos.

Las negociaciones para la liberación de Mas Gun proseguían lentamente hasta que aparecieron dos puntos en la pantalla del radar. Eran refuerzos vietnamitas.

Samson no quería abandonar a su agente retenido en el barco guardacostas vietnamita frente a nosotros, pero con los refuerzos vietnamitas dirigiéndose rápidamente hacia nosotros para arrestarnos a todos, Samson obedeció de mala gana las instrucciones de Yakarta, y huimos de allí para evitar nuestra propia captura.

Por claras que sean las líneas en un mapa, en el mar las fronteras las decide el poder militar. Quien tenga las mayores armas está automáticamente en aguas amigas.

Pensamos que hay cinco grandes océanos y decenas de mares, pero en realidad lo que hay es una gran masa de agua interconectada en circulación, sin fronteras ni leyes claras.

Los peces lo saben y también los pescadores, aunque los políticos y las fuerzas del mar opinen lo contrario.

Ian Urbina | El Sol de México

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