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La Opinión

Maluma, los hijos de Carlos Salinas y Salvador Padilla

El santuario Jaguar Negro Tigre Blanco se convirtió un ONG, que recibía donaciones y dadivas del jet set mundial, la política y clase empresarial mexicana

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Unas escenas de película para que sean rodadas por Netflix o Star, quien filma las historia de alto impacto recogidas en América Latina, las puede encontrar en el santuario Jaguar Negro Tigre Blanco, una ONG que recibía donaciones y dadivas del jet set mundial, la política y clase empresarial mexicana.

Papa Bear, como se le conoce a Eduardo Serio, es el personaje de la película donde se conjuga el lavado de dinero y el tráfico de especies. Todo eso se hizo durante varios años sin que nadie ni nada lo molestara ni criticará. Ese hombre, quien lucía con tiernos y elegantes tigres entre sus brazos, es descrito por sus cercanos como arrogante, soberbio y elitista.

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Eso sí, la dimensión social de Papa Bear quedó enterrada, cuando salieron las primeras denuncias del abandono a su suerte de 190 leones africanos, leones blancos, tigres, jaguares y pumas, así como 17 primates y 2 coyote, quienes se quedaron sin comer por varios días.

En ese nudo de la historia es clave el santuario Jaguar Negro Tigre Blanco, a dónde aterizaron y despegaron helicópteros con el reguetonero colombiano Maluma, el conductor de los Formula Uno y piloto británico Luis Hamilton, las empresas y jet set Las Kardashian, así como los hijos de los ex presidentes de la República y políticos del PRI Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto. También se vio descender de esos pájaros de acero de empresarios nacionales e internacionales del más alto poder económico. 

Y otro que se le vio muy activo en esos días donde los animales eran rescatados fue al abogado Salvador Padilla Estrada, quien llegó acompañado por escoltas. Se supo de la voz del defensor que la pandemia de Covid-19 dejó sin dinero a la  fundación Jaguar Negro Tigre Blanco, quien requería mensualmente de 3 millones de pesos para la compra de carne y pollo para alimentar a las fieras y de bananas, manzanas y frutas para los primates. 

Por fortuna, los tigres y jaguares fueron rescatados. Pero su amo, conocido como Papa Bear, es buscado por la Fiscalía General de la República (FGR).

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A través de la Fiscalía Especializada en materia de Delincuencia Organizada (FEMDO), esa a donde presentaron recientemente al narcotraficante Ovidio Guzmán López, citó a Eduardo Mauricio Moisés Serio para que lo impute por los delitos de lavado de dinero y tráfico de especies.

La sorpresa es que, según fuentes cercanas, gran parte de ese dinero venía de las cuentas de los músicos, deportistas e hijos de los políticos mexicanos. Todo eso será destapado en cuestión de 10 días, cuando ya comiencen a liberarse los citatorios a las celebridades para que platiquen lo que saben en el juicio o enfrente denuncias de dimensiones bíblicas.

El salvador de los que aparece en las carpetas de investigación de la FEMDO es el jóven abogado Salvador Padilla Estrada. Este defensor es temido en las audiencias de sus clientes por el poder acumulado en sus juicios de los hombres y mujeres de dinero, que defiende en el principado de Andorra. El apoderado legal defiende desde hace varios años a mexicanos, quienes les expropiaron su dinero, y otros que fueron expulsados por confundirlos con narcos en Panamá, Colombia y hasta Estados Unidos. Por nada le apodan el Golden Boy del Derecho Penal o como le decía Eduardo Serio: El Pantera Padilla.

Esta historia apenas empieza, por lo que se les recomienda ir por una bolsa de palomitas blancas y acomodarse en su cómodo sillón para ver el primer capítulo de Papa Bear.

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