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El Extranjero

Los conflictos alcanzarán este año su punto más álgido, entre la crisis del costo de vida y el combate al cambio climático: Zurich

Hace un llamado a los países a trabajar en conjunto para evitar “rivalidades por los recursos”

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GINEBRA, Suiza. En los próximos años, los gobiernos se verán obligados a hacer concesiones en torno a inquietudes incompatibles en materia de sociedad, medio ambiente y seguridad, pero en 2023 los conflictos alcanzarán su punto más álgido entre la crisis urgente del costo de vida y las medidas sostenibles para combatir el cambio climático, revelan Zurich Insurance Group y Marsh McLennan.

En su Reporte de Riesgos Globales 2023 del Foro Económico Mundial, advierten sobre la existencia de riesgos mundiales estrechamente relacionados, pues los conflictos y las tensiones geoeconómicas han desencadenado una serie de riesgos a nivel mundial estrechamente interconectados.

Entre ellos, mencionan la escasez en el suministro energético y de alimentos, que probablemente persista durante los próximos dos años, así como los elevados aumentos del costo de la vida y del servicio de la deuda.

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Indican que al mismo tiempo, estas crisis podrían socavar los esfuerzos para hacer frente a los riesgos a más largo plazo, especialmente los relacionados con el cambio climático, la biodiversidad y la inversión en capital humano.

Aclaran que para actuar frente a las amenazas más críticas a largo plazo es necesaria una acción concertada y colectiva antes de que los riesgos alcancen un punto de inflexión.

Las instituciones exponen que a menos que el mundo empiece a cooperar más eficientemente en torno a la mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo, en los próximos 10 años se producirá un calentamiento global constante y un colapso ecológico.

“La incapacidad para mitigar el cambio climático y de adaptarse al mismo, los desastres naturales, la pérdida de biodiversidad y la degradación ambiental representan cinco de los 10 principales riesgos; la pérdida de biodiversidad se considera uno de los riesgos mundiales que se agravarán más rápidamente en la próxima década. Al mismo tiempo, el liderazgo basado en las crisis y las rivalidades geopolíticas podrían generar aflicción social a un nivel sin precedentes, a medida que desaparecen las inversiones en salud, educación y desarrollo económico, deteriorando aún más la cohesión social”, señalan.

Por último, añaden, las crecientes rivalidades no sólo entrañan el riesgo de un mayor armamentismo geoeconómico, sino también de una remilitarización, especialmente a través de nuevas tecnologías y actores corruptos.

Ante ello, previeron que en los próximos años, los gobiernos se verán obligados a hacer concesiones en torno a inquietudes incompatibles en materia de sociedad, medio ambiente y seguridad.

Los riesgos geoeconómicos a corto plazo ya están poniendo a prueba los compromisos de cero emisiones netas y ponen de manifiesto la brecha que existe entre lo que es científicamente necesario y lo que es políticamente aceptable. Es necesario acelerar drásticamente la acción colectiva frente a la crisis climática para limitar las consecuencias de un mundo expuesto al calentamiento”.

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Mientras tanto, añaden, es posible que las consideraciones en torno a la seguridad y el incremento del gasto militar den lugar a un margen de maniobra en materia fiscal más estrecho para amortiguar las repercusiones de una prolongada crisis del costo de vida.

Aclaran que de no producirse un cambio de trayectoria, los países vulnerables podrían llegar a un estado de crisis perpetuo en el que se verían imposibilitados para invertir en crecimiento futuro, desarrollo humano y tecnologías ecológicas.

A partir de estas conclusiones, Zurich y Marsh McLennan instan a los líderes para que tomen medidas de forma colectiva y decidida, equilibrando las perspectivas a corto y largo plazo.

Además de las medidas urgentes y coordinadas para combatir el cambio climático recomiendan hacer esfuerzos conjuntos entre países, así como la cooperación público-privada para fortalecer la estabilidad financiera, la gobernanza tecnológica, el desarrollo económico y la inversión en investigación, ciencia, educación y salud.

El panorama de riesgos a corto plazo está dominado por la energía, los alimentos, la deuda y los desastres. Aquellos que actualmente son los más vulnerables están sufriendo y, ante las múltiples crisis, aquellos que pueden clasificarse como vulnerables están aumentando rápidamente, tanto en los países ricos como en los pobres. El clima y el desarrollo humano deben ser las preocupaciones principales de los líderes mundiales, incluso mientras luchan contra las crisis actuales. La cooperación es la única manera de avanzar”, expresó Saadia Zahidi, directora general del Foro Económico Mundial.

A su vez, John Scott, director de Riesgos de Sustentabilidad de Zurich Insurance Group, afirmó que “la interacción entre los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la seguridad alimentaria y el consumo de recursos naturales es una combinación peligrosa“.

Advirtió que si no se genera un cambio significativo en la política o si no hay inversiones, esta convergencia acelerará el colapso de los ecosistemas, comprometerá el suministro de alimentos, intensificará los efectos de los desastres naturales y limitará los avances en torno a la mitigación del cambio climático.

“Si aceleramos las medidas, aún tendremos la oportunidad de alcanzar una trayectoria de 1.5 grados Celsius antes de que termine la década y hacer frente a las emergencias por desastres naturales. Los recientes avances en el desarrollo de tecnologías de energías renovables y vehículos eléctricos son buenas razones para ser optimistas“, abundó.

Por su parte, Carolina Klint, líder de Gestión de Riesgos en Europa Continental de Marsh, previó que 2023 va a estar marcado por un aumento de los riesgos relacionados con los alimentos, la energía, las materias primas y la ciberseguridad, lo que provocará nuevas perturbaciones en las cadenas de suministro mundiales y repercutirá en las decisiones de inversión.

“En un momento en el que los países y las organizaciones deberían estar intensificando sus esfuerzos de resiliencia, los factores económicos adversos limitarán su capacidad para hacerlo. Ante las condiciones geoeconómicas más difíciles que ha enfrentado la última generación, las empresas deberían centrarse no sólo en sortear los problemas a corto plazo, sino también en desarrollar estrategias que les permitan afrontar riesgos a más largo plazo y el cambio estructural“, apuntó.

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