Yucatán tiene los mejores lugares para darle el “sí” a tu pareja

Tiene cultura, gastronomía y extraordinarios escenarios naturales que al fusionarse dan origen a un destino único ideal para cualquier tipo de viaje, y sobre todo, es la mejor opción para una escapada y asombrar a la pareja y darle el “sí, acepto”: Yucatán, que no por nada es uno de los estados más seguros y bellos de México.

La entidad, de naturaleza romántica, posee playas de blanca arena que enmarcan el verde esmeralda de su mar, además de ser espacios discretos y exclusivos, que harán de la boda o luna de miel un suceso inolvidable. 

En un comunicado, la Secretaría de Fomento Turístico (Sefotur) de Yucatán destaca los atractivos del estado, desde su romanticismo, que se hace presente en las calles de la capital yucateca en su catedral y otras iglesias de la época, hasta las hermosas construcciones con influencia francesa.

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Resalta el caso de Mérida, conocida como la Ciudad Blanca, que se ubica entre las cinco Mejores Grandes Ciudades del Mundo para visitar, albergando las elegantes y hermosas casonas de la aristocracia que ahí se estableció.

Yucatán también tiene antiguas y majestuosas haciendas, imponentes iglesias y del colorido de sus poblados, donde la arquitectura es una conjunción de culturas, dando un toque enigmático, único y especial, ideal para retratar momentos únicos en pareja.

Para dar el “sí, acepto” o simplemente avivar el romance con la pareja, el estado tiene lugares como Xcanatun by Angsana, una hacienda del siglo XVIII como una de las productoras de henequén más icónicas de Yucatán, donde parece que el tiempo no ha pasado, pues sus habitaciones conservan sus diseños, rodeadas de cuatro acres de jardines privados y exuberante vegetación.

En el lugar está el restaurante “Casa de Piedra”, con auténtica cocina regional contemporánea o cenas privadas en la comodidad de la habitación para una experiencia romántica.

Otra de las grandes opciones para estar en pareja es la Hacienda Mucuyché, una de las más prósperas del estado en la época henequenera, además de nadar en alguno de los cenotes “Carlota” o  “Azul Maya”, llenas de misticismo, además de una oferta gastronómica extraordinaria, con los sabores endémicos del estado.

Para quienes buscan adentrarse en pareja a la historia yucateca y sus costumbres está la Hacienda Sac Nicté (flor blanca) convertida en un espectacular hotel, ubicado en el Pueblo Mágico de Izamal, con un equilibrio entre los detalles arquitectónicos del siglo XVII y la actualidad que ofrecen a los huéspedes espacios serenos y acogedores que invitan al romance.

Igualmente, el majestuoso Convento de San Antonio de Padua destaca por tener el atrio más grande de América y uno de los escenarios más fotografiados del destino.

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Considerados por los mayas como las entradas al inframundo y espacios sagrados que deben cuidarse y respetarse, los cenotes, asociados con la vida y la fertilidad, y que por todo el misticismo que los rodea, se han vuelto uno de los atractivos predilectos para los enamorados.

Algunas parejas han elegido realizar un ritual Maya previo a su enlace religioso o civil y una gran opción es llevarlo a cabo en el cenote San Ignacio, sus cristalinas aguas de tonalidades turquesa ambientan con su misticismo, mientras que un sacerdote maya ofrece la ceremonia al ritmo de instrumentos musicales prehispánicos.

La dependencia estatal subraya que otro cenote por visitar es Suytun, considerado uno de los más famosos del mundo por su belleza, las estalagmitas y estalactitas en su interior, junto con su plataforma de piedra circular al centro, cerrado por una bóveda con una pequeña abertura en la superficie que permite ingresar franjas de la luz solar o lunar, el escenario ideal para una sesión fotográfica de romance y magia.

A su vez, en el cenote Zazil Tunich se puede vivir la experiencia de una cena romántica, con un espectáculo sensorial gracias a los sabores de los platillos que se sirven y sobre todo al ambiente que emana de la belleza y magia del lugar a 20 metros bajo tierra, donde en pareja se puede tener un evento de purificación maya, teniendo como testigos las miles de formaciones de piedra y el agua sagrada del Xibalbá.