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El Extranjero

Latinos: Emigrar a otros países para llevar una vida normal

Estos latinos relatan Latinoscómo fueron tratados por su familia, en la escuela o el trabajo y cuándo decidieron expatriarse.

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Latinos: Emigrar a otros países para llevar una vida normal

Carlos Manuel, Yeison y Steven son tres de los muchos latinoamericanos que decidieron exiliarse en España para huir de los estigmas y la discriminación social que sufrían en sus países de origen por motivo de su orientación sexual.

Estas personas relatan a la agencia EFE cómo fueron tratados por su familia, en la escuela o el trabajo y cuándo decidieron expatriarse.

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Una de las razones de establecerse en España es que su legislación protege con derecho de asilo a quien se reconozca la condición de refugiado por persecución debida a motivos “de géneroorientación sexual o de identidad sexual“, entre otros.

Para ello se debe solicitar una cita para una primera entrevista en la que se determinará si se reúnen las condiciones para iniciar el procedimiento.

La principal organización que ayuda en España a personas extranjeras LGBTQ+ se llama Kifkif y ha acompañado a más de tres mil personas de cuarenta nacionalidades desde 2002, más de la mitad procedentes de Latinoamérica, especialmente de Perú, Colombia, Venezuela y El Salvador.

Ruptura familiar

Carlos Manuel Méndez Hernández es un venezolano de 29 años, nació en la pequeña ciudad de San Cristóbal, capital del estado de Táchira, donde la gente es “más cerrada” que en el resto del país, comenta.

“Creo que, desde pequeño, mi familia sabía que yo era homosexual y, desde siempre mi papá me mandaba al psicólogo -recuerda-, ya que él pensaba que esto no era normal, que era una enfermedad”.

Cuando cumplió la mayoría de edad, su padre lo mandó al Ejército para que, en sus propias palabras, lograra volverse “más hombre”.

“Allá supieron que yo era gay y me agarraron a golpes, dejándome una fractura de radio y del menisco, por lo que me tuvieron que operar y me dieron cuatro meses de permiso”, recuerda.

Pero sus padres hicieron como si no hubiera pasado nada. Luego de extender el permiso otros cuatro meses por cuestiones psicológicas, decidió abandonar Venezuela y marchar, primero a Colombia, después a Chile y ahora, desde hace cuatro meses, en la ciudad española de Barcelona, donde ha solicitado asilo.

“Desde que me fui, hace como 10 años, no hablo con mi familia -lamenta-. La única con la que tengo un poco de relación es con mi hermana, que tiene veinte años”.

Adolescencia complicada

Yeison Pabón, un colombiano de solo 20 años, llegó también a Barcelona hace casi un año procedente de Bucaramanga, un municipio de 600 mil habitantes que, comenta, es todavía muy conservador y católico.

“Físicamente nunca he tenido un cuerpo que muestre una masculinidad exuberante. Por eso, desde niño, siempre sufrí mucho acoso escolar por este tema”, dice.

En la educación secundaria, cuando se empezaron a notar sus “afinidades sexuales”, el acoso pasó a ser también físico, y muchos profesores permitieron el hostigamiento sin decir nada, según relata.

“Todo lo que me pasó, los procesos para intentar estar bien, siempre tuve que hacerlos solo, porque hasta los 18 años no pude acceder a apoyo psicológico“, confiesa.

Por todo eso, al cumplir la mayoría de edad decidió trabajar, ahorrar dinero y abandonar Colombia, ya que no se sentía lo suficientemente seguro allí. Sin embargo, esta decisión nunca contó con el apoyo total de la familia.

“A pesar de que el Gobierno actual afirme que las cosas están cambiando, Colombia todavía es un país muy conservador y, socialmente no ha habido ningún cambio real“, denuncia Yeison, que ha obtenido asilo en España.

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Problemas laborales

Steven Baca Chávez es un peruano de 26 años, nació en Lima, pero se mudó pronto a trabajar a Cuzco, donde cuenta cómo, a pesar de ser una zona muy turística, sufrió discriminación y rechazo por parte de algunas personas, con muchos comentarios homofóbicos.

Después de un año trabajando en un hotel resort de la zona, explica, a él y a otro compañero no les renovaron el contrato, sin que la dirección del establecimiento argumentara ningún motivo.

“Indagamos y nos comentaron que por el momento no querían personal gay laborando en la empresa”, revela Steven.

También recuerda cuando trabajó en un hotel en Chincha, una parte muy conservadora de Lima, donde conoció a su novio actual, con quien reside en Madrid desde hace apenas tres meses.

Steven explica que los despidieron a ambos con el pretexto de que “no permitían parejas en el hotel” a pesar de que había una pareja heterosexual que continuó trabajando sin problemas.

“A nosotros nos sacaron y lo que nos dijo el hermano del dueño fue que ‘Dios permite el pecado, pero no el escándalo'”, concluye el joven peruano, que también comenta que ha pedido asilo.

Lucía Alegrete | El Sol de México

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