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La Opinión

Una Asamblea General de la ONU sin fondo

Las alertas climáticas de la ONU para tratar de evitar que el mundo rebase el +1.5 °C de calentamiento global no son tomadas en serio

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Año tras año la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se convierte en el máximo foro mundial, donde sobran los discursos de buenas intenciones y, por supuesto, quejas, pero casi siempre se quedan en sólo eso.

Hoy el mundo que padece varias emergencias ya no puede estar atenido a ese circo político, que nada más sirve de escaparate para la mayoría de los mandatarios que ahí intervienen, ya sea de derecha o de izquierda, casi siempre con discursos huecos.

Por ejemplo, la intervención del secretario general de ese organismo, António Guterres fue mediáticamente impactante: “Estamos al borde del abismo, actuemos ya”, el asunto es que la alerta y las recomendaciones no son obligatorias, ni vinculantes y ahí es donde la ONU cojea, no tiene como obligar al cumplimiento de sus resoluciones.

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En la crisis del calentamiento global, hay un círculo vicioso, porque los países más ricos son a su vez los más contaminantes, pero también son los que más ingresos aportan a ese organismo, sin sus presupuestos sería casi imposible que Naciones Unidas siguiera operando.

Y es que el poder real de la ONU está en el Consejo de Seguridad, el cual está integrado por 15 países miembros, de esos,10 asientos se rotan cada dos años, y cinco son permanentes (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, China y Francia), ellos son los que realmente definen el rumbo del planeta, pero a su vez ellos mismos están bloqueados por sus propios intereses.

Así que las alertas climáticas de la ONU para tratar de evitar que el mundo rebase el +1.5 °C de calentamiento global, no son tomadas en serio, porque para los países antes mencionados se sobreponen los intereses económicos y por consecuencia el liderazgo mundial. 

Pese a que el mundo todos los días padece cada vez más fuertes inundaciones, sismos frecuentes, sequías que se extienden por más largos periodos, incendios forestales que van de polo a polo y, por supuesto, cambios de temperatura abruptos.

El Acuerdo de París, firmado por 195 países, está lleno de buenas intenciones, el caso es que casi todos los países que apoyan esa medida tienen proyectos a futuro, pero ninguno en el corto plazo, y los efectos ambientales no son algo que va a pasar, ya está pasando.

Hace una década el discurso ambiental se centraba en lo que se esperaba, esa postura quedó rebasada hace años, hoy se estima que 7 millones de personas mueren al año por los efectos ambientales y cada vez con más frecuencia los investigadores vinculan a ese fenómeno con enfermedades degenerativas, como la diabetes o el cáncer.

La nueva cita ambiental está programada para noviembre en Glasgow, Escocia, pero desde ahorita le digo que van a firmar nuevos compromisos para 2030, si bien nos va, en estos momentos eso no sirve de nada, países como China tiene estimado un pico de emisiones hasta 2030 y lograr la neutralidad de carbono antes de 2060.

Muchos de nosotros seguramente nunca veremos tal promesa. Mientras, parece que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quiere tomar el liderazgo ambiental, pero por supuesto los intereses económicos son prioridad y es posible que sus alcances no tengan los resultados que él espera.

No hay que olvidar que EU es la llamada primera potencia mundial, económica y militar y eso no es poca cosa, hacer un cambio rápido hacia una política sustentable le puede costar el liderazgo, que dicho sea de paso, quedó vapuleado con el regreso de los talibanes al poder en Afganistán, ese retorno representó la pérdida de dos décadas, pero ese es otro tema.

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Los problemas de Naciones Unidas no terminan en el plano ambiental, hay otro que estamos padeciendo, el sanitario, una pandemia de coronavirus o Covid-19 atacó al mundo desde finales de 2019, pero fue hasta el 11 de marzo de 2020, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la crisis sanitaria a nivel mundial.

Otra vez el poder de las potencias se impuso, la OMS, un organismo de Naciones Unidas, estaba atada de manos con China –uno de los miembros permanentes del Consejo– donde se registraron los primeros contagios y, por su puesto, tuvo que esperar a que Beijing reportara la grave situación sanitaria para poder actuar, pero la verdad era demasiado tarde.

Desde entonces, Naciones Unidas ha venido capoteando un problema sobre otro, el más mediático ha sido el reparto de las vacunas antiCovid, Guterres destacó, en la 76 Asamblea General General, los problemas de desigualdad en el acceso a los inoculaciones.

El secretario criticó abiertamente como una “obscenidad” el hecho de que los países ricos hayan inmunizado ya a la mayoría de su población mientras un 90% de África espera aún su primera dosis, no sólo eso, esas mismas naciones ricas ya están aplicando una tercera dosis.

Si usted lo piensa los miembros permanentes del Consejo de Seguridad hacen y deshacen a su conveniencia, y a los funcionarios de la ONU y sus otros organismos lo único que les queda es dar discursos de advertencia o esperanzadores, según sea el caso, porque siempre tienen las manos amarradas a lo que decidan los poderosos.

Tampoco hay que dejar de mencionar que como en los tiempos de la Guerra Fría, hay países que utilizan sus espacios en la Asamblea General para denunciar una vez si y otra también al malo del mundo, Estados Unidos, me refiero específicamente a Cuba y Venezuela, por su puesto sus pueblos están en la miseria por el bloqueo del Tío Sam.

Nada tiene que ver que ellos tengan prácticas tiránicas o que una vez instalados en el poder se han aferrado a él y hacen lo legal e ilegal para mantenerse en él, no importa si eso representa la muerte de cientos o miles o el éxodo de 5.4 millones de venezolanos por las carencias que vive ese país. Eso sí, una pobreza entre el grueso de la población, porque a los gobernantes no se les nota la austeridad por ningún lado.

Los problemas son muchos y variados para Naciones Unidas, pero se lo digo con toda honestidad, no tiene margen de movimiento, mientras esté controlado por las potencias mundiales, desafortunadamente vamos a seguir escuchando discursos huecos o denuncias viejas, antes de encontrar alguna solución.

El poder ciega a los países ricos y pobres, eso nos condena a seguir padeciendo la marcha imparable de los daños ambientales y sus consecuencias o seguiremos a la deriva ante verdaderos protocolos mundiales de salud ante posibles nuevas pandemias, la de coronavirus ni por mucho es la primera que padece esta humanidad, el problema es que quizá se nos agote el tiempo para recular. O usted ¿qué cree?

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