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Baja California

La conservación de las tortugas es un negocio turístico en Baja California Sur

Miles de personas pagan para poder liberar tortuguitas al mar, que en el estado existen cinco especies

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Foto: Alberto Cota

LA PAZ, Baja California Sur. Desde 1990, cuando el gobierno federal decretó una veda permanente de tortugas, se detuvo la explotación de la especie al borde de la extinción, aunque ahora se ha vuelto un negocio turístico con el pretexto de la conservación.

En los años 70, el principal aprovechamiento de los quelonios era la piel, que se utilizaba para hacer bolsas, carteras, zapatos, cintos, botas y otros artículos, y en donde México aportaba 50 por ciento de la producción mundial de esta piel, y la mitad de ésta salía de las costas de Baja California Sur.

Luego de la veda, surgieron grupos y proteccionistas que a lo largo de estos años se han encargado de proteger los nidos y liberar las tortugas recién nacidas al mar, en un proceso que se acelera durante la temporada de calor, cuando el nido tarda aproximadamente 45 días en evolucionar.

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Con el tiempo, lo que inició como una actividad conservacionista, se convirtió en atractivo y en negocio turístico, con miles de personas que pagaban y siguen pagando bajo la modalidad de aportación voluntaria por liberar tortugas, en algunos casos, tomándolas con la mano desde un reservorio para llevarlas hasta la playa o hasta el agua, una práctica prohibida debido a que se causa daño a los animales, además del riesgo de contagios para las personas, con bacterias como la salmonela y otras, muy frecuentes entre los quelonios.

Aunque algunos campamentos donde se protegen los nidos de tortugas han abandonado esta práctica y es personal especializado el que hace las liberaciones, en los hechos el tomarlas con la mano sigue siendo una práctica común, y hay casos donde los padres piden a los niños que den un beso a la tortuga antes de liberarlas y hasta se toman una foto.

En otras ocasiones, quienes liberan tortugas llevan sus manos olorosas a comida recién ingerida, de tal modo que impregnan a la tortuga de aromas que la hacen presa fácil de los depredadores.

Este falso ecoturismo, no solo se presenta en Baja California Sur; existe en todo el mundo y al igual que sucede con otras especies en peligro de extinción, representa un grave problema para la vida silvestre.

Con todo y los esfuerzos de conservación y protección, la tortuga sigue en peligro de extinción

Graciela Tiburcio, una de las más reconocidas investigadoras y protectoras de esta especie, informó que en Baja California Sur prácticamente todo el año hay desoves, el 80% de éstos en el municipio de Los Cabos y el sur de La Paz, mientras que en el norte las tortugas prietas y amarillas llegan cada año a sitios comoel Estero del Coyote ubicado al sur de Punta Abreojos y al Golfo de Ulloa respectivamente, en lo que se considera son los lugares de alimentación más importantes del mundo.

Los principales lugares de desove en donde hay grupos, empresas o instituciones operando y protegiendo corrales de incubación y posterior liberación de tortugas se ubican en playas de Todos Santos, El Pescadero, La Ventana, La Ribera, Cabo Pulmo, Los Frailes, La Fortuna, El Ranchito y el corredor turístico San José del Cabo-Cabo San Lucas, la mayoría, operados por la iniciativa privada, solo tres por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP).

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En las costas de esta entidad se registra la presencia de 5 especies: Caguama, Carey, Golfina, Laud y Prieta, y según cálculos científicos, de cada mil tortugas que nacen solo una llega a ser adulta.

La eclosión depende de las temperaturas, y aunque se estima un periodo de 45 días, de noviembre hasta abril se alargan los tiempos de nacimiento y es de agosto a septiembre cuando los campamentos tortugueros hacen liberaciones casi a diario.

Con todo y los esfuerzos de conservación y protección, la tortuga sigue en peligro de extinción, aunque hay algunos países en donde se permite el aprovechamiento de esta especie, entre otros, Cuba y Japón.

En México, el consumo industrializado únicamente para el uso de la piel en los años 70 puso en peligro de extinción a las tortugas; no fue el consumo de la carne, no fue tampoco el consumo del huevo, aunque con el status de veda de 1990, se perdió en Baja California Sur una de las tradiciones culinarias de mayor arraigo y de identidad cultural: el consumo de caguama entre las familias locales.

Graciela Tiburcio señala que la explotación irracional acabó con una tradición culinaria, pero asegura que aún no es momento de consumir caguama; quizá más adelante, con un uso sustentable, pero por ahora no, dice, y cita como ejemplo las Islas Caimán en donde se aprovecha este recurso, incluso tienen granjas de tortugas y hasta la enlatan.

Y no solo liberación de tortugas se ha convertido en un atractivo turístico; en el corredor San José del Cabo-Cabo San Lucas, los hoteleros que protegen los nidos de las tortugas en sus concesiones de playa, han descubierto que para los clientes ver a una tortuga desovar es una experiencia de vida que le da un valor agregado a la visita.

Elías Medina | El Sudcaliforniano

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